Estos son los pueblos de Málaga con menos de 300 habitantes

Del listado, hay dos municipios en los que no llegan ni a 200 personas

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Vistas del pueblo de Atajate en Málaga.
Vistas del pueblo de Atajate en Málaga. / Javier Flores

La provincia de Málaga cuenta con 1.751.600 habitantes y la capital es la que mayor población recoge de todo el territorio, con 586.384 personas. Aunque es un territorio que cuentan con grandes poblaciones como Marbella (156.295), Mijas (91.691), Fuengirola (85.598) o Vélez-Málaga (85.377), también tiene localidades en las que no hay censadas más de 300 personas. Son solo 9 los pueblos que cumplen esta característica y de ellos dos no llegan a 200. Atajate es el municipio malagueño con el menor número de habitantes de la provincia, contando con 185 (datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadísticas en 2023). Le sigue de cerca Salares, con dos habitantes más, 187.

Les siguen, en cuanto a menor número de habitantes dentro de la provincia, los municipios de Benalidad, Cartajima o Júzcar. Salvo Salares (Axarquía), el resto de poblaciones de menos de 300 habitantes se encuentran en la Serranía de Ronda, en el interior de la provincia (las ciudades con mayor población las encontramos en el litoral, sobre todo concentrado en la Costa del Sol).

Lista de los pueblos de Málaga de menos de 300 habitantes

Los pueblos malagueños de menos de 300 habitantes son los siguientes, de menor a mayor población:

  1. Atajate, 185
  2. Salares, 187
  3. Benadalid, 230
  4. Cartajima, 232
  5. Júzcar, 243
  6. Pujerra, 279
  7. Faraján, 280
  8. Parauta, 280
  9. Alpandeire, 281

Atajate, el pueblo más pequeño de Málaga

El municipio de Atajate se encuentra entre los valles del Guadiaro y del Genal, a 750 metros sobre el nivel del mar, y es el pueblo más pequeño de la provincia de Málaga. Esta localidad conserva un legado vivo de tradiciones artesanales, entre las que destaca la elaboración de mosto casero. Esta actividad se mantiene gracias a los viñedos que aún sobreviven en sus tierras, formando parte de los pueblos blancos de la Serranía de Ronda.

También posee grandes muestras arquitectónicas. Las fachadas de muchas de sus casas aún mantienen el estilo del siglo XVIII. Entre sus construcciones más emblemáticas destaca el lavadero público, en recuerdo de la cotidianidad de su pasado. El epicentro social del pueblo es la Plaza de la Constitución, presidida por una antigua cruz de piedra caliza. Muy cerca de este enclave se alza la Iglesia de San José, una edificación del siglo XVIII que fue restaurada en el siglo XIX, y que añade un toque de majestuosidad a la pequeña localidad.

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