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El Paseo de la Farola sigue el trazado de la prolongación del Muelle Viejo, que en el siglo XVIII dio lugar al dique de levante y que a su vez propició la aparición de una lengua de tierra sobre la que posteriormente se levantó el barrio de La Malagueta, hasta el singular faro del puerto malagueño que tiene la particularidad de recibir un nombre femenino. Fue construida en 1817 siguiendo un proyecto del ingeniero Joaquín María Pery y constituye uno de los símbolos más reconocidos de la ciudad. Durante el siglo XIX el camino que llevaba a la Farola se consolidó como un espacio de paseo y ocio de los malagueños, lo que determinó su calificación como paseo. Además, conducía a la playa reservada a las mujeres, que contaba con vigilancia militar para evitar a los mirones, según explica el historiador Víctor Heredia, que añade que la casi continua presencia del viento en esta zona dio lugar a la frase dedicada a los pesados de "vete a tomar viento a La Farola".
La posición elevada de La Farola y la baja altura de los edificios permitía ver la plaza de toros y el monte Gibralfaro completamente sin vegetación y sin edificaciones. Esta imagen del monte fue la habitual durante siglos, ya que para que el castillo cumpliera su función de vigilancia y defensa no podía estar rodeado de vegetación. Además se distinguían la coracha -pasillo amurallado que une dos fortalezas- marítima de la terrestre. Esta última comunicaba la Alcazaba y el Castillo de Gibralfaro y se conserva, incluso se ha llegado a plantear utilizarla en las visitas y hasta colocar un funicular en su interior. La marítima, en cambio, protegía la comunicación entre la Alcazaba y el puerto, y su trazado dio lugar en el siglo XIX a un popular barrio conocido como La Coracha.
El recinto portuario aparece con numerosos barcos de pequeño y mediano tamaño. Predominan los veleros, aunque hay algún buque mixto de vapor y vela. Los árboles del Parque ya van cogiendo porte, pero todavía los jardines se ven con poca vegetación. El cambio de imagen del monte Gibralfaro después de la repoblación forestal realizada hacia 1940 y de la construcción del parador y de varios edificios en su cara más visible, la desaparición de La Coracha, la consolidación de la masa verde del Parque, el surgimiento de un barrio de altas torres de viviendas en La Malagueta y la reciente reconstrucción del Paseo de la Farola para dar lugar al espacio lúdico-comercial del Muelle Uno vienen a resumir las profundas transformaciones que ha sufrido esta vista de la ciudad en el último siglo.
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