El tesoro sefardí
El Jardín de los Monos
Me fascina la Paleografía. Un paleografo es como un arqueólogo del idioma. Leer, interpretar y traducir a un idioma actual un texto de hace mil años debe ser una aventura de lo más emocionante
Hace muchos años que de viaje por La Rioja conocí San Millán de la Cogolla y su monasterio que en realidad, cosa que desconocía, son dos. Uno, el primitivo que fue abandonado, ahora propiedad del Estado y administrado por la Comunidad Autónoma de la Rioja, y otro, de época posterior, que en la actualidad habita una comunidad de monjes agustinos recoletos. El antiguo se conoce como Monasterio de Suso, que quiere decir en castellano antiguo “de arriba” por estar en lo alto del monte, y el más reciente, del siglo XVI, es el Monasterio de Yuso que quiere decir “de abajo”.
En aquella visita conocí que San Millán estaba consideraba la “cuna del castellano” porque allí se escribieron las Glosas Emilianenses. Son éstas, unas anotaciones aclaratorias de expresiones latinas traducidas y escritas en lenguaje vulgar de la zona, esto es: en castellano-riojano y vascuence. También ocurrió que, aquí en San Millán, en el Monasterio de Suso, escribió sus versos el primer poeta conocido en lengua castellana: Gonzalo de Berceo (1196-1264). En 1997 al pueblo le fue otorgado el titulo de Patrimonio de la Humanidad.
Confieso que me fascina la Paleografía. Un paleógrafo es como un arqueólogo del idioma. Leer, interpretar y traducir a un idioma actual un texto de hace mil años debe ser una aventura de lo más emocionante. Por eso siempre tuve una gran curiosidad por la etimología de las palabras y, en definitiva por el origen del idioma. Aquel encuentro con la “cuna del castellano” me lleno de curiosidad por cómo se fue conformando nuestro idioma que, si bien fue inicialmente el “idioma castellano”, evolucionó hasta ser el “idioma español”. El idioma que hablamos casi 550 millones de personas en el mundo, de los que 460 son nativos.
Lógicamente, para que se produjese el nacimiento del idioma bautizado como castellano, previamente se tuvo que producir el nacimiento de Castilla. Rebobinamos el tiempo y nos plantamos en algo más de un milenio atrás. Estamos en el siglo IX. Tras la invasión árabe desde el sur, queda un pequeño reino cristiano en el norte llamado Asturias (patria querida, Asturias de mis amores), que va consolidándose y expandiéndose con territorios dependientes, divididos en condados y señoríos. Uno de esos señoríos fue el de Castilla que, a mediados del siglo citado, pasó a ser condado y, en el año 923 con el conde Fernán González, alcanzó la independencia convirtiéndose en reino a costa de los demás ya existentes como Asturias, León o Navarra. Fue este personaje fundamental en la constitución del reino y en la supremacía que tuvo sobre los demás. Tal es así que, tres siglos después, el Poema de Fernán González, de autor desconocido, dice: “Porque de toda España, Castilla es la mejor / Porque fue de los otros el comienzo mayor, / Guardando e teniendo siempre a su señor / Quiso acrecentarla así el nuestro Criador.”
Es aquella una época en la que se hablaba en distintos romances derivados de un latín ya muy desvencijado, con una diversidad de acentos y vocablos que resulta difícil comprender como se entendían entre sí. El latín culto estaba refugiado en los conventos y en las lenguas vulgares no existía trasmisión escrita ni reglas ni uniformidad en la pronunciación. A partir de ahí, el castellano fue tomando cuerpo como idioma con los vocablos de la población nativa del territorio y de las regiones colindantes. En esa evolución fue muy importante la aportación de los peregrinos y monjes del Camino de Santiago que procedentes de toda Europa, especialmente del sur de Francia, trajeron palabras de sus lenguas romances como el limosín, provenzal, valenciano-catalan, galoitálicas, el gascón, etc.
Entre todos esos idiomas-romances y otros como el árabe, el bereber y el hebreo, entre otros, se conformó el idioma español. Bueno, todo ese galimatías idiomático que conformó nuestro español, viene explicado extraordinariamente bien por el catedrático de Lengua Española de la Universidad de Alcalá, Francisco Moreno Fernández en un libro editado por el Instituto Cervantes en 2015, titulado “La maravillosa historia del español”. Un libro, tan maravilloso como maravillosa es la historia de nuestro idioma, y que, lejos de ser un sesudo y erudito tratado, es un libro ameno, divertidísimo, abundante en anécdotas, en historias de personajes, personas y personillas, además de etimologías de palabras que hoy son comunes en nuestro idioma. Un libro que todos los que tenemos al español como idioma materno debiéramos leer.
Comencé diciendo que bucear en textos antiguos es como una aventura emocionante y mira por donde, casualmente, me encuentro con textos pertenecientes a un castellano antiguo que se ha mantenido tal cual se hablaba en el siglo XV. Es una pieza arqueológica del idioma español que no me resisto a contar.
Mi afición a la numismática romana me llevó a conocer por internet a un coleccionista judío de Tel Aviv, llamado Uri Pinus, casado con una sefardita. Tuvimos muy buena relación e incluso llegamos a intercambiar algunos regalos, habitualmente monedas. Pero no siempre. Uno de los regalos de Uri fue un CD de una comedia musical interpretada por el “Koro Ladinom Lev Hayir Yerushalayim”. Me he acordado de ella porque al leer el ladino, que se entiende perfectamente, puede uno imaginarse la evolución del “espanyol”.
La introducción, en el folleto explicativo del CD, escrito en ladino, dice así: “El presente CD es la kolumna sonora de la Komedia muzikal “Sefaradís de dor en dor” de Mutilda Koen-Sarano i Hayin Tsur, ke reprezenta, por medio de los kantes, la estoria verdadera de una famiya sefaradía, orijinaria de Espanya, através de tres jenerasiones –nono, padre i inyeta- en tres diversos paizes: Turkia, Italia i Israel- dos de pasaje i uno de arivo. La komedia es enkuadrada en el diálogo entre Suzana, la nona (abuela), ke konta las visisitudines de la famiya al inyeto (nieto), Lior, ke al prinsipio se enteresa sólo a lo ke está viendo a la televizión, i después se entuziazma al oyir el kuento”.
La comedia viene a decir que, tras haber sido expulsados de España y pese a todas sus vicisitudes, el pueblo sefardita tiene algo que les mantiene unidos, algo tan delicado como una rosa a la que hay que cuidar como un tesoro. Un tesoro que es su idioma, el idioma español. Ese idioma que, en la actualidad es apaleado inmisericordemente por algunas-algunos-algunes.
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