El rentable negocio de la marihuana

lucha contra el tráfico de drogas

El cultivo en interiores cuida al extremo los nutrientes, el calor y la humedad porque a mayor peso y pureza de las plantas, más ganancias para su productor

Un guardia civil observa una fotografía de las plantas intervenidas en una operación. / Javier Albiñana
Leonor García

03 de diciembre 2017 - 02:04

Málaga/Rara es la semana en que no hay intervenciones de plantas de marihuana. Se reparten por toda la provincia. En ocasiones los cultivos están en sofisticados viveros interiores y otras, al aire libre entre limoneros. Unas veces las incautaciones las hace la Guardia Civil y otras la Policía Nacional. Siempre, el objetivo de los que desarrollan esta actividad ilegal es la rápida y jugosa obtención de beneficios porque se trata de un cultivo muy rentable: a razón de 1.500 o 2.000 euros el kilo. El teniente jefe de l Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Málaga, Miguel Ángel Ruiz, cree que hay un incremento de la producción de esta planta, pero también que ahora esa fuerza de seguridad informa más de las incautaciones realizadas. "Pero cualquier estadística que demos es falsa porque sólo se tiene lo que se pilla", matiza.

Cuanto más gramos se obtengan de cada planta y cuanto más pureza alcance, mayor rentabilidad; más caja. Así que prosperan los cultivos indoor en los que -como verdaderos agrónomos- los productores extreman todos los detalles. Desde la calidad de las semillas, los nutrientes para el suelo, los grados de humedad del ambiente, la temperatura del entorno...

Otros detalles, en cambio, se cuidan para que el cultivo pase inadvertido a las fuerzas de seguridad. Los productores ponen filtro de carbono para que el olor de las plantas no se detecte o hacen túneles para camuflar los cables que enganchan al alumbrado público, desde donde roban el fluido eléctrico. De esa manera, dificultan que la Policía o la Guardia Civil detecten un consumo anómalo y alto de electricidad, que podría ser la pista para ser descubiertos. Así no sólo se ahorran la abultada factura de la luz que es necesaria para dar calor a las plantas, sino que además evitan que se localice su actividad ilegal por un alto consumo de un usuario determinado.

Por esta práctica, quienes desarrollan la actividad incurren en un delito contra la salud pública -por cultivar marihuana-, pero también de defraudación del fluido eléctrico. Es habitual que también se sume una tercera figura delictiva; la del blanqueo, dado que las ganancias se introducen al circuito legal mediante ingeniería financiera. El teniente de la EDOA pone como ejemplo la intervención de la Guardia Civil en mayo pasado en la que se intervinieron más de 500.000 euros en efectivo.

En la provincia se cultiva marihuana, pero también se envasan remesas traídas desde Granada. Ruiz cree que esta provincia es la mayor productora de Andalucía. Cuenta la anécdota de que en una reciente operación en esa ciudad, iban con el coche cerrado y olía tan intensamente a marihuana que parecía que habían metido varias plantas en el vehículo. Pero no, el olor venía de fuera, de las calles...

El cultivo de marihuana está penado con entre un año y tres de cárcel. La tibieza del Código Penal español a la hora de castigar este delito y los menores precios pueden explicar la proliferación de la actividad. Mientras un comprador paga el kilo en España a 1.500 o 2.000 euros, en Alemania debe adquirirlo por unos 5.000.

Así que organizaciones de toda Europa compran por aquí. En las redes hay ingleses, holandeses, belgas, franceses, alemanes, croatas... La libre circulación de personas y mercancías que permite el Tratado de Schengen complica el trabajo de las fuerzas de seguridad porque dentro de ese espacio no hay aduanas. "Los malos se aprovechan de los fallos del sistema", apunta el teniente de la EDOA.

Ruiz cree que "es imposible que España sea el supermercado de Europa" en el suministro de marihuana. Pero está claro que no toda la producción es para consumo local. La labor de las fuerzas de seguridad no es fácil a la hora de perseguir este delito. Cuando el cultivo es al aire libre, los vecinos suelen alertar de la actividad. O si una vivienda tiene instalados "seis o siete aparatos de aire acondicionado", da pistas sobre una posible producción delictiva. Pero es más difícil de detectar cuando es de puertas para adentro. Ruiz recuerda una operación en Benalmádena en la que los miembros de la red construyeron un túnel a través de seis casas para disimular los cables con los que traían electricidad desde el tendido público.

Mas herramientas para una lucha policial global

El jefe del EDOA de la Guardia Civil de Málaga reconoce que ahora hay más herramientas policiales y judiciales para combatir el crimen organizado. Los agentes no tienen límites provinciales. "Nos movemos por donde se mueven los malos. Es la única manera porque los delincuentes se mueven por todos lados. Si la policía no se pudiera mover, cogeríamos sólo a los que guardan la mercancía", señala. Cuando se produce una incautación de plantas de marihuana, los agentes tienen que llevar muestras a Sanidad Exterior, para que certifique que efectivamente es una planta de marihuana, certificación que se convierte en una prueba. También se pesa porque el castigo penal puede variar según los kilos y, finalmente, se quema.

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