La ruleta rusa municipal

Se preveía un año convulso en muchos ayuntamientos de la provincia y así ha sido. De hecho, algunos no han esperado ni siquiera a que se cumpliera el primer aniversario de una corporación para dar el zarpazo y cambiar de manos la vara de mando de las alcaldías. Muchos intereses en juego, muchas ideas dispares, políticas encontradas, objetivos distintos... Una ruleta rusa en la que ya han caído cuatro alcaldes en apenas unos meses, otros están en la cuerda floja y habrá más casos en los tres años que quedan de mandato. Sálvese quien pueda parece ser la consigna entre representantes de, al menos, cuatro partidos con la irrupción de Ciudadanos y las sagas de Podemos en numerosas localidades, a los que hay que unirles Izquierda Unida y partidos locales.

El objeto de deseo de cualquier partido es obtener la mayoría absoluta en un municipio. Así no hay problemas. Nadie te tose y no es necesario ni pelearse con la oposición. Política de rodillo, lo llaman algunos, pero es lo que dictaminan los ciudadanos en las urnas. En las elecciones municipales de mayo los partidos alcanzaron esa mayoría total soñada en 73 localidades. El PSOE la tiene en 35 municipios, el PP en 23 -entre los que se encuentran Antequera, Fuengirola o Estepona-, Izquierda Unida en 9 y el resto son grupos locales. En los otros 30 municipios está tocando pelear a cara de perro, ha habido que tirar de pactos y algunos soportan mejor esas dependencias que otros. En Mijas ya se han hartado y han roto la baraja.

Era cuestión de tiempo que, viendo la atomización de concejales, empezaran a caer las mociones de censura como hojas secas. Los primeros en animarse, a finales de enero, fueron los concejales de Más Pueblo e Izquierda Unida en Cuevas del Becerro, que echaron del poder al socialista Joaquín Esquinas. El representante del PSOE lo tenía complicado. Obtuvo cuatro concejales en los comicios, pero IU contaba con tres y Más Pueblo con dos. A poco que hubiera entendimiento entre los dos partidos de la oposición estaba fuera. Bien porque no le dejaran gobernar si negaban todas las propuestas o bien porque, directamente, le hicieran una moción de censura, como finalmente se produjo. El nuevo alcalde, Cristóbal González (Más pueblo) -curiosamente el partido con menos concejales electos-, dijo en su investidura que iba a "trabajar, trabajar y trabajar" y agradeció los servicios prestados al anterior alcalde para limar asperezas. Su socio de IU fue más crítico y denunció que había proyectos paralizados como la construcción de un hotel municipal

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El siguiente cambio, por orden cronológico, se produjo en Alhaurín el Grande, aunque no fue por una moción de censura sino que el alcalde, Juan Martín Serón, cedió el testigo a su número dos, Toñi Ledesma, alegando "motivos personales y de salud". Antes de las elecciones, el caso de Alhaurín el Grande fue uno de los grandes culebrones políticos de la provincia. Martín Serón siempre representó al PP, pero fue condenado por el caso Troya y los populares se vieron forzados a prescindir de él y, lo que era peor, de los votos que el pueblo le daba. Martín Serón, junto a su equipo, abandonó el PP y se presentaron a las urnas como el partido independiente Por Alhaurín. Ganaron las elecciones con el 41% de los votos, pero se quedaron solo a un concejal de la mayoría absoluta. Justo, paradojas de la vida, el que tenía el PP. Sellaron un pacto, ratificado con la salida de Martín Serón, por lo que se prevé cierta estabilidad.

Apenas dos semanas después, los aires de cambio llegaron a Pizarra en medio de una tormenta de insultos y reproches. Las elecciones dejaron un tablero de juego peculiar, pero claramente de izquierdas. El PSOE ganó de forma muy ajustada y obtuvo cinco concejales. El PP consiguió otros cinco ediles e Izquierda Unida se quedó con tres. A priori, la lógica invitaba a un pacto PSOE-IU y aquí paz y después gloria. La socialista Ana Berlanga fue elegida alcaldesa y duró solo ocho meses. Los cinco concejales del PP y dos de IU -el tercero se abstuvo- se aliaron y provocaron una moción de censura que ha dejado al popular Félix Lozano al mando. La famosa pinza de Aznar y Julio Anguita de hace 20 años en contra de Felipe González al estilo pizarreño.

En cualquier caso, la moción de censura más mediática hasta la fecha se ha producido en Ronda, donde el PP ha tenido que ceder los trastos al PSOE. El PP, con la entonces alcaldesa María Paz Fernández a la cabeza, fue el partido más votado, pero con una mayoría claramente insuficiente para aguantar mucho tiempo las previsibles embestidas de la oposición, máxime cuando ésta estaba formada por cuatro partidos. El PP tiene siete concejales, el PSOE seis, APR y PA tres cada uno, e IU, dos. En marzo ocurrió lo normal en las esferas políticas. El PSOE, PA e IU juntaron fuerzas y desde el pasado 16 de marzo la nueva alcaldesa de Ronda es la socialista Teresa Valdenebro, creando así un pequeño agujero en el partido presidido por Elías Bendodo porque Ronda es uno de los mayores municipios de Málaga y había gobernado el PP allí en los últimos años. Se esperaba un pleno de investidura tenso, pero al final se mantuvieron las formas, algo que no se consiguió en Pizarra o Cuevas del Becerro.

El 24 de mayo hará solo un año de las elecciones municipales. Queda mucha tela por cortar, pero la tensión se masca en muchos salones de pleno y el resultado final es incierto. Apostar a que no habrá más mociones de censura en los próximos meses o años parece, a priori, tirar el dinero.

En la capital, el popular Francisco de la Torre mantuvo la alcaldía gracias a un acuerdo con Ciudadanos. Entre los dos suman 16 concejales, frente a los 15 de PSOE, Málaga Ahora e IU-Málaga para la Gente. El regidor siempre ha defendido la vigencia de ese pacto, aunque Ciudadanos, con Juan Cassá como portavoz, se ha mostrado más independiente de lo previsto, hasta el punto que ha criticado hasta la saciedad a De la Torre y le ha tumbado o intentado tumbar algunos proyectos. Las balas siguen en la pistola y quedan muchos disparos.