Ruta de los Cortijos de Cuevas Bajas: tras los pasos de los forajidos de la Cueva de los Ladrones
Senderismo y patrimonio
Este sendero se fusiona en varios de sus tramos con la senda de las Aldeas
Pedalear por los feudos de los norteños de Málaga
Donde la provincia de Málaga se asoma al valle del caudaloso río Genil se localiza el municipio de Cuevas Bajas, bastión que vigila la frontera con Córdoba, al borde norte de la comarca de Antequera. Esta hermosa villa conserva su fisonomía de pueblo andaluz, de calles estrechas y cortas con sus casas blanqueadas con cal, de grandes balcones y ventanas enrejadas.
Ficha
Ruta: circular.
Distancia: 23 kilómetros aprox.
Dificultad: fácil.
Inicio y meta: Cuevas Bajas.
Tiempo: 5 horas.
Cota mínima: 316 metros de altitud.
Cota máxima: 760 metros de altitud.
Con algo menos de 1.500 habitantes, a 323 metros sobre el nivel del mar, el origen de Cuevas Bajas parte de la creación de las aldeas de La Moheda y El Cedrón, que se construyeron durante la Reconquista para repoblar estas zonas deshabitadas y destinarlas a la explotación agrícola.
En una zona de frontera donde la vida nunca ha sido fácil: Cuevas Bajas se enclava en un paraje donde se cobijaron, durante buena parte del siglo XIX, algunos de los bandoleros más afamados del centro de Andalucía. Forajidos como 'El Tempranillo' hicieron que Cuevas Bajas recibiera el sobrenombre de la Cueva de los Ladrones.
Esta ruta de los Cortijos es circular, parte de y regresa a la plaza de la iglesia de Cuevas Bajas y ofrece una distancia de 23 kilómetros. Además, como la mayoría de las rutas, se puede hacer andando, pero también en bicicleta de montaña, una opción que cada vez cuenta con más adeptos en la provincia.
Bordeando el norte de Antequera, la senda serpentea por entre extensos olivares, y comienza una ascensión que tendrá su máxima altitud poco después de pasado los Cortijos de la Loma. Desde ese punto, el camino comenzará a descender hasta alcanzar la meta.
La senda arranca, lógicamente, hacia el sur, por la loma que separa los dos cursos de agua principales de la zona, el arroyo de Burriana y barranco Hondo. El río de Burriana marca al principio la línea entre Cuevas Bajas y Córdoba, pero a los pocos metros el cauce es la linde entre los municipios de Villanueva de Algaidas y Antequera.
El primer hito de la ruta es el cortijo Pajariego. Esta antigua alquería es, junto con el cortijo de El Conde, uno de los cortijos más importantes de Cuevas Bajas por la gran cantidad de terreno que alcanza y el gran número de trabajadores que reunía durante la temporada de aceitunas, principalmente.
Los cortijos que jalonan esta ruta dan cuenta de la importancia que este tipo de enclave tuvieron en la zona durante siglos. Un esplendor que aún se conserva en gran parte gracias al esfuerzo de numerosos trabajadores y jornaleros de la localidad. Así, muchas de las cortijadas se encuentran derruidas pero también nos toparemos con gratos ejemplos de reconstrucciones respetuosas con la forma de construcción tradicional y los elementos etnográficos originales.
Tras dejar atrás el cortijo Pajariego, podremos descansar nuestros músculos levemente gracias a un breve descenso en la senda que nos conducirá hasta el arroyo de Burriana, a casi seis kilómetros de distancia desde el comienzo de la caminata.
Este arroyo, que en Villanueva de Algaidas recibe el nombre de arroyo del Bebedero, es el principal afluente del río Genil en la comarca. Su caudal es muy variante, ya que a pesar de mantener agua durante todo el año, en períodos de lluvias intensas sus crecidas pueden ser muy peligrosas, por lo que se debe extremar la precaución cuando estemos en sus cercanías.
Desde este arroyo volvemos a ascender en dirección a Villanueva de Algaidas. En concreto hacia La Atalaya que es una barriada de esta localidad que, al situarse en una elevación montañosa y ejercer las funciones de vigía, fue bautizada con tan hermoso nombre.
De origen medieval, su entramado de calles estrechas e intrincadas es una muestra de ello. Un punto hermoso desde el cual la ruta desciende hasta alcanzar el puente de los Patos, una construcción de origen también medieval y que supone uno de los puentes más antiguos de la localidad, que salva el curso del arroyo de Burriana, o del Bebedero, y que conecta a Villanueva de Algaidas con las barriadas de Zamarra, La Parrilla y los pueblos de Villanueva de Tapia y Cuevas de San Marcos.
Desde este punto, comienza un ascenso continuado que nos llevará hasta los Cortijos de la Loma, que representan el ecuador de la senda, ya que está a once kilómetros y medio de Cuevas Bajas. Esta cortijada se encuentra, como su nombre indica, en una alta loma -con cerca de 680 metros de altitud-, y se dividen en sendos cortijos: de la Loma Nueva y la Loma Vieja.
La diferenciación de ambos inmuebles muestran la importancia de este tipo de edificaciones durante el siglo XIX y primera mitad del XX. Por desgracia, se encuentran en desuso y abandonados, pero a pesar de ello todavía se pueden observar las antiguas eras, la estructura de la edificación y, por supuesto, las fabulosas vistas de las que disponían sus habitantes.
Desde este cortijo debemos seguir subiendo un poco más, hasta alcanzar una cota máxima de 760 metros de altitud, punto desde el que comenzará un largo descenso hacia La Moheda. Descenso que se hará más llevadero si vamos en bicicleta de montaña que si vamos andando, por supuesto.
Tras un buen trecho de camino, alcanzamos, como hemos dicho, La Moheda, que es una antigua aldea. Precursora de Cuevas Bajas, su origen medieval está actualmente muy transformado, con casas reconstruidas o de nueva planta que se erigen en torno a la antigua fuente que abastecía de agua a los vecinos y que aún se conserva ya que ha sido recuperada y reformada. Además, en el entorno de La Moheda han aparecido indicios cerámicos que apuntan a que el lugar constituyó un asentamiento relacionado con la explotación agrícola de estas tierras en época romana.
Tras el paso por La Moheda, subiendo una loma, llegamos a El Cedrón. Esta aldea, al igual que La Moheda, data de la edad media y con la que comparte lo motivos de su creación. Sin embargo, al parecer, en este caso, fueron pobladores judíos los que se instalaron aquí, conservándose desde entonces el empedrado de sus calles y, sobretodo, el antiguo horno comunal utilizado por sus vecinos. Antes de la aparición de las tahonas, estos lugares procuraban el pan, básico en la alimentación de la época.
En las inmediaciones de El Cedrón, en el camino de ascensión al Cerro de la Cruz, encontraremos un mirador que enfocará nuestra mirada hacia el centro de Andalucía: es decir, con vistas sobre toda la llanura antequerana, la Sierra de Estepa, el Valle del Genil y las primeras estribaciones de la Subbética Cordobesa.
Desde este punto, el fin está muy cerca. Y es que la aldea o cortijo de Cedrón es una de las cortijadas que forman parte de Cuevas Bajas, a donde llegaremos si continuamos descendiendo. No hay pérdida: es el municipio que se vislumbra al final del camino. Para llegar a él, sólo tenemos que seguir el olor del cocido que nos espera en la línea de meta.
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