Programa de la UMA de alojamiento de estudiantes con mayores: Pamela, la cuarta 'nieta' de Maricarmen
La Universidad anima a personas de 55 años o más a compartir su vivienda con alumnos a cambio de compañía
El proyecto de la UMA que 'vigilará' 'on line' a mayores para que no tengan que ir a una residencia
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Maricarmen Segarra tiene 87 años, dos hijos y tres nietos. En realidad, cuatro. “Pamela es mi cuarta nieta”, explica. Siempre vivió con su marido en un modesto piso de la zona de San Rafael. Pero en el verano de 2023 enviudó y se quedó sola. Fue esa soledad la que la impulsó a acoger a Pamela Rosado dentro del programa que la Universidad de Málaga (UMA) tiene para el alojamiento de estudiantes con personas mayores. Una iniciativa que desde su creación en el curso 1992-93 ha beneficiado a casi un centenar de parejas de mayor-alumno.
Pamela es ecuatoriana, tiene 28 años y está titulada en el equivalente español a Finanzas y Contabilidad. Vino a Málaga a hacer un máster. Apenas llegó estuvo unos meses en un piso compartido con otros estudiantes. Pero poco después se enteró de este programa de la UMA y desde abril del año pasado vive con Maricarmen.
“Cuando llegué a vivir con ella, me dio un abrazo... que parecía mi abuela. Me siento muy cómoda con ella, como si la conociera de toda la vida”, cuenta la estudiante. “Es como de mi familia”, confirma Maricamen.
El programa permite a los alumnos ahorrarse el alquiler y los gastos de luz, agua e internet. La UMA abona a 160 euros mensuales a los mayores que se acogen a esta iniciativa para cubrir esos gastos corrientes.
“Pero para mí, aparte de la ayuda económica que supone, era importante tener una compañía. Soy muy familiar y fue un cambio brusco estar en una ciudad en la que no conocía a nadie. Me venía muy bien esa ayuda mutua. Ella me cuida y yo la cuido”, explica. Además, destaca que no sólo tiene el calor de Maricarmen, sino también “una familia”. De hecho, pasó las últimas fiestas con sus hijos y sus nietos y por primera vez celebró una entrada de año comiéndose las uvas. “Es mi familia”, resalta. Por su parte, Maricarmen acota: “A mí me está yendo muy bien con ella; la tengo medio criá”.
Sergio Cañizares –coordinador del programa– apunta que ese es el objetivo, que ambas partes se sientan como en familia. Este trabajador social de la UMA se encarga de las entrevistas y todo el trabajo previo de selección para que estas singulares parejas funcionen. Cree que es uno de los programas más interesantes de política social de la Universidad malagueña porque tiene muchas ventajas frente a la problemática de la soledad no deseada y el envejecimiento. “Es una oportunidad muy buena como experiencia intergeneracional e intercultural. A los mayores les sirve para no estar solos, a sus familiares para darles tranquilidad de que están acompañados y para los estudiantes es muy positivo porque disponen de una vivienda, lo que en la actualidad es difícil con el mercado inmobiliario como está”.
En este curso, hay cinco parejas acogidas al programa. A pesar de la crisis de la vivienda, la participación ha disminuido con respecto a los años previos a la pandemia. “Tenemos el reto de incrementarla. La demanda existe por parte del alumnado, pero a veces los familiares son reticentes a meter a desconocidos en casas de sus padres”, señala. El programa se desarrolla bajo el paraguas de la UMA, con controles antes, durante y después. De ahí que el trabajador social anime a los mayores a sumarse. Porque lo que falta es oferta (mayores), no demanda (alumnos).
El perfil de los mayores que se acogen a la iniciativa es de una persona de 55 años o más, la amplia mayoría mujeres, en situación de soledad o con alguna limitación. Cañizares aclara que tienen que ser independientes y vivir en Málaga capital. Por su parte, los estudiantes deben cursar estudios en la UMA. Suelen tener recursos económicos limitados y casi el 90% son mujeres.
Durante cada jornada, Pamela se va a clase y Maricarmen a sus actividades en el centro de día. “Cuando llego, me pregunta cómo me ha ido, si he comido. Yo la acompaño a la compra, a buscar los audífonos si tiene que recogerlos y, si no hace frío, a caminar para que se despeje un poco”. Así, ambas se cuidan. Maricarmen dando cobijo a esta nieta singular y Pamela, acompañándola como a esa abuela que dejó en Ecuador.
Casi 200 personas beneficiarias desde el curso 1992-93
El Programa de Alojamiento con Personas Mayores de la UMA se puso en marcha en el curso 1992-93. Desde entonces ha acogido a casi un centenar de parejas (mayor-estudiante). Ello significa que casi 200 personas se han beneficiado de él. Desde su creación hasta 2014 fue creciendo y se consolidó hasta alcanzar unos 30 beneficiarios anuales, entre mayores y alumnos. A partir de ese año se produjo una ligera disminución, aunque se mantuvo en “niveles aceptables”, según Cañizares. Fue en la pandemia cuando se produjo un frenazo atribuible, entre otras causas, al riesgo de los mayores por su vulnerabilidad el Covid. En este curso, hay cinco parejas. Pero la UMA se plantea el reto de incrementar la participación por el beneficio que reporta a ambas partes.
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