La tribuna
Los muertos de diciembre
La existencia de petróleo está descartada, pero la posibilidad de que los fondos marinos malagueños escondan bolsas de gas natural es una teoría que cobra cada vez más fuerza. De confirmarse este hallazgo, la costa de Málaga se convertiría en la segunda de toda España donde la empresa petrolera Repsol disponga de un pozo para extraer tan apreciado y a la vez escaso recurso. Sólo existe uno en Mazagón, dentro del parque natural de Doñana, que está siendo explotado desde octubre de 1997 y que será prácticamente igual al que se perforará frente a las costas de Fuengirola y Mijas si al final resulta que se encuentran cantidades de gas suficientes para que puedan ser comercializadas.
Después de tantos años de explotación, la planta Poseidón instalada en tierras onubenses pasa casi desapercibida si conoces su ubicación. A simple vista no hay ningún elemento que sobresalga en el mar y que haga sospechar que a 132 y a 78 metros de profundidad, respectivamente, y a unos 39 kilómetros desde la línea de costa hay tres pozos submarinos que proporcionan alrededor de un millón y medio de metros cúbicos de gas al día.
Sólo en tierra, a siete kilómetros del mar, una planta de tratamiento -inaugurada por el entonces presidente de la Junta de Andalucía y en la actualidad ministro de Política Territorial, Manuel Chaves- indica la actividad que la multinacional petrolera lleva a cabo en la zona desde hace más de catorce años. El director facultativo de la filial Repsol Investigaciones Petrolíferas (Ripsa), Luis Gómez, aseguró que se construyó pensando en que los tres pozos tendrían una vida útil de poco más de cinco años y una producción aproximada de 1.715 millones de metros cúbicos de gas natural. Sin embargo, la realidad es que ya han sido extraídos más de 2.000 millones de metros cúbicos, aunque sus responsables no creen que puedan explotarse mucho más de un año y medio.
Las previsiones que se barajan en el caso de los pozos previstos en el litoral malagueño dentro del proyecto bautizado como Siroco, autorizado por el Gobierno central en 2004, es que tendrán unas características muy similares a los de Poseidón, que en su día supuso una inversión de 72 millones de euros. La diferencia es que los sondeos se harán más cerca de la costa, a unos doce kilómetros de Fuengirola y a ocho de Mijas, y que su coste se multiplicaría por más de cinco.
Es la zona donde la campaña sísmica que la multinacional llevó a cabo en 2005 localizó un punto donde se dan las circunstancias "idóneas" para que haya almacenado gas. Tres son las características imprescindibles que deben tener los fondos marinos para albergar semejante tesoro. La primordial, explicó el director de Ripsa, es que exista una roca "madre" con alto contenido en materia orgánica capaz de producirlo, rocas con la suficiente porosidad y permeabilidad que permitan su movimiento, y una trampa estructural que actúe de almacén. Y todas ellas parecen darse en los fondos marinos estudiados. Pero hasta que se perfore el pozo es prácticamente imposible saber si los fondos esconden una reserva de gas. "Puede que lo abramos y que descubramos que no hay nada que merezca la pena explotar", dijo Gómez.
Fue lo que ocurrió en la perforación que Repsol realizó en 2001 a unos ocho kilómetros de la capital gaditana. El sondeo llamado Calipso 1 y 2 que se hizo entonces dio negativo a pesar de que la campaña sísmica realizada previamente había hecho pensar que podía haber gas almacenado en el subsuelo marino como ha ocurrido en Málaga.
Y es que no es tan fácil encontrar gas. Las posibilidades de dar con un pozo que contenga gas en cantidades suficientes como para que sea rentable explotarlo comercialmente se reducen entre el 10 y el 20% de los casos, según Gómez.
La ventaja es que el gas que se encuentra apenas requiere tratamiento por ser biogénico, es decir, un gas natural seco casi cien por cien metano. Eso significa, señaló el director facultativo de Ripsa, que "únicamente hay que quitarle el agua y el resto de los sedimentos que trae consigo para poder servirlo". Es la función de la planta que tendría que instalarse en tierra y a donde llegaría directamente el gas mediante un sistema de tuberías que partiría desde el mismo pozo submarino. Una vez en la planta y eliminados los restos de agua mediante un proceso de secado que consiste en enfriar el gas a doce grados bajo cero, poco más hay que hacer, dijo Gómez. Sólo se le da la presión adecuada para que entre en el gasoducto al que se vierte y odorizarlo para que adquiera su olor característico antes de que entre en la red. En el caso Poseidón, el recorrido que debe seguir el gas tratado en la planta es relativamente corto, puesto que el gasoducto principal está a poco menos de cinco kilómetros de distancia. Pero para que una planta de estas características sea una realidad aún habría que esperar entre cuatro y cinco años en el hipotético caso de que se encuentren las ansiadas bolsas de gas en el fondo del mar.
Si todo sale conforme a lo previsto, Repsol saldrá de dudas en el mes de mayo. Es la fecha en la que la empresa confía poder realizar el sondeo previsto en las aguas de Fuengirola y Mijas para no afectar ni al turismo ni al paso migratorio de cetáceos, tal y como contemplaba el estudio de impacto ambiental que aún está siendo valorado por el Ministerio de Medio Ambiente antes de contar con el visto bueno definitivo.
La declaración de impacto ambiental -que debía haber estado terminada en septiembre del año pasado- es el último trámite para abrir el pozo y todo apunta a que se hará a partir de abril. Para ir agilizando el proceso, Repsol ya está preparando el dispositivo que será necesario y que requerirá la presencia de una plataforma frente a las costas malagueñas durante aproximadamente un mes, aunque si se encuentra gas se realizará una prueba de producción que requerirá unas semanas más.
La clave consistirá en quemar el gas natural extraído en una antorcha durante unos cuantos días para que los técnicos evalúen si efectivamente el gas que almacenan los fondos malagueños es o no adecuado para comercializarlo. Aún habrá que esperar.
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