Reconstrucción del presunto asesinato de José Carlos a la salida de una discoteca en Málaga: Vidas atropelladas
Sucesos
De momento, solo ha ingresado en prisión el conductor del vehículo implicado en el atropello, mientras que el copiloto ha quedado en libertad provisional
MÁLAGA/Todo transcurría con normalidad la madrugada del pasado domingo en la discoteca que se sitúa en la avenida Isaac Peral de Málaga capital. Fiesta, música y mucha diversión. Pero, sobre las 6:35, el destino se truncó para José Carlos, un chico “humilde, noble y leal”, pero sobre todo con “devoción por su abuela”. Así lo definen sus seres cercanos.
Se crió en la barrida de El Ejido y fue al colegio de Los Salesianos, a pocos metros de la casa en la que había vivido toda su vida. Eras hijo único y apenas tenía recuerdos de su padre, pues falleció a los pocos meses de que naciera. Su madre y su abuela eran los pilares de su vida. “Vivía con ellas y las cuidaba mucho”, aseguran algunos de sus amigos.
Pese a la apariencia que pudiera causar en un primer momento debido a la cantidad de tatuajes que ilustraban su cuerpo,“jamás se metía en problemas ni miraba mal a nadie”. Además, lo recuerdan cimo un chico responsable. “Él era el único que te decía que tuvieras cuidado si hacías alguna tontería con el coche mientras el resto se reían”, señalan.
Aunque José Carlos se levantaba todos los días a las 6:00 horas para ir a trabajar y “volvía a las tantas”, excepto el fin de semana, aprovechaba los momentos libres para estar con sus hermanos, aunque no fuesen de sangre. “Raro era el día que no nos veíamos”, cuenta uno de ellos. Les gustaba ir a cenar camperos, jugar en la playa, fimar cachimba en cualquier tetería o ver el fútbol juntos. ¿Lo importante? Verse y ya buscaban cualquier cosa para hacer, expresan.
Una de las grandes aficiones de José Carlos que, además compartía con el resto de miembros del grupo, era su pasión por el Málaga CF. Pertenecían al Frente Bokerón, el grupo de animación más antiguo de La Rosaleda. También le gustaba la música, “lo bailaba todo”, detalla uno de sus compañeros. Aunque no lo hacía todos los fines de semana, disfrutaba cuando salía de fiesta junto a los suyos.
Aquella madrugada, la del 15 de mayo, festejaban el cumpleaños de Fernando –uno de sus amigos– en Akari, una discoteca situada en el polígono Valdicio, y el ambiente era bueno. Reían y bailaban. Todo apuntaba a que sería una noche de esas que terminan bien.
Sobre las 6:30, las luces del local se encendieron y el grupo de amigos salió. José Carlos se quedó más rezagado y le perdieron durante unos minutos la vista, recuerdan.
La siguiente imagen que tienen del joven es cayéndose “a plomo” tras ser golpeado en la cabeza con una botella, que le hizo perder el conocimiento. Dos amigos y su novia corrieron a auxiliarlo. Adrián, uno de ellos, cuenta que le levantó las piernas rápidamente para que le llegara más sangre al cerebro.
De repente, un Golf GTI de color blanco comenzó a acercarse hacia ellos a gran velocidad. No les dio tiempo a reaccionar y fueron embestidos. “Yo cuando lo vi ya estaba encima mía”, recuerda Adrián. Aunque no sabe detallar la velocidad exacta a la que circulaba, confirma que “iba muy rápido. A 50 kilómetros seguro que no”.
A Miriam, la novia de José Carlos, solo le dio tiempo a ver cómo avanzaba el coche hacia ellos y, tras esto, no recuerda nada más hasta que abrió los ojos, pasados 20 minutos, en el hospital.
José Carlos falleció en el acto. Adrián sufrió varias lesiones, entre ellas una fractura en el fémur y otra en la cadera. El segundo amigo, un traumatismo renal, y Miriam –la pareja del joven que perdió la vida– heridas que no revistieron gravedad.
Pese a las dolencias físicas, ni Adrián ni Miriam se quejan, han vuelto a nacer y son conscientes de ello. Sin embargo, han perdido a uno de sus compañeros en el camino y piden justicia. “Solo espero que el juez tenga la mano dura y que todos los responsables de su muerte paguen”, manifiesta Adrián. “Se han cargado a una persona inocente”, señala, al tiempo que apunta: “Esto no tiene ni olvido ni perdón”.
Los recuerdos de Miriam aquella noche son difusos. Una de sus amigas le contó que tras el atropello la trasladaron a un centro sanitario en ambulancia, pero ella no era consciente de nada. Perdió el conocimiento mucho tiempo. De su estancia en el hospital también tiene muchas lagunas debido a la medicación que le suministraron para calmarle los dolores y mantenerla tranquila.
El lunes fue cuando se enteró de que había fallecido su José Carlossu –así le gusta referirse a él– confesaba a este periódico. Emocionada, relataba que lo duro comienza ahora que “es consciente de la realidad”.
Se conocieron hace diez meses. Ella, de Las Flores y él de El Ejido. Miriam no sabía quiém era José Carlos, pero él sí sabía quién era ella, ya que la había visto en redes sociales. El primer contacto se produjo en una discoteca. Comenzaron a quedar y desde hacía dos meses se veían más frecuente. Pretendían “formalizar la relación”, cuenta la joven. Una de las aficiones que compartían cuando estaban juntos era ver series y vídeos de YouTube.
Aquella trágica noche, cada uno había salido con su grupo de amigos y allí se encontraron. Disfrutaron de la fiesta como otra cualquiera. Y es que no era la primera vez que asistían al local. Su amigo Adrián asegura que nunca han tenido ningún problema con el establecimiento y, además, reconoce que tenían “muy buena relación con los porteros”. Así lo confirma también el encargado del establcimiento: “No era un simple cliente, era un amigo. Llevaba viniendo aquí mucho tiempo”, indica.
Asimismo, Akari cuenta que ha puesto a disposición de los investigadores la grabación de las cámaras exteriores del local para tratar de esclarecer los hechos.
El conductor y el copiloto del coche que atropelló a los jóvenes se entregaron un día después del suceso en la Comandancia de la Guardia Civil de Alhaurín de la Torre y este jueves el Juzgado de Instrucción número 13 de Málaga ordenó el ingreso en prisión tan solo del conductor. El segundo detenido quedó en libertad provisional, con la obligación de comparecer en sede judicial cada 15 días.
Y es que, aunque Adrián no pudo ver quién le golpeó a su amigo, está convencido de que los presuntos responsables del atropello no son los mismos. Según relata, algunos porteros de la discoteca le han asegurado que los que propinaron el golpe a José Carlos tenían más botellas y, al parecer, también lanzaron una al coche que posteriormente los atropelló. "Ellos pensaron que se la habíamos tirado nosotros y por eso vinieron a embestirnos", relata.
Las grabaciones exteriores de la discoteca no alcanzaron a captar el impacto en la cabeza que propinaron a José Carlos con una botella ni el posterior atropello. Sin embargo, el encargado apunta que en las imágenes se puede observar al copiloto coche con una botella en la mano momentos previos al atropello. A su juicio, los supuestos agresores del golpe y del arrollamiento con un coche son los mismos, pese a la versión de Adrián.
No obstante, la investigación policial aún continúa abierta para tratar de reconstruir la historia y averiguar si hay más implicados en la agresión a José Carlos.
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