Una provincia castigada por su clima
riadas
Málaga es una zona de gran riesgo de inundaciones por los recurrentes episodios de torrencialidad
El problema es que los efectos se multiplican por no respetar los ríos
Málaga/Hace una semana que parte de Málaga se despertó de nuevo bajo una amenaza de inundaciones que se consumaron con la primera luz del día. Una mujer fallecida, decenas de evacuados, casi un millar de incidencias y cuantiosos daños valorados en millones de euros en una decena de municipios. Un reguero de desastre y destrucción al que desgraciadamente la provincia está expuesta por su situación y un particular clima que la expone a estos fenómenos con demasiada frecuencia.
La historia reciente se ha encargado de corroborar este peculiar castigo en forma de recurrentes trombas de agua que dejan a su paso un panorama caótico y del que cuesta recuperarse. Pero la naturaleza no es la única mala de la película, simplemente juega su papel. El problema está en el poco miedo que infunde a la hora de la verdad porque la realidad es que poco o nada se hace para minimizar los efectos de su lado más cruel. Los ríos y arroyos son ocupados y modificados por todo tipo de construcciones que en caso de estos fenómenos extremos suponen un peligroso obstáculo para que el agua siga su curso y el resultado ya es bien conocido por todos.
Un ejemplo claro es lo que ocurre cada vez que llueve con esta intensidad en el río Guadalhorce. Siempre son las mismas casas las que se inundan, las mismas que están construidas en el lecho de inundación del cauce y que todos de una u otra forma consienten. El catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga, José Damián Ruiz Sinoga, lo explica rotundamente al asegurar que "el río siempre se ha desbordado cuando llueve de esa forma, lo que pasa es que antes se inundaban sólo cultivos y ahora son casas, polígonos, ganaderías y, en definitiva, elementos que no tendrían que estar bajo ningún concepto ahí".
Máxime, cuando el río Guadalhorce ha sido históricamente el gran protagonista de muchos de los episodios de inundaciones que han sufrido las poblaciones ubicadas a lo largo de su recorrido. 31 han sido los sustos dados por este río en 153 años. Y eso sin contar capítulos de inundaciones recientes, como las sufridas en toda la parte media y baja del río en febrero de 2010, las de finales de septiembre de 2012 que también tuvieron efectos catastróficos en los municipios donde nace y las últimas del domingo pasado.
Rara es la zona situada a lo largo de su cuenca que no se haya visto afectada por una avenida o el desbordamiento provocado por el Guadalhorce, que abarca una superficie de 3.247,5 kilómetros cuadrados pertenecientes a 45 municipios. Pero hay algunos que se han llevado la palma, según el registro que incluye el estudio hidráulico para la prevención de inundaciones y para la ordenación de este río, encargado por la Junta de Andalucía a la consultora Sener y que suscitó en su día una gran polémica por las limitaciones que podía suponer a los desarrollos previstos en el Plan general de Ordenación Urbana (PGOU) de Málaga. Precisamente la capital ha sido históricamente uno de los municipios que más ha sufrido los devastadores efectos del río entre 1855 y 2008. Las más sonadas y unas de las más graves ocurridas nunca fueron las acontecidas entre el 14 de noviembre y el 9 de diciembre de 1989, y que también afectaron a otros municipios de la cuenca.
También en la capital tuvo lugar una de las peores inundaciones que se recuerdan provocadas por el desbordamiento del río Guadalhorce. Fue el 30 de octubre de 1955 y en aquella ocasión se vieron afectadas unas 5.000 personas, entre ellas tres víctimas mortales. En septiembre de 1907, el Guadalhorce volvió a golpear a la capital y murieron cinco personas. Otra víctima mortal se cobró el río el 30 de noviembre de 1880 en la capital malagueña, donde hubo numerosos daños materiales.
Casi un siglo después, el 10 de noviembre de 1978, una avenida volvió a dañar a algunos barrios cercanos a la desembocadura del río Guadalhorce. Diez años más tarde, el 1 de octubre de 1988, se produjo lo que los expertos llaman un episodio torrencial virulento que afectó a Málaga, Coín y Cártama donde el nivel del río subió tanto que el agua superaba la altura de los árboles. El 15 de diciembre de 1995, las primeras lluvias que ponían fin a una dura sequía de cuatro años, provocaron de nuevo el desbordamiento del río.
La realidad es que 73 puntos de la cuenca del río Guadalhorce presentan riesgo de desbordamiento en mayor o menor medida en caso de intensas lluvias. Núcleos urbanos, viviendas aisladas, infraestructuras viarias básicas, zonas industriales, invernaderos e incluso en la población están expuestos a una avenida con un periodo de retorno de 50, 100 o 500 años.
"Ignorar cómo funciona una inundación es un lujo demasiado caro"
"Ignorar o desconocer el funcionamiento de las inundaciones en Málaga es un lujo demasiado caro para que se lo puedan permitir las administraciones y los vecinos que viven en zonas inundables". Así de contundente se muestra Antonio Gallegos Reina, doctor en Geografía y Ordenación del Territorio y profesor de la Universidad de Málaga, que acaba de escribir un libro que incluye 50 medidas preventivas para actuar frente a los riesgos naturales en la provincia. Y actuar preventivamente "no es ni construir un nuevo puente sobre el Guadalhorce ni dragar los ríos ni encauzarlos", señaló. Lo primero, en su opinión, "solo evitaría desbordamientos en una zona muy concreta y a un precio altísimo", mientras que el dragado o encauzamiento de los ríos "alteraría el estado de equilibrio evitando inundaciones en ciertos puntos pero provocándolas con mayor brusquedad y de manera inesperada en otros nuevos sitios". Así, el experto considera que la primera medida debería ser la realización de un plan específico de prevención de inundaciones en los municipios del litoral malagueño y en los del valle del Guadalhorce. Otra medida importante, en su opinión, sería informar a la población de las zonas con riesgo de inundación porque "no debe ser una información que se quede en el cajón del alcalde o del concejal de urbanismo ya que podríamos evitar situaciones trágicas como los rescates que hemos visto con helicóptero, o peor aún, el caso de la joven fallecida en Estepona".
No hay comentarios