La tribuna
Voto de pobreza
blanca hermana salcedo. directora de gestión de fujitsu ten españa
Blanca Hermana es la máxima responsable de la fábrica de Fujitsu en Málaga y una de las pocas mujeres en la provincia, si no la única, que dirige una factoría con medio millar de empleados. Lleva toda su vida ligada a esta multinacional japonesa donde ha pasado por diversos puestos directivos en Japón y en Málaga, habla perfectamente japonés y esta pasada semana le han puesto su nombre a una glorieta en el polígono Guadalhorce junto a la sede de la fábrica. De conversación fluida, amena y trato muy agradable, detalla cómo ha sido su trayectoria y el presente y futuro de Fujitsu en Málaga.
-Acaban de ponerle su nombre a una glorieta a pocos metros de la fábrica que dirige. ¿Qué se siente al verlo?
-Estoy muy contenta porque me demuestra el cariño que me tienen las promotoras de la iniciativa que son mis amigas del colegio de las Teresianas. Yo no siento que haya hecho nada especial, pero estoy muy satisfecha.
-Le dan el homenaje en vida, que es cuando hay que darlos.
-Sí [se ríe]. Estas cosas se suelen entregar a las familias porque ya ha muerto el homenajeado.
-¿Por qué quiso ser ingeniera?
-Mi padre era ingeniero aeronáutico y a mí siempre me gustó la parte técnica y el cacharreo, desmontar coches... Pensé en ser piloto de avión pero al final estudié Ingeniería Técnica en Málaga. En aquella época, a comienzos de los años 80, era la única mujer en mi especialidad.
-¿Encontró trabajo rápido al acabar la carrera?
-Jugaba al tenis de mesa y entre mi entrenadora china y mi compañera del alma me habían organizado que me fuera a entrenar a China. Entregué mi proyecto fin de carrera un martes y el viernes me fui a China. Estuve casi un año allí.
-Vaya cambio.
-Sí, de estas cosas que haces de pronto sin pensarlo mucho. Mi madre llorando, pero pensaba que si me iba mal me volvía.
-¿Qué hizo allí?
-Vivía allí con una familia china y entrenaba al tenis de mesa ocho horas al día. Cuando regresé a Málaga me puse a trabajar y al poco tiempo me llamaron de Fujitsu porque buscaban un ingeniero que supiera hablar inglés.
-¿Cómo empezó en Fujitsu?
-Entré en el departamento de ingeniería de compras y siempre he tenido la suerte de tener unos jefes magníficos que se han preocupado de ir mejorando mi formación. Sin embargo, es verdad que en cuanto entré mi jefe me dijo que él había pedido un chico y que no quería una mujer. Decía que quería un hombre porque quería a alguien que fuera a los talleres, se arremangara y se manchara de grasa. Yo le dije que iba a esperar un poco para ver si él era el jefe que yo quería o no. Luego nos llevamos de maravilla. Al poco tiempo, en 1989, tuvimos la inundación, algo que se juntó con una crisis del mercado de las impresoras. Nuestro producto estrella era la impresora matricial y Fujitsu no tenía de láser o de chorro de tinta, por lo que hubo que hacer una reestructuración brutal. Se pasó de 800 trabajadores a algo más de 200.
-¿A usted no le afectó?
-Como le digo tengo suerte para todo y antes de la reestructuración me mandaron a la central a Japón a trabajar, por lo que me pilló allí. Estuve en Japón casi tres años y el responsable de la compañía en Málaga, el señor Igarashi, al que sí que le tendrían que poner un monumento en Málaga, me pidió que volviera. Lo hice en 1994.
-Supongo que fue allí donde aprendió japonés.
-Allí lo estudié. Cuando llegas a Japón, te metes en una oficina y abres un ordenador con todo en japonés se te viene el alma a los pies. Además decidí no hablar en inglés porque si acostumbras a la gente a que te hablen en inglés ya no te hablan en japonés y yo quería aprender el idioma. Lo pasé regular tres meses.
-¿Solo tres meses mal? Se le dan bien los idiomas.
-Bueno, al final entre los gestos y lo que puedas hablar te entiendes. En Japón también me dieron mucha formación. La compañía se ha gastado mucho dinero en mí. He tenido mucha suerte. A los tres meses de llegar, por ejemplo, me mandaron a hacer una formación de control de producción a Fukushima donde estuve dos meses y pico. Me enteré, como mucho, del 40% de lo que me decían. Y luego hice muchos más cursos, me educaron en varias facetas. Hasta que el señor Igarashi me llamó para que me volviera a Málaga diciéndome que tenía un puesto estupendo para mí, y era horrible porque era jefe de personal.
-A lidiar con los empleados.
-Sí. El directivo japonés me dijo que lo peor que podía hacer en la vida era dejar a alguien sin empleo. Y acto seguido me dijo que había que despedir a tres personas.
-Un mensaje contradictorio y duro para arrancar.
-Estaba convencido de que si queríamos sobrevivir había que reducir plantilla. Tenía razón, pero a mí no me gustaba tener que hacer ese trabajo. Al final salvamos a uno y llegamos a un acuerdo con los otros dos. Pero gracias a esa reestructuración la fábrica está viva, que en aquella época estaba más cerrada que abierta.
-¿Cómo fueron los años siguientes?
-Tras nueve años en personal me añadieron otros departamentos. He pasado por todos hasta que en 2007 me hicieron directora del área de gestión. Siempre hemos tenido un presidente japonés que cambia cada cuatro o cinco años y nunca he tenido problemas con ninguno. He ido más de 100 veces a Japón, tanto por trabajo como de vacaciones.
-Veo que tiene la cultura japonesa más que arraigada.
-Sí, desde el principio. Japón me gusta porque todo está muy ordenado y todo funciona bien. Siempre que vuelvo a España me quedo como un par de semanas descolocada. Creo que me pusieron de jefa de personal porque la diferencia entre un sindicato español y un directivo japonés es enorme.
-¿Y eso?
-No hay forma de que se entiendan. En Japón los que forman parte del comité de empresa son los propios jefes y todo lo que piden es para mejorar la productividad y los beneficios de la empresa. Al poco tiempo de llegar, Igarashi me decía que no le gustaba el presidente del comité de empresa de Málaga, que se lo quitara y le pusiera a otro. Yo le decía que en España no va así. El directivo japonés no entendía que fuera considerado el enemigo ni los del comité de Málaga entendían que les dijeran que había que bajar los salarios y trabajar más.
-Y usted en medio.
-Claro. Nosotros incluso llevamos al comité de empresa de Málaga a Japón para que vieran cómo trabajan allí en varias fábricas. En Japón por ejemplo se trabaja de pie y aquí todo el mundo estaba en las líneas sentado, lo que era menos eficiente. Ahora la fábrica que tenemos en Málaga sigue un modelo completamente japonés.
-La fábrica de Fujitsu lleva 41 años en Málaga. Entiendo que no se teme por su deslocalización.
-No. Los japoneses además no son de ímpetus, sino que apuestan poco a poco. Incluso cuando se hizo la reestructuración, se despidió a la gente con buenas condiciones, como 68 días por año de indemnización, y eso fue el germen del PTA porque aquí estaban Felipe Romera, Pepe Estrada o Luis Fernando Martínez. Todos eran directivos de Fujitsu. Nosotros nos sentimos muy del PTA también aunque estemos en el polígono Guadalhorce.
-¿Por qué no se han trasladado nunca al PTA?
-Hicimos dos estudios pero vimos que el tema del aparcamiento iba a ser un problema y que nos supondría una gran hipoteca, porque aunque hubiéramos conseguido un importante ingreso por la posible venta de nuestra parcela luego estaríamos sufriendo amortizaciones muchos años. No nos interesa. Tenemos una planta hecha a medida que vamos ampliando si nos hace falta. No le vemos sentido.
-¿Cuáles han sido sus mejores momentos en la empresa?
-Pues ahora llevamos varios años con una evolución estupenda. Batimos récord de ventas en 2015 y 2016, en 2017 superamos las previsiones y en 2018 mejoramos también las previsiones. No hemos dado pérdidas desde 2004 y fue gracias a la reestructuación. Todos los empleados de la empresa saben que dar pérdidas es un peligro y nadie pide lo que no debe. Todo el mundo sabe que aquí no se va a hacer rico, pero que puede estar mucho tiempo.
-¿No les ha afectado la crisis?
-Un poco en 2010 y 2011 en el segmento de cajeros por la crisis financiera, pero desde 2012 hemos ido bien porque vendemos todo fuera y la crisis española no nos ha dado de lleno.
-¿Qué fabrican en Málaga?
-Un 85% son componentes para el sector de la automoción, de los que el 90% va para Toyota, alimentando sus fábricas en Inglaterra, Francia, República Checa, Rusia, Turquía y Sudáfrica. General Motors es nuestro otro gran cliente. Hacemos productos electrónicos como el navegador, la radio, la antena o los módulos que controlan la dirección asistida o el airbag. El 15% restante del negocio corresponde a la fabricación de cajeros automáticos, de los que ya llevamos 35.000 desde 1984 y este año es bueno, y a la creación de productos electrónicos a medida a terceros.
-¿Con qué facturación han cerrado y cuáles son sus previsiones?
-Contabilizamos el año desde abril hasta marzo. Este ejercicio que acaba de terminar hemos facturado 176 millones de euros y para el siguiente estimamos 155 millones.
-¿Y empleados?
-Cerramos el ejercicio con 527 trabajadores y hemos acabado con un producto que daba mucha carga de trabajo, por lo que reduciremos algo. Tenemos negocios nuevos pero hasta que arranquen tendremos un bache de un par de años en los que se bajará la plantilla. Calculo que estaremos en algo menos de 500.
-¿Qué perspectivas ve a corto plazo?
-En noviembre del año pasado cambiamos de accionistas y el control de la compañía lo lleva ahora Denso Ten. Es un fabricante muy potente en el sector de la automoción y esperamos que nos traigan productos para fabricar aquí para consumo en Europa. El problema es que en la automoción desde que decides traer un producto hasta que lo fabricas en serie pasan tres años. El bache de estos dos años no nos lo va a poder salvar un producto de Denso, por lo que estamos intensificando los negocios propios.
-¿Por qué hay tan pocas mujeres dirigiendo empresas en España?
-La mujer se ha dedicado tradicionalmente a la casa y los niños. Mi madre estudió una carrera pero mi abuelo nunca le permitió trabajar en la calle porque decía que estaba mal visto. Ahora hay muchísimas mujeres estudiando, trabajando y que valen y deberían verse más. Irá creciendo de forma natural.
-¿Qué le parecen las manifestaciones feministas?
-Las reivindicaciones son sanas, pero no se puede perder la cabeza. Hay que dar oportunidades a la gente que valga, al margen de que sea hombre o mujer. Los japoneses tienen fama de machistas pero a mí jamás me han discriminado ni me han pagado menos en la misma categoría que a un hombre. Antes igual había que demostrar más en igualdad de condiciones, pero ahora no. En cualquier caso, la mujer suele ser más conformista.
-En Málaga siempre se habla de que hay que fortalecer la industria pero a la hora de la verdad solo dependemos del turismo. ¿Cómo se podría potenciar?
-Hace falta inversión. El Ayuntamiento de Málaga está poniendo embriones para captar inversores y se está en el buen camino, pero nuestra competencia no está en España. Para que haya más industria en Europa hay que protegerla con aranceles.
-Parece que el mundo, con Trump a la cabeza, va en la línea de dificultar el comercio internacional con los aranceles.
-No sé a dónde va el mundo, pero todo hay que hacerlo de forma razonable. Tampoco puedes cerrar todo. Todos los países tienden a protegerse más y sí es cierto que habría que potenciar más la producción local. ¿Qué sentido tiene traer un armatoste de China cuando aquí hay gente capaz de hacerlo? No tiene sentido, pero hay tal desigualdad en los costes laborales y de otro tipo que se justifica todo. En Europa se intentan mejorar los derechos laborales y luego se permite que donde no se respetan te hagan juego sucio.
-Hay explotación en otros continentes y vemos además los miles de inmigrantes que llegan a nuestras costas. ¿Cómo ve este fenómeno?
-Es un problema muy gordo. La solución no es que entre todo el mundo porque nos colapsaría. Habría que ayudar en origen, pero no es fácil con el tipo de gobiernos que hay en Africa. Creo que la única forma es que Europa tenga una postura común y que se cumpla de verdad, aunque siempre intentando solucionarlo en origen.
-Por último, ¿en que situación ve a Málaga?
-Málaga está preciosa. Falta impulsar el Metro y los barrios, porque el centro está estupendo aunque los parkings están muy caros.
Nació el 21 de julio de 1962 en Tetuán y se trasladó a Málaga con 3 años. Es la cuarta de una familia con siete hermanos y estudió en el Colegio de las Teresianas, donde destacó en el terreno deportivo. Cursó COU en el colegio de los Jesuitas de San Estanislao de Kostka. Continuó su formación en la Universidad de Málaga donde se gradúo en Ingeniería Técnica Industrial. En 1987 fue semifinalista del Campeonato de España en individual en tenis de mesa, terminando su carrera en este deporte al año siguiente cuando fue convocada con la selección nacional para disputar el campeonato europeo en Alemania. En golf es campeona de Andalucía Senior en 2013, 2014, 2015 y 2016 y campeona de Andalucía Mid Amateur en 2015.
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