Investigadores de la UMA proponen desalar agua del mar con la energía de plantas fotovoltaicas
La idea ya se ha elevado al Gobierno y a la Junta de Andalucía donde la han acogido con gran interés
Málaga/La fregona supuso un invento revolucionario en el mundo y solo había que unir un palo con un trapo, dos elementos que ya estaban fabricados pero que a nadie se le había ocurrido que podían funcionar juntos. En una dinámica parecida, desde el Instituto de Domótica y Eficiencia Energética de la Universidad de Málaga han planteado una desaladora que funciona con paneles fotovoltaicos flotantes que solucionaría, a su juicio, el problema de sequía. Pero no solo eso, el proyecto convertiría a España en una exportadora de energía y agua. “Fue tan sencillo como que todo el mundo quiere instalar desaladoras pero nadie sabe cómo dotarlas de energía para que funcionen sin que suponga esfuerzos inabarcables. Teníamos que buscar una manera y por qué no hacerlo gratis, aprovechando la luz del sol”, explican desde el Instituto. Así nació la iniciativa Agua+S. El agua del Mediterráneo y la gran cantidad de horas de luz de Andalucía son el palo y el trapo de esta fregona que ya se encuentra sobre la mesa de la Junta de Andalucía, el Gobierno Central y las entidades europeas.
Esta idea de proyecto consiste en integrar en un modelo diferentes tecnologías ya existentes diferenciadas en tres estructuras: una planta desaladora, una red de estación de bombeo y un parque fotovoltaico flotante. La primera se debería colocar cerca del mar, en la desembocadura del río, tal y como están las ya existentes en la provincia. La red de estación de bombeo se ubicaría en el cauce del río y trasladaría el agua desde la desaladora hasta el embalse del pantano, de manera inversa a su recorrido natural. “Aquí estaríamos solucionando la problemática del agua que proviene de las desaladoras. Normalmente se tienen que mineralizar, ya que consumir este agua tan pura es perjudicial para la salud. Por lo tanto, nosotros optamos por verterla en los embalses para que se mezcle con el agua que estos recogen y así evitarnos este proceso. Además, se simplificaría la distribución, ya que sería agua que se añade a la infraestructura habitual”, indica Salvador Merino, investigador del proceso.
En la tercera infraestructura está la verdadera revolución: el uso de la energía solar a través de placas fotovoltaicas que se inyectaría en la red eléctrica común. Rafael Guzmán, secretario e investigador de Instituto, explica que se instalarían placas solares flotantes en pantanos que se sitúen a menos de 20 kilómetros del mar, solo en Andalucía existen 14 de este tipo. “Hay estudios mundiales que indican que el equilibrio biológico del embalse no se alteraría siempre y cuando estas instalaciones no superen el 30% de su superficie. Si hablásemos del pantano de La Viñuela, estaríamos produciendo 500 megawatios por hora de electricidad con este 30%. Para que la desaladora manipule 20 hectómetros cúbicos, que es la cantidad de agua que se ha estado entregando desde Viñuela para el riego anual de los cultivos subtropicales de la Axarquía, solo necesitaríamos 40 megavatios por hora”. Es en este punto donde el proyecto adquiere el valor. Los investigadores se han percatado de que estas placas producirían un gran excedente de electricidad, por lo que al inyectarlo en la red, se estaría acabando con la dependencia de gas y de otras energías de las que se abastece la sistema español a día de hoy. “La producción de energía limpia, renovable y a coste cero, ya que proviene del sol, se multiplicaría con la creación de más plantas desaladoras de este tipo. Ya dependería de la Administración Pública la dimensión que le quiera dar al proyecto, pero las herramientas están para convertirnos es una exportadora de energía y agua a nivel mundial. Solo con la potencia solar que tiene Andalucía, podríamos sustituir a las centrales nucleares de Francia”, indica Rafael Guzmán. El plan B del proyecto pasaría por un sistema que conecte la planta solar a la desaladora, como ya se viene haciendo. Este, además de eliminar estos beneficios, sería más costoso y tendría un gran impacto medioambiental.
“No puede ser que nuestro talón de Aquiles sea siempre el agua. En Andalucía hemos trabajado mucho para que el sector agrícola se modernice y suponga un pilar fundamental. No podemos perderlo por la escasez de suministro cuando estamos rodeados por el Mar Mediterráneo”, afirma Francisco Guzmán, director de Instituto e investigador. Un proyecto que nació para enmendar una situación próxima pero cuya idea clave se encuentra en la replicabilidad. “No hemos inventado nada, solo hemos integrado tecnologías, por lo que podría ponerse en funcionamiento en un año a un coste de 60 millones, que se rentabilizaría en tres o cuatro años”.
En cuanto a las conversaciones con los organismos públicos, los investigadores explican que ya han contactado con organismos de la Junta y con el Senado, que lo ha elevado al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, con el que mantendrá una reunión en los próximos días. El grupo afirma que todas las entidades han mostrado un gran interés y optan por apadrinar y desarrollar el plan, pero que el retardo viene derivado de la multidisciplinariedad del proyecto, que implica a gran cantidad de organismos, por lo que supone invertir tiempo en la coordinación de estos. Las características del la idea y el interés público hacen que sean un plan que se pueda integrar en los fondos Next Generation por la capacidad de resilencia que plantea, por lo que las conversaciones apuntan a que seguirá este camino. En el Instituto, que funciona como asesor de la Comisión Europea de la Energía, explican que pretenden conformarse como un proyecto de interés público y que es el momento idóneo para llevar a cabo una obra de este calibre, ya que las consecuencias podrían ser catastróficas si no se soluciona el problema endémico de la sequía.
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