La punta de lanza de la Policía: GOES
Son la fuerza de choque de la Policía Nacional de Málaga, agentes de élite que han participado en la resolución de secuestros y en la detención de los más peligrosos delincuentes de la Costa. Ellos son el alma del Grupo de Operaciones Especiales
El Rey Juan Carlos acaba de llegar a Ronda. Centenares de personas le dan la bienvenida. Desde las alturas son vigilados a través de la mira telescópica de un Mauser SG 66. Es uno de los dos agentes del Grupo de Operaciones Especiales (GOES) de la Comisaría Provincial de Málaga que forman parte del equipo de contrafrancotiradores. Su compañero está a bordo de un helicóptero policial que sobrevuela las alturas. Es el momento de que el trabajo de planificación realizado los dos días previos dé sus frutos. Nada puede quedar a la improvisación.
El resto de la unidad también ha tomado posiciones junto a los efectivos de la Unidad de Intervención Policial (UIP), pero ellos tienen que tratar de pasar desapercibidos. La discreción también es un arma. Todo sospechoso debe estar controlado y hay que intervenir cuanto antes para que la normalidad sea la tónica. El estudio del recorrido, de sus posibles puntos débiles y la selección de los lugares en los que se deben apostar los agentes especialistas es básico para minimizar la posibilidad de que se produzca ningún incidente.
Don Juan Carlos cumple su agenda de actos uno tras uno. La visita ha sido un éxito en todos los aspectos. Las crónicas y las imágenes de televisión describen y analizan con detalle cada gesto y palabra del Rey, aunque pocos se han percatado de la presencia del Grupo de Operaciones Especiales. Han sido su sombra y un pilar importante en su seguridad. Los agentes de esta unidad regresan a su base a la espera de que el teléfono suene otra vez. Puede hacerlo a cualquier hora y lo que tienen claro es que se enfrentarán a personas extremadamente peligrosas.
Como si fueran los lanceros de los tercios españoles de Flandes, los efectivos de esta unidad de élite son la vanguardia de la Policía Nacional de Málaga en las operaciones que conllevan mayor peligrosidad. Un riesgo que se ha ido incrementando desde hace 17 años, fecha en la que el grupo comenzó a operar en la provincia y en el resto de Andalucía oriental. "Antes los delincuentes llevaban revólver; ahora, fusiles y otras armas de repetición. Hace unos cinco meses participamos en la desarticulación de una banda de argelinos que llevaban chalecos antibalas y tenían cinco granadas", señala uno de sus miembros.
El acceso al GOES requiere un duro entrenamiento de siete meses en el que el factor psicológico tiene más peso que el físico -"La forma se consigue con el entrenamiento"-. Sus agentes, que cada dos años tienen que pasar su particular reválida para seguir perteneciendo a la unidad, deben dominar disciplinas tan variadas como la escalada, el buceo, la conducción evasiva o distintas modalidades de tiro. Unos conocimientos que después aplican en su día a día y que engrasan con un duro plan de preparación semanal .
El inspector responsable de la unidad explica que el éxito de una operación se encuentra en no dejar nada a la improvisación. "Antes de actuar realizamos un trabajo previo de preparación. Estudiamos la zona, a los delincuentes y el medio de apertura más idóneo", señala, al tiempo que precisa "que siempre hay que tener un plan B por si las cosas cambian".
Pero un miembro del Grupo de Operaciones Especiales es consciente de que hay situaciones en las que hay que trabajar contrarreloj. Ése fue el caso del secuestro de una niña ocurrido en La Palmilla el 24 de marzo de 2006. Un padre de familia propinó una paliza a su esposa y, cuando ésta acudió a la comisaría de la barriada para denunciarlo, se atrincheró en la vivienda con su hija pequeña y amenazó con acabar con su vida tirándola por el balcón si la Policía se aproximaba.
El rapto comenzó a prolongarse en el tiempo. A pesar de que el negociador intentaba que se entregara, éste no desistía y comenzó a bloquear los accesos a la vivienda con colchones y muebles. Cuando la negociación se agotó, entró en escena el GOES. Sus miembros se hicieron con planos del domicilio, estudiaron sus exteriores y se dividieron en dos subgrupos. La vía de entrada elegida era una de las ventanas, para lo que iban a tener que ser izados por una escalera de bomberos, pero había que sopesar todas las posibilidades y otros de estos efectivos se apostaron en la puerta de entrada con un ariete por si era necesario derribarla.
La calle estaba repleta de ciudadanos y los fotógrafos inmortalizaron una escena que duró unos segundos. Los agentes irrumpieron en la casa por la ventana y redujeron al delincuente. Salieron entre aplausos en una barriada en la que no son especialmente queridos.
El responsable de este grupo de élite manifiesta que en esta intervención, como en la mayoría que llevan a cabo, el factor sorpresa fue fundamental. Lograr unas décimas de segundo puede ser clave para que el objetivo no tenga tiempo de armarse y repeler la operación policial. "Hasta ahora no hemos tenido que abrir fuego", señala como muestra de la preparación y profesionalidad que destilan en sus intervenciones.
La psicología también tiene un papel preponderante. El color negro de su indumentaria, el uso de pasamontañas y chalecos y cascos antibalas provoca una cierta parálisis en el delincuente que concede un tiempo muy valioso.
Los miembros del GOES de la Comisaría Provincial se sienten unos privilegiados porque posiblemente sean los que más se aproximen a sus compañeros del Grupo Especial de Operaciones (GEOS). El subinspector, que perteneció varios años a esta última unidad, señala que el grupo de Málaga es el que más intervenciones realiza del país y que, por la idiosincrasia delictiva de la Costa del Sol, la variedad de las mismas es aplastante. "En mis primeros tres años hice más operaciones que en todo el tiempo que estuve en los GEOS", asegura, y describe la dureza de las pruebas de acceso "en mi promoción, de los 47 policías que comenzamos, únicamente terminamos el curso 16".
Este agente representa el compromiso y la pasión de cada uno de los miembros de la unidad. "Morirá con las botas puestas", señala el oficial, que ingresó hace dos años y que ejemplifica con su historia qué atrae a un policía a convertirse en un miembro del Grupo de Operaciones Especiales. "He estado en grupos de Policía Judicial y me gustaba investigar, tirar del hilo, pero me quedaba con una sensación extraña cuando, a la hora de detener a los delincuentes peligrosos, entraba en escena el GOES. Me decía: 'Yo quiero estar ahí, en el último escalón", explica mientras se quita el chaleco antibalas. "Para mí esto es un placer, disfruto con todo lo que hago, porque antes lo hacía en mi tiempo libre".
La filosofía del grupo es clara y queda evidenciada viéndolos entrenar. Saben que la unidad es básica para el éxito de las misiones. Una unión y compañerismo que les ayuda a sobrellevar los sacrificios que deben hacer sus seres queridos. Cuando deben alejarse de sus familias porque una llamada telefónica los ha reclamado. No saben que les depararán las próximas horas, pero son conscientes de que la tranquilidad es efímera para ellos.
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