Fascinante Croacia: En un principio fue Salona

EL JARDÍN DE LOS MONOS

La fascinante ciudad de Split -en un principio Salona- despierta emociones inenarrables

Es una gran urbe, moderna, que contiene un imperial palacio romano que, a su vez, contiene y está contenida dentro de una ciudad medieval

Fascinante Croacia: Dubrovnik (V)

Recreación del Palacio de Diocleciano. Split. / Gerardo Mora

La región de Split engloba la bahía de Kastela, protegida por las islas de Brac y Solta, el curso del corto pero caudaloso río Jadro, patria de la exquisita trucha adriática, y la península de Split. Una región costera de 60 Km de largo, por 5 Km de ancho, que los macizos montañosos de Kozjak y Mosor, pertenecientes a los Alpes dináricos, resguardan del hinterland continental, a la vez que configuran un estrecho y profundo desfiladero, denominado Klis, que permite la conexión de la costa con el interior. En este paraíso del Adriático, ya descubierto por el hombre del Neolítico, se asentó la tribu ilírica de los dálmatas, que le dio nombre a la región (Dalmacia), junto a colonos griegos venidos en el siglo IV a.C. Unos y otros dieron lugar al nacimiento de poblados como Tragurión (Trogir), Salona (Solin), Epetión (Stobrec), o Aspalathos. La historia que nos traslada a la ciudad de Split, tal como la conocemos ahora, comienza en el Bajo Imperio romano (siglos II-I a.C.).

Cuando yo era un niño y en la escuela nos enseñaban la Historia de Roma, nos hacían sentir orgullosos porque España (Hispania) había dado tres importantes emperadores a Roma: Trajano, nacido en Itálica (Sevilla), en el 53 d.C.), Adriano, también de Itálica, nacido en el 76, y Teodosio I el Grande, de Coca (Segovia), nacido en el 347. Pues bien, ¿cómo de orgullosos han de sentirse los niños croatas al estudiar que ellos le dieron a Roma 27 emperadores? Porque fueron 27 los llamados emperadores ilirios. Y, entre ellos, uno de los más grandes emperadores romanos, Diocleciano, que instauró un sistema de gobierno tendente a facilitar la gobernabilidad de tan vasto imperio. Este sistema, conocido como la tetrarquía, por la iniquidad y egoísmos de sus sucesores, fracasó en sus objetivos, pero cambió el curso de la Historia. Provocó que Roma se dividiera en dos y una de sus mitades, el Imperio de Occidente, acabara desapareciendo.

La ciudad de Split está íntimamente unida a la historia de Diocleciano. Cayo Aurelio Valerio Diocleciano, nació dentro de una familia humilde en el año 245 d.C., en Salona, capital administrativa y económica de la provincia de Dalmacia (hoy un barrio industrial de Split, donde se encuentran sus ruinas). Se dedicó a la milicia y, tras una discreta carrera militar, alcanzó el grado de comandante de la guardia imperial, siendo emperador Marco Aurelio Numerio Numeriano. Fue cónsul y cuando, en el año 284, fue asesinado aquél, gozaba de tal prestigio en el ejército que fue elegido emperador por las tropas de Asia Menor. Flavio Vopisco Siracusano, coetáneo de Diocleciano, escribió en la Historia Augusta que, descubierto por los soldados el asesinato de Numeriano, cometido por su propio suegro, Apro, que quería hacerse con el poder, “todos se lanzaron a por él y le arrastraron hasta las banderas del cuartel general. A continuación se celebró una concurridísima asamblea y se construyó un tribunal. Y, cuando se preguntaban unos y otros a quién debería confiarse, por ser el más digno, la venganza de Numeriano y quién debería ser elegido príncipe de la república por sus buenas cualidades, todos con extraordinaria unanimidad nombraron Augusto a Diocleciano”. Tras recibir el título de Augusto, fue preguntado cómo había sido asesinado Numeriano, “desenvainando su espada y apuntando al prefecto del Pretorio Apro, le atravesó con ella agregando estas palabras: Éste es el autor de la muerte de Numeriano”, y dijo a continuación, “Gloríate, Apro. Caes bajo la diestra del gran Eneas”, en referencia a unos versos de Virgilio, algo no usual en un militar y que mostraban al nuevo emperador como un hombre preparado y sabio.

Dada la dificultad que suponía dominar un imperio tan vasto, en el que eran frecuentes los alzamientos militares, las rebeliones o el nombramiento de emperadores usurpadores por parte de los ejércitos, Diocleciano estableció el gobierno mediante una tetrarquía. Esto es, dividió Roma en el Imperio romano de Oriente y el Imperio romano de Occidente, con un emperador al mando de cada uno. Éstos, a su vez, debían nombrar a un césar para compartir el gobierno, resultando así que el Imperio romano quedó gobernado por cuatro tetrarcas. En la primera tetrarquía, Diocleciano se reservó el mando del Imperio romano de Oriente y nombró emperador en Occidente, a su compañero de armas Maximiano (llamado Hercúleo), si bien conservó la Auctoritas Senioris Augusti, por la que seguía teniendo la autoridad suprema. Nombró a Galerio como su césar, asignándole el mando de las provincias fronterizas del Danubio y Grecia, mientras que Maximiano nombró césar a Constancio, dándole el control de las provincias galas, belgas y germanas.

Entretanto Diocleciano se construyó un palacio fortificado, de inmensas proporciones, muy cerca de su pueblo natal, concretamente donde estaba la colonia griega de Aspalathos, a unos 6 Km de Salona. Cuando la tetrarquía estaba funcionando, el emperador salonitano decidió jubilarse, así que dimitió y obligó a Maximiano a hacer lo mismo. Solo que a éste no le hizo demasiada gracia la jugada y después regresó en plan combativo. El caso es que se sucedieron hasta seis tetrarquías y ninguna, a causa de los celos y el poder, funcionó como había previsto Diocleciano. Cuando las aguas andaban peligrosamente revueltas, Maximiano intentó hacerle regresar al poder, pero aquél se limitó a enviarle una nota diciendo: “si esto me pides es porque no has visto cómo crecen las coles en mi huerto”. O sea, que entre col y col, una lechuga. ¡Lo mandó a freír monas!

Tras la muerte de Diocleciano, el palacio siguió perteneciendo a los emperadores, de hecho, se conoce que Julio Nepote, penúltimo emperador de Occidente, se retiró a este palacio. Pero en el siglo VII las tribus eslavas, junto a los avaros, invadieron Dalmacia central y destruyeron completamente la ciudad de Salona. Ya nunca se recuperaría y sus ruinas las podemos visitar tal como quedaron. Sus habitantes se esparcieron por las islas y muchos de ellos, con un tal ¿Severo? al frente, se refugiaron en el palacio. A partir de ese momento, nació la ciudad medieval que se desarrolló dentro de sus murallas. Uno de los motores que impulsaron el desarrollo de la ciudad de Split fue la constitución, en el siglo VIII, del arzobispado, nacido de la reorganización de la iglesia salonitana. Su primer arzobispo fue un tal Giovanni de Rávena y su catedral el mausoleo de Diocleciano reconvertido bajo la advocación de la Virgen María, aunque después se le dedicó a San Domnius que fue un mártir, primer obispo de Salona, muerto en las persecuciones de cristianos ordenadas por Domiciano. También San Domnius es patrono de la ciudad de Split y, curiosamente, como a San Blas en Dubrovnik, se le representa sosteniendo una ciudad en la mano y antebrazo izquierdo. Lógicamente es la maqueta de Split. Sus restos están repartidos entre dicha catedral que, por cierto, es la más pequeña del mundo, y la basílica de San Juan de Letrán en Roma.

En la alta Edad Media, bajo el dominio del Imperio bizantino, la ciudad fue creciendo, bien por adaptaciones del palacio a las nuevas necesidades o bien por nuevas construcciones. En el siglo IX se creó un Estado croata y, a partir del siglo XII, bajo la corona de los reyes croatas-húngaros, la ciudad obtiene el estatus de comuna libre. Split tuvo su propio estatuto, acuñaba su propia moneda y sus ciudadanos elegían a los regidores. No obstante siempre hubo nubarrones en el horizonte. Se produjeron guerras con las vecinas ciudades de Cetina, Omis y Trogir e, incluso, estuvieron bajo la amenaza de una invasión de las tropas de Mongolia. Tampoco la situación interna fue un mar en calma, ya que hubo permanentes conflictos con el arzobispado y algunos que otros altercados entre plebeyos y patricios. La historia de la ciudad sigue paralela a la historia de Dalmacia y, en definitiva, la de Croacia, y esa historia es la que nos lleva a encontrarnos con la asombrosa y y fascinante ciudad de Split (en un principio Salona) que despierta emociones inenarrables. Estamos en una gran ciudad moderna que contiene un imperial palacio romano que, a su vez, contiene y está contenida dentro de una ciudad medieval. ¡¡¡Increíble!!!

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