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Los mineros que sacaron a Julen
Son profetas en su tierra en las intervenciones más complejas y arriesgadas y ahora harán historia en Totalán. Toda España –y otras numerosas zonas de Europa– vivía con emoción la actuación de la brigada minera asturiana, que el jueves, de forma altruista, se adentró a 50 metros de profundidad de un pozo paralelo con pala, pico, un martillo neumático y un equipo de respiración para acceder hasta el pequeño Julen, que ya ha sido encontrado muerto tras permanecer atrapado durante casi 13 días en un pozo de 21 centímetros de diámetro y más de 100 metros de profundidad. Sergio Tuñón es el hombre que lidera la Brigada de Salvamento, que es “de élite” y está integrada por los “mejores que tenemos en el mundo”, explicaba el delegado del Colegio de Ingenieros de Minerías, Juan López Escobar, y coordinador del dispositivo de rescate del menor.
La admiración hacia los mineros se ha palpado todos estos días no solo en las calles, sino también en las redes sociales, que ahora se proponen conseguir que el grupo reciba el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2019. Más de 50.000 firmas en la plataforma Change.org atestiguan que así lo merecen por haber ofrecido su colaboración “poniendo en riesgo su integridad física, pero estando siempre por encima la vida del niño al que quieren salvar”. “Porque son héroes, porque son cercanos y porque se juegan la vida por los demás”, argumenta uno de los firmantes. La petición refleja “todos los esfuerzos y logros de esta brigada y su contribución totalmente desinteresada en esta causa”, en la que vuelcan su “experiencia conocimientos, fundamentales en esta triste operación”.
Y al otro lado, a más de 1.000 kilómetros, estaba, expectante, la familia de los mineros. Marcos Huerta es hermano de José Antonio, uno de los rescatadores que participa en la delicada intervención. “Cada día lo primero que hacía al salir de trabajar era llamar a mi madre para saber si ya estaban allí –en Totalán–”, recoge El Comercio. En la casa de otro de los mineros la tragedia entró hace unos años. El padre de Lázaro, Eduardo Augusto Alves, fue uno de los 14 fallecidos en uno de los mayores accidentes de la minería asturiana, la del pozo de San Nicolás en 1995. Fue esa “desgracia” la que, según sus allegados, “le ha hecho consagrar su vida a los demás”. Oliver es el hermano de otro de los brigadistas –Maudilio Suárez– con quien comparte centro de trabajo. “Llevamos días hablando de ello constantemente, es un apoyo mutuo”, recoge el citado diario.
Los mineros llegaron el martes a la zona tras haber sido desplazados por un avión fletado por el Ministerio de Defensa para colaborar en las tareas de rescate. Lo hacían con la “ilusión” de sacar a Julen con vida. Tras distintas complicaciones derivadas de la dureza del terreno no fue hasta el jueves cuando los efectivos pudieron descender a 50 metros de profundidad a través de una cápsula diseñada por el Consorcio Provincial de Bomberos para estas tareas. Accedieron al túnel vertical pasadas las 5 y media de la tarde. Su actuación se ha prolongado durante 32 horas.
Trabajaban en turnos de dos durante un tiempo de entre 30 y 40 minutos, teniendo que actuar de rodillas y con bombonas de oxígeno, en condiciones de extrema dificultad. El objetivo que se proponían era hacer una galería horizontal de cuatro metros para conectar el túnel con el que se encuentra Julen. Hasta cuatro microvoladuras tuvieron que efectuar para avanzar hacia el punto en el que podría estar.
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