Profesores de Málaga vacunados: "Ahora afrontamos el curso con más tranquilidad"
Vacunación
Entre la ilusión de inmunizarse para frenar los contagios de Covid y el temor de sufrir los efectos secundarios de AstraZeneca: comienza en el Palacio de Ferias y Congresos la vacunación de los docentes sin bajarse de sus vehículos
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Más de 800 curados de Covid en un día
Sin apearse del coche, expectantes, algunos temerosos por los posibles efectos secundarios, pero la mayoría entusiasmados con la idea de "recuperar lo antes posible la normalidad", vapuleada por una pandemia de la que ya se ha cumplido un año. Era el día elegido en el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga para la puesta de largo de la gran vacunación masiva, que este jueves ha tenido como protagonistas a los profesionales de la enseñanza que aún no tenían la primera dosis aún administrada.
Y comenzaba el proceso: ventanilla bajada, identificación y brazo en forma de ele para recibir la vacuna de AstraZeneca, que aunque se ha topado con reticencias de algunos colectivos en Europa es considerada por los expertos igual de segura y eficaz que el resto. Auxi Marín era una de las primeras en someterse al primer paso de la inmunización. El momento había sido inmortalizado por la copiloto de su vehículo, uno de los tres que la Consejería de Salud permite para acudir a vacunarse.
"Estamos muy contentas de que nos haya tocado tan pronto", reconocía esta profesora del Conservatorio de Danza y Artes Escénicas en Málaga y también bailarina. Fueron, como la mayoría de los docentes, previsoras. Ni ella ni su compañera quisieron asumir riesgos y llegaron, siguiendo las recomendaciones de Sanidad, con un paracetamol tomado ante la posibilidad de sufrir alguno de los efectos de la fórmula ya observados en los ensayos clínicos: fatiga, cansancio, cefaleas, dolores musculares o fiebre. "Trabajamos dentro de tres horas y venimos preparadas por lo que pueda pasar", explicaba Auxi, esperanzada en que la situación marcada por el coronavirus "acabe de una vez".
Pasadas las doce del mediodía, las instalaciones, con un devenir de ambulancias y sanitarios que terminaban de ajustarse sus equipos de protección (EPIS), se habían reconvertido en un espacio acondicionado para la inmunización, organizada en seis mesas, cada una de ellas con un carril propio. Antes de la 1, hora a la que habían sido citados los primeros docentes, ya se habían formado atascos para pasar por el taller.
El 'reestreno' de una enfermera
También anhelosos aguardaban los sanitarios la inmunización. También para ellos fue una jornada memorable, especialmente para Estíbaliz, una enfermera que, en septiembre, por las necesidades de la pandemia, volvió a los ruedos después de 20 años y este jueves administraba su primera vacuna frente al Covid. "He estado mucho tiempo haciendo PCR a enfermos y ahora voy a vacunar a otras personas para que no se pongan malas", advertía satisfecha. Tras colgar el uniforme de los laboratorios de Pfizer, la farmacéutica estadounidense que también ha creado una vacuna contra el coronavirus, la vida le había permitido, de nuevo, vestir la bata azul. Y entretanto, recordaba los momentos más difíciles que ha dejado la pandemia, con 1.433 víctimas mortales. "La soledad de los mayores ha sido lo peor. Muchas veces volvía llorando a mi casa desde las residencias; llegábamos destrozados. Nosotros éramos el brazo ejecutor del rastreo de casos que se hacía. Hemos visto cómo se cerraban plantas y a ancianos que no se iban a su casa por miedo al contagio", relataba.
José Vicente, que imparte Educación Física a todos los cursos de Secundaria y Bachillerato y es coordinador Covid, formaba parte de la segunda tanda de profesores de su centro que ya se han vacunado. Lo hacía recordando la incertidumbre con la que se viene desarrollando el curso escolar. “Decían que en dos o tres semanas los colegios cerrarían, pero se ha demostrado que hemos servido de cortafuegos. Los protocolos han funcionado y en ellos hay muy pocos casos de transmisión”, apostillaba.
Entre algunos profesionales de la enseñanza también reinaba, aún, la desconfianza y aseguraban que seguirían esperando para abrazar a sus familiares. “Seguiré cumpliendo los protocolos estrictos, sobre todo con mi madre, que tiene 64 años y está en el limbo para vacunarse”, admitía otra docente minutos antes de que le administraran la primera dosis. Y a renglón seguido añadía humor a la conversación: “Imparto clases de música. No sé si cantarles algo a los sanitarios para que me vacunen con dulzura”.
Paralelamente a la vacunación del profesorado se realizaba el segundo cribado masivo en Málaga capital, esta vez en el exterior del Palacio de Ferias y Congresos, donde habían sido citadas 1.000 personas para someterse a la prueba seriológica de detección del coronavirus. Irene Domínguez llegó con tiempo. Esperaba largas colas para someterse a la PCR a la que había sido citada en Málaga capitalMálaga, pero subió de forma inmediata a la unidad móvil habilitada por la Junta de Andalucía. "Creo que debería venir más gente. Los que se niegan tienen miedo a saber que son positivos y se queden sin trabajar, pero hay que mirar por la salud de todos", espeta esta vecina. Porque, recalca, "estamos luchando contra un fantasma".
Y para concienciar a la población sobre la importancia de acudir al cribado para conocer cuál es la incidencia del coronavirus, ve necesario impulsar campañas que contribuyan a perder el temor. También deben, dice, colaborar las empresas y facilitar la situación a los trabajadores perjudicados.
En su caso, asegura haber extremado todas las medidas para evitar contagiarse. Cumplió estricto confinamiento durante 10 días después de que su suegro diera positivo por Covid y, añade, usa mascarilla incluso para visitar a sus hijos. "No me fío de nadie", sostiene esta vecina.
Los sanitarios contactan en cuestión de media hora con aquellos cuya prueba ha permitido descubrir que están infectados. Rocío Ramos, otra de las citadas este jueves, llegó angustiada y decidió aguardar el resultado sin marcharse a casa. "Es muy seguro, un pelín desagradable pero muy soportable", expresa al acabar, convencida de que acudir al cribado "es algo necesario para controlar el virus". La respuesta apenas se demoró unos minutos. "Es negativo, puede estar tranquila", advirtió un sanitario.
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