Restos de hace 5.000 años junto a la Catedral: así fue la cata arqueológica que cambió la historia de Málaga
El sondeo para proceder a la instalación de una grúa para reparar el tejado del templo saca a la luz vestigios del Calcolítico, los más antiguos hallados hasta la fecha en la ciudad
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Como un descubrimiento que cambia la historia de Málaga. De esta manera, nada menos, se puede calificar el hallazgo realizado durante una cata previa a la instalación de una grúa para reparar el tejado de la Catedral. Y que, en un verdadero giro de guion, sacó a la luz restos del Calcolítico de hace entre 4.500 y 5.000 años, convirtiéndose en los más antiguos hallados a este lado del río Guadalmedina. A la par que otros tantos de civilizaciones posteriores, casi todos ellos en "muy buen" estado de conservación. "El sondeo era pequeño, de siete por siete metros y unos cuatro y medio de profundidad, pero ha arrojado una lectura completa de los orígenes de la ciudad hasta ahora. Es muy curioso que hubiera tanta intensidad comprimida", explica con ánimo Juan de Dios Ramírez, director de los sondeos arqueológicos.
A falta de las dataciones radiocarbónicas que aporten más detalles, Ramírez adelanta la gran cantidad de restos hallados en aquel cubículo. Lo primero en aflorar fueron viviendas almohades del siglo XIII, bastante tocadas debido al rebaje realizado en la calle Postigo de Abades, en la que se encuentran, hace décadas. Algo más hondo aparecieron restos de almacenes bizantinos y romanos de finales del siglo IV, entre ellos tres piletas para hacer salazón: la zona era un promontorio junto al mar y no es de extrañar que se encuentren restos de edificios u objetos destinados a tal fin en su subsuelo. Un hallazgo, este último, que dio al traste con las expectativas del equipo: los romanos acostumbraban a destruir lo que se encontraban debajo para proceder a la cimentación de las piletas, de manera que quedasen lo más firme posible. Pero ahí estaban, casi esperando que alguien los descubriese: restos feniciopúnicos y, unos palmos por debajo, otros tantos del siglo VII a.C junto a los más arcaicos documentados, y que a buen seguro ocupan los desvelos del equipo desde entonces.
Detalle que, a juicio de Ramírez, resulta de lo más sorprendente, ya que lo más antiguo encontrado en la ciudad hasta la fecha se encuentra en el entorno de San Pablo, en el barrio de La Trinidad, y son de la Edad del Bronce. Sí que hay vestigios de esta periodización, apunta, en zonas del interior, pero no en el Centro."Quizá los únicos que puedan acercarse sean los de Cortijo Zapata, en la zona del aeropuerto", dice el experto en tono un poco dubitativo.
El resultado de este crisol de culturas contenidas en un agujero, como ya adelantó El País y enumera a este periódico Ramírez, comprende desde cerámicas realizadas a mano, algunas bruñidas y espatuladas, hasta fuentes y orzas, pasando por huesos de fauna. Toda una amalgama que a ojos de un experto dicen mucho. Más allá de los objetos, los productos de consumo "delatan la existencia de una fábrica", cosa que también se atisba en el estado de los mismos, pues "no están rodados", signo de que han permanecido allí indelebles no solo al paso de la historia sino al de sus coetáneos. A este indicador se suma el trazado urbanístico, si cabe más claro, puesto que "las alineaciones de los muros originales se fueron reutilizando siglo a siglo desde el 700. a. C hasta el VII de nuestra era".
A estos vestigios, ya correctamente inventariados y desplazados a un lugar seguro, no obstante, todavía les queda un larguísimo recorrido por delante. Tanto en forma de investigación al crear una línea nueva como de exposición. Pero todo a su debido tiempo: la certeza, hasta ahora, es que una cata junto a la Catedral ha acabado por cambiar el curso de la historia malagueña. Que no es poco.
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