La promoción inaugural de periodistas-politólogos de la UMA y la UGR 'se moja' ante el 23-J: "Hay que votar, votar y votar"
Seis alumnos del doble grado estrenado el pasado curso analizan la situación política a escasas horas de las elecciones generales
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Málaga/La primera avanzadilla de periodistas-politólogos de la UMA y la UGR lo tiene claro: las claves para el próximo 23-J pasan por “votar, votar y votar”. Aquellos que no lo hagan, explican, “no pueden quejarse”. Ellos son jóvenes, acaban de terminar primero de carrera, alguno ni siquiera ha podido todavía introducir la papeleta en la urnas por su edad (quizá eso motive su ilusión por el sufragio); pero da igual, porque derrochan un entusiasmo que, a buen seguro, les abrirá las puertas del análisis político y la confección de políticas públicas en unos años.
Y es que el doble grado de Periodismo y Ciencias Políticas de Málaga y Granada (implantado el curso pasado y dirigido de forma conjunta, por lo que los alumnos tienen que pasar una temporada en cada territorio) ha resultado ser un hervidero de vocaciones tempranas, un punto de encuentro para apasionados por la comunicación y la gestión, y uno de los pocos lugares de la región andaluza donde hay una cantera para ambos campos. Sobre cómo llegaron hasta ella hay tantas historias como alumnos.
Diego Montero, de 19 años, sabía “con total seguridad” que quería formarse como politólogo. También que quería estudiar un doble grado, sin embargo, ninguno de los que avistaba le convencía. Hasta que se topó con este. “Cuando lo descubrí me tiré de cabeza, vi la puerta abierta a mis dos principales inquietudes: transmitir información y tener herramientas para entender el futuro”. Y eso anda haciendo en estos momentos en la ciudad de la Alhambra.
Al ser preguntado por cómo ve la situación de la política española, no hace prisioneros: “Se ha convertido en un patio de colegio, en un festival del y tu más, en una bronca constante en la que, al final, es difícil apreciar algo constructivo”, afirma con rotundidad. Es por esto que los electores, “no viendo cumplida sus necesidades” por los dirigentes, “ven la política como algo lejano”. Aspecto al que, añade, contribuyen las redes sociales, “que no son una buena fuente” para estos temas.
Advierte, además, del problema que supone empezar a tomar decisiones que atañen a la sociedad al completo cuando se llega a la mayoría de edad: “Somos una generación que estamos a la misma vez construyéndonos como personas y decidiendo el futuro”, y siente que los partidos, a los jóvenes, “no nos tienen en cuenta para nada”.
Distinto es el caso de Alba Fusco, de 18 años, que, si bien se reconoce “contenta” hasta ahora con el devenir de los acontecimientos estudiantiles, apunta que los horarios de su curso de Periodismo de Málaga contienen “muchas horas muertas” entre asignaturas, lo que la ha obligado a pasar más tiempo del deseado recorriendo el campus en busca de entretenimiento. En cualquier caso, destaca, “todo ha ido genial”.
Alba se siente con ganas de casi acudir al colegio electoral por primera vez. En su caso, la convocatoria no tiene carácter de estreno por dos motivos: por un lado, porque ya lo hizo el 28 de mayo; por otro, porque votará por correo, lo que le resta cierta épica al trámite. Aun así, siente la ilusión que llevan aparejados los comienzos y cree con firmeza que el sufragio es “una de las mayores expresiones de libertad que tenemos”.
Una decisión que, aunque no ha preparado “de forma exhaustiva con una investigación de los programas”, sí lo ha hecho en la medida de las posibilidades de su tiempo libre. “Realmente, hay pocos partidos que se asemejen a lo que pienso mejor para nuestro país, pero sí, ya lo tengo decidido”, detalla. Cree que en España “hay tantas cosas que funcionan mal” que sería complicado contestar, aunque, haciendo un esfuerzo, indica que “falta empatía y respeto”; por contra, opina que “pese a algunas deficiencias”, lo mejor que tenemos es la sanidad pública.
La granadina Esther Guerrero, de 19 años, por su parte, lo tuvo cristalino desde un primer momento y, de todas las opciones que ofrecen las instituciones universitarias a lo largo de la geografía española, se decantó por este doble grado porque “siempre había querido ser periodista” y asimismo se sentía “atraída por la política”, por lo que pensó que el día de mañana, cuando el departamento de recursos humanos de cualquier empresa leyese su currículum, el suyo destacaría más.
El año inaugural, Esther, como delata su gentilicio, lo ha pasado en la UGR, donde ha cursado el primer curso de Ciencias Políticas, y aunque “no puede juzgar el grado al completo porque sólo ha vivido una parte”, sí puede decir que esperaba esta experiencia “diferente”: “Me habían avisado de que el primer año es así, se tratan conceptos muy generales e incluso pueden resultar aburridos, pero conforme se va avanzando te va gustando más”. Aunque lo explica sin dramatismos, porque “esto es algo que ocurre en todas las carreras”.
Algo más negra ve la situación política actual que, a su juicio, “está entrando en decadencia”. No obstante, y en contraposición con sus compañeros, no opina que se deba a los partidos sino “a nosotros mismos porque no vemos lo grave de la situación”, en referencia a una posible “pérdida de derechos y libertades” en el futuro. Piensa que todo el mundo debería interesarse por las decisiones colectivas. “La dejadez es muy absurda, de las elecciones depende tu futuro y el de tu entorno”, remacha.
Sergio Toral, de 20 años, ya había estudiado un año de Publicidad en la UMA, pero prefirió cambiar de aires y meterse en el doble grado, “sobre todo por la política”; decisión, al parecer, acertada, ya que no duda en indicar cuáles serían para él las medidas más importantes que debe fortalecer cualquier gobierno, entre las que resaltan el acceso a la vivienda y los servicios públicos; mientras que cree que lo que mejor funciona del sistema español es el proceso de integración en la Unión Europea.
En cuanto a los indecisos, dice “no entender muy bien” cómo en este extremo de la legislatura, con dos “modelos antagónicos” para decidir, aún haya quienes no tienen una opción clara, una falta de determinación que achaca al “bombardeo mediático de Twitter” y otras redes sociales.
Del doble grado en sí mantiene unas impresiones positivas y prevé que el próximo año, cuando tenga que hacer las maletas y mudarse a Granada para estudiar el siguiente curso, “puede ser una experiencia interesante”, pese a que, si fuera posible, “preferiría no moverse” de Málaga.
Otro de los más tempraneros en el mundillo es Teo Sánchez, de 18 años, quien afirma que “la parte de política no es como la esperaba”, ya que le resulta demasiado técnica. “Tiene partes de derecho, administración…”. Las que constituyen un mayor interés para él son las “centradas en las ideologías”, aunque comprende que al principio el asunto sea “más introductorio” y que con el paso del tiempo “mejorará”.
Insiste en que la mejor vía que los ciudadanos tienen para informarse es leyendo los programas electorales y viendo entrevistas en medios de comunicación. “Ahí se ve todo el proceso, se descubre si en el pasado legislaron en sentido contrario y ahora proponen o dicen otras cosas”. Pese a su edad, ya se ha dado cuenta del quid de la cuestión. “Todos pueden prometer cosas, distinto es que las cumplan”.
Enumera los “éxitos” de los últimos años de legislatura con rapidez. Para él, van desde las “medidas extraordinarias tomadas por la covid-19” hasta el “alto índice de vacunación”. Le parece menos propicio el “giro” de algunos bloques ideológicos. “La izquierda, por ejemplo, afirma ser muy ecológica, pero después rechaza la energía nuclear, que es más verde”, cuenta. También da algún que otro garrotazo a los periodistas que moderaron el debate cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, pues cree que deberían haber “intervenido más” y rebatir los “datos falsos”.
Carolina Mejías, de 18 años, sorprende al otro lado de la línea telefónica por su torrente de ideas y análisis. Es uno de esos casos de periodista en ciernes que lleva el oficio en la venas. Tenía claro que quería dedicarse a ello “desde que cursaba primaria”, no obstante, cuando vio el doble grado, y una vez decidido que se iba a “aventurar a la universidad”, optó por matricularse y sacarles el máximo provecho a ambos. “No he llegado hasta aquí sólo para intentarlo”, lanza casi desafiante. Está “muy contenta” de haber empezado por la parte que más le gusta.
Se siente particularmente “orgullosa” de que sus amigos y conocidos de su misma edad tengan decidido acudir a las urnas el próximo 23-J. Máxime en tiempos en los que “se dice que los jóvenes no tenemos ánimo de nada”. Pero teme que sus decisiones puedan estar “influenciadas por el bombardeo de las redes sociales y las opiniones ajenas”. Ella, consciente de la “gran responsabilidad” que supone el derecho a sufragio, ha decidido tomárselo “con calma” en la recta final de la campaña, “leer mucho” y “tener criterio propio”.
Realiza un análisis exhaustivo de la situación, optando por medidas de consenso. Una de las cosas que le merecen una opinión negativa es que a la hora de hacer algunas leyes “no se hable siempre con todas las partes implicadas, se deje de lado a algunos sectores y la investigación sea tan poco exhaustiva”. Y lamenta que “el populismo sea tan efectivo”, de manera que hunos y hotros (con ‘h’ unamuniana en este caso) estén dispuestos a tirarse los trastos a la cabeza “por cualquier cosa”.
Todos los alumnos consultados, asimismo, expresan que, de estar dentro de sus posibilidades, entrevistarían a los candidatos de los grandes partidos “sin ningún tipo de problema”. Ninguno rehuiría a hacerlo, porque, a pesar de que puedan “coincidir más o menos” con sus ideas, saben que es “necesario dar espacio a todas las voces”. Un detalle más en el que es posible atisbar el gran potencial de estos próximos periodistas-politólogos.
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