Un sentimiento de pertenencia
20 años de 'Málaga Hoy' | Historias de la Redacción
Mejor o peor, he contado muchas historias en este tiempo y casi todas quedan en la memoria
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ANTES de salir a la calle, preparamos un especial sobre nosotros llamado Así somos. La joven, pujante y arrebatadora generación de Málaga Hoy emergía con fuerza. Nos hicimos la foto de portada en calle Larios. Tenía que ser muy temprano un fin de semana, imaginaos lo difícil que era pillarla libre de tránsito para los que éramos (un plano casi cenital de unos 50, creo). Vi la foto hace unos días: salgo al fondo, vestido como si fuera de marcha... porque venía de marcha. Fue involuntario, pero también una acertada metáfora de mi llegada al periódico; yo era el plan c de los responsables para el puesto que acabé teniendo en Deportes. Nunca me lo tomé a mal, al contrario. Por eso hoy puedo estar escribiendo estas líneas con el orgullo de haber aparecido en estas páginas en 19 años de vida (técnicamente ya 20 contando este artículo) entre informaciones deportivas y artículos de opinión.
Mejor o peor, muchas historias he contado en este tiempo. Otras, me habría gustado contarlas, pero a día de hoy no puedo. La historia de unas bolsas de basura con mucho dinero dentro al descanso de un partido que no sé si un día saldrá a la luz. Cuando el malogrado José Carlos Pérez bajaba por las escaleras del hotel Carlton de Brug gritando por su teléfono a pleno pulmón “¡Dile a Roig que los 21 millones por Cazorla se los pago a tocateja, a tocateja!”. El futbolista extranjero que en pretemporada se hacía el falso humilde para cortejar a jóvenes muchachas. El día en que Salva Ballesta, tras una información que publiqué sobre sus pretensiones económicas para renovar, me encerró en un cuarto en tono amenazante y en el que creía que me iba a abrir la cabeza. La noticia con la que un ex presidente intentó comprar mi opinión en su particular pelea con otro dirigente. El día que perdí las gafas la noche antes de un partido del Málaga en Zaragoza con bastante niebla y del que no sé qué crónica escribí porque no veía absolutamente nada. La noche en que el Chengue Morales, que tenía una extensa colección de críticas de los periodistas, nos sentó en un reservado para contarnos anécdotas que lo transformaron de punching ball de la prensa a ídolo inesperado. El drama de Dortmund, cuando a un Joaquín con la mirada perdida le intenté hablar varias veces y era incapaz de volver a la realidad...
Hace unos días, en una tertulia, surgió el debate: ¿es uno el que deja el periodismo o el periodismo el que te deja a ti? No sé la respuesta. Solo sé que el día que decidí cambiar de trabajo, nunca dejé Málaga Hoy, ese sentimiento de pertenencia. El mismo que espero y deseo que sigan teniendo los lectores ahora que corren tiempos extraños para definir esta bendita y denostada profesión.
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