La tetería El Harén, en Málaga, apaga sus velas tras dos décadas de historia

El clásico local de calle Andrés Pérez, en pleno Centro, cierra tras 22 años para evitar cambiar su esencia

Numerosos artistas dieron allí sus primeros pasos, como el actor malagueño y monologuista Dani Rovira

La tetería El Harén, con sus puertas cerradas / Javier Albiñana

“Todo tiene un principio y un final. La vida son etapas. Tras 22 años he plasmado una filosofía y un concepto muy diferente a la que está empujando esta nueva era”. Así comienza la carta de despedida que el propietario de la clásica tetería El Harén, Javier Lozano, ha difundido estos días para poner fin a dos décadas de historia de un negocio que ha sido un referente en el panorama cultural y musical de Málaga. Una decisión que el empresario justifica en el hecho de que “hacía falta dar el paso para renovar e innovar y eso significaría cambiar nuestra esencia y estilo”.

En declaraciones a Málaga Hoy, explica que ha sido una “dolorosa decisión” motivada por la inversión que debía llevar a cabo para adaptar su oferta a la del resto de negocios de Málaga, además de las restricciones de la pandemia, “la gota que colmó el vaso”. A mediados de abril, abrió por última vez las puertas del local con la “incertidumbre” de no saber si volvería a subir la persiana. Durante la temporada de verano, en la que cada año solía cerrar, Javier llegó a la conclusión de que su ciclo había acabado.

Desde sus inicios, El Harén, un corralón rehabilitado del siglo XVIII en calle Andrés Pérez, en pleno centro de la ciudad, había servido de escenario para “todo tipo de actividades culturales”. La tetería ha estado “profundamente implicada en la vida artística malagueña” y ha albergado conciertos, exposiciones de pintura y fotografía, o espectáculos de magia, monólogos y cuentacuentos.

Fue en ella donde, de hecho, numerosos artistas dieron sus primeros pasos, caso del actor malagueño y monologuista Dani Rovira. Los acordes de otras caras conocidas, como Vanesa Martín o Nacho Artacho o Juan Gómez El Kanka, también sonaron por primera vez dentro de lo que el empresario considera que ha sido un “lugar mágico”. El local acogió, además, sesiones de risoterapia, charlas literarias, recitales de poesía, exposiciones y presentaciones de libros.

“Nunca pretendimos nada más que disfrutar de la vida, ofreciendo a nuestros amigos y clientes un espacio en el que escapar de la rutina y encontrar un poco de paz y armonía, tan necesarios en este mundo actual”, expresa el dueño en su misiva de despedida, en la que reconoce las numerosas muestras de cariño que los responsables del negocio recibían a través de las redes sociales, llegadas desde “diferentes partes del mundo”. Porque por la mítica tetería, reconoce, pasaron “generaciones de malagueños que se enamoraron a la luz de las velas” y que, con el tiempo, regresaron junto a sus hijos. “El Harén fue mi galeón, mi barco tripulado, y sus velas apuntaban a las estrellas. Decidí tomar rumbo a puerto y descansar en las orillas de mi querida Málaga. El Harén seguirá siempre en los corazones de los que sintieron bajos sus muros, esa sensación de casa, de tener un sitio en el mundo”, escribe el propietario.

En su mensaje de despedida también ha tenido palabras para sus “clientes parroquianos”, que han confiado en su filosofía durante tantos años y han sido “fieles al lugar”. Sin su personal de trabajo, el negocio, dice tampoco habría funcionado. Ellos y los artistas formaron un gran “crisol de cultura”.

El Harén apaga sus velas. “Recorro sus muros, su suelo empedrado. Recuerdo su música, el sonido de los clientes hablando. Cierro la cancela y siento que la vida pasa muy rápido. Lo único que importa es el amor que nos llevamos”, manifiesta el empresario, al que ahora, admite, “las estrellas” han “iluminado” su camino. Una llamada ha dado un giro de 180 grados a su futuro laboral y le ha llevado a trabajar como conserje en un centro educativo de alumnos de entre 3 y 12 años.

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