El nuevo reto del malagueño que ya montó una cocina de campaña en Paiporta: hará en vivo 1.000 pizzas gratis
Álvaro Faura vuelve a Valencia para instalar en plena calle una carpa con su propio horno
La cocina de campaña de un malagueño para que en Paiporta coman caliente los afectados por la DANA
En momentos de mayor dificultad, el instinto humano de cuidar al otro emerge con un poder transformador. Paiporta, declarada 'zona cero' de la Dana, es un perfecto ejemplo. Álvaro Faura fue uno de los que allí trabajó a destajo. En su caso, para que los afectados tomaran comida caliente. Con su cocina de campaña, que instaló en plena calle, repartía, aseguraba entonces, "unas 2.500 raciones diarias". Ahora se ha propuesto un nuevo reto ambicioso: preparar, en vivo, más de 1.000 pizzas estos tres días. De las "auténticas".
El malagueño replicará así la iniciativa en la capital del Turia con una carpa, donde montará su propio horno y llevará toda la infraestructura necesaria para prepararlas. No le falta experiencia. Álvaro ya se dedicó al negocio de las pizzas con dos restaurantes que regentaba y que, con la crisis de la Covid, tuvo que cerrar. "Se me dan muy bien. Hago una masa espectacular de 72 horas de fermentación. Aquí lo hago todo y, el resto, lo prepararé en Paiporta", explica. Su propósito, dice, es doble: que los valencianos disfruten de la buena pizza italiana y ayudar a quienes han vivido una situación dramática estos meses.
Con su habilidad para hacer pizzas y su espíritu solidario, Faura está listo para conquistar Valencia y que los vecinos puedan saborear una auténtica pizza italiana hecha con pasión y dedicación. Pero, eso sí, necesita recaudar fondos destinados a comprar los ingredientes a través de un distribuidor italiano. Por el momento, solo cuenta con un presupuesto limitado de 1.000 euros. "Utilizo los mejores quesos y tomates. Cada pizza italiana tiene un coste de 3 ó 4 euros", advierte.
Álvaro mantuvo durante 12 días los fogones encendidos en Paiporta, una de las zonas más devastadas por las inundaciones. Hasta allí se había desplazado desde Torre del Mar, donde reside, para colaborar "el tiempo que hiciera falta". "Es una locura ver a tanta gente pidiendo comida. No podemos negársela a nadie. Esto hay que vivirlo para entenderlo", manifestaba entonces a este periódico.
La suya, subrayaba, había sido una iniciativa pionera, porque aunque varias asociaciones ofrecían tuppers, "no cocinan" in situ y, al final, la comida "no llega caliente". Desde que llegó, el 1 de noviembre, no dejaron de sumarse voluntarios a la tarea. Junto a él participaban también otros chefs llegados de distintos puntos de la geografía, entre ellos un cocinero de Ibiza que "cerró su bar para poder venir aquí". "Hay quienes han traído camiones cargados con arena de gato o toallitas o se han quitado todo de sus despensas. Somos un ejército, con gente que dona, trabaja y ayuda. La solidaridad es máxima", reconocía el malagueño.
La voz se le quiebra al recordar los gestos de agradecimiento de cada persona que esos días se pudieron llevar un plato caliente. "Hasta el punto de llorar cuando le dábamos una crema de calabaza. Vinieron policías, bomberos y militares a recoger comida", detalla.
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