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Carmen Pérez
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Málaga ayer y hoy
Hacia 1904 el relleno de los terrenos del futuro Parque de Málaga ya había concluido y, donde estaba el primitivo muelle viejo, la dársena portuaria había sido sustituida por una enorme explanada terriza en la que ya se veían algunos árboles recién plantados. En medio de la explanada formada delante del Hospital Noble, en la esquina entre los nuevos muelles uno y dos, había una vieja y destartalada garita de madera en la que cumplían sus labores de vigilancia dos miembros del Cuerpo de Carabineros que, creado en 1829, fueron una figura característica de las costas, los puertos y las fronteras durante más de un siglo hasta que en 1940 fueron integrados en la Guardia Civil.
De fondo, las dos Corachas marítima y terrestre, la Alcazaba, el Castillo de Gibralfaro y la llamada Cortina del Muelle Viejo que discurría por la parte inferior de la ladera de la Alcazaba como parte del camino que continuaba por el Paseo de Reding en dirección hacia El Palo, la costa oriental y Almería. Esta calle, que estaba limitada por los muros del muelle viejo formaba un estrecho paso entre la Aduana y el citado Paseo de Reding, "pero el nacimiento del Parque le dio una nueva amplitud y acabó por integrarla en el nuevo espacio urbano", contó el historiador malagueño Víctor Heredia.
A partir de 1904, coincidiendo con la visita del rey Alfonso XIII empezaron los trabajos de demolición de las murallas de la parte baja de la Alcazaba, es decir, las que formaban su cinturón defensivo exterior. De esa estampa sí permaneció algunas décadas más la hilera de casas escalonadas que formaban las dos corachas o caminos amurallados con sentido defensivo. La marítima unía la Alcazaba con el Muelle Viejo, y es la que propiamente ha sido reconocida como el desaparecido barrio de La Coracha. La terrestre enlazaba la Alcazaba con el Castillo de Gibralfaro y se mantiene aún en la actualidad.
Hacia 1900 el barrio estaba creciendo hacia el castillo y las casas también se adosaban a los muros de la Coracha terrestre, en la parte superior en dirección a la Alcazaba. Por entonces el Castillo de Gibralfaro seguía siendo una instalación militar en uso, por lo que no fue posible edificar viviendas en sus proximidades. La Coracha representó durante más de un siglo una de las estampas más características y reproducidas de la ciudad, pero el abandono de las autoridades y la marcha de sus vecinos tradicionales provocó la ruina de las casas. Después de un anunciado proyecto de recuperación, su demolición definitiva a finales de la década de 1990.
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