"Hay titulaciones de FP que apenas conocen el paro"

Defiende que la Formación Profesional es la mejor salida para los jóvenes y lanza una advertencia: "Estamos formando a la sociedad del futuro y no se puede escatimar ningún recurso"

31 de marzo 2013 - 01:00

-Por la Escuela de Hostelería del Castillo del Marqués han pasado ya más de un millar de jóvenes desde que hace 11 años abriera sus puertas, ¿Cómo nace este proyecto?

-La Escuela de Hostelería Castillo del Marqués se inserta dentro de la Formación Profesional reglada de la Junta de Andalucía. En el año 2000 se logró pone en marcha vinculada al IES María Zambrano de Torre del Mar. Se trata de una oferta más para los alumnos que terminan la ESO. Consideramos que era muy interesante ofrecer Turismo y Restauración dado que estamos en la Costa del Sol, y éste es el sector básico de la economía en nuestra tierra. Vimos que se requería una formación cualificada que es la que demanda la hostelería de calidad que exige nuestra provincia. La Escuela de Hostelería cubre esa demanda no sólo en la comarca de la Axarquía, sino también de toda Málaga.

-¿Cuál es su filosofía?

-La formación profesional de calidad. La que los jóvenes de nuestra tierra necesitan con vistas a su futuro y al de Málaga

-Al fin y al cabo, buena parte de la impresión que se lleva el turista cuando llega a una ciudad se cuece en los bares y restaurantes. De cómo ha comido o del trato que ha recibido del camarero.

-La hostelería tiene un gran peso. Hemos pasado del muchacho que no quería estudiar y empezaba a hacer las tareas de limpieza en el bar familiar o de algún conocido, a un personal formado que sabe atender a un público cada vez más exigente. Sabe ofrecer lo mejor de nuestra gastronomía o de nuestros vinos y responder a cualquier cuestión que se le presente. La formación siempre es garantía de futuro y los empresarios en Málaga también lo saben.

-¿Entienden que si quieren un turismo de calidad también necesitan personal cualificado?

-Sí. De hecho tenemos convenios con las principales organizaciones empresariales de la provincia como la Asociación de Empresarios Hosteleros de la Costa del Sol (Ahecos) o con cadenas hoteleras, por citar algunos ejemplos. También cabe destacar la oportunidad que tiene los estudiantes de trabajar con muchos de nuestros maestros cocineros que están premiados con alguna estrella Michelin o con algún otro reconocimiento de prestigio. Todos los años tenemos jornadas en las que trabajamos de forma conjunta y que se inició por la propia demanda del sector empresarial. Fueron ellos quienes nos brindaron su colaboración para que los jóvenes completaran su formación. Hay muchos que luego han seguido trabajando con grandes cocineros de la ciudad y ha recibido premios en competiciones estatales.

-¿Y las instituciones también les dan la oportunidad que requieren estos jóvenes?

-También son muchos los ayuntamientos de toda la provincia de Málaga que confían en nuestros alumnos. Quieren disponer de profesionales formados en la Escuela de Hostelería que estén a la altura del turismo que exige la Costa del Sol.

-Y sin embargo, hasta no hace mucho la Formación Profesional estaba devaluada. Se consideraban unos estudios de segunda.

-La Formación Profesional es una de las demandas que necesita un país o una comunidad autónoma si queremos ofrecer un servicio de calidad en cualquier tipo de industria, incluida la turística, ganadera, agrícola o pesquera. Hoy en día no se concibe un puesto de trabajo cualificado si no ha habido una formación previa cualificada. La filosofía que nosotros aprovechamos de la Consejería de Educación es formar a jóvenes consolidando unas expectativas que le garanticen una vida laboral y personal. También los incentivamos a ser emprendedores.

-¿Y los hay valientes?

-Sí. Muchos de los alumnos que han pasado por la escuela ya tienen su propio negocio. Incluso los hay que se animan a salir fuera de Andalucía. Esto es algo que también le contamos a menudo: deben recorrer otros lugares para ampliar su formación y completarla. Muchos están triunfando en sus respectivas profesiones.

-¿ Y saben valorar lo que tienen dentro? ¿Nuestros productos, nuestra gastronomía?

-Desde que abrimos la Escuela de Hostelería hemos contado con un magnífico equipo de profesores que han sabido integrar en el currículo la idea de los productos naturales y de la tierra. A saber valorarlos. Por eso en él tenemos muy en cuenta la estacionalidad de los productos. Los temas y alimentos con los que practican son los de cada época del año ya sean agrícolas, ganaderos o pesqueros. También hay que tener en cuenta que una parte de nuestros alumnos vienen a mejorar sus negocios familiares y a ampliar miras. Curiosamente, también ellos nos enseñan las recetas de sus antepasados o de sus pueblos. Enriquece esa interrelación. Todos aprendemos de todos, y por supuesto, tenemos claro lo buenísimo que son los productos de toda la provincia de Málaga: desde el pescado, a la cabra malagueña pasando por el vino moscatel.

-¿Cree que la Formación Profesional es actualmente la mejor salida para los jóvenes?

-Es la mejor salida para gran parte de los jóvenes hoy en día. La FP es lo que está demandando el mercado laboral. Hay titulaciones de Formación Profesional que apenas conocen el paro. Es el caso de las de Turismo y Hostelería. Es frecuente que cuando finaliza el curso en junio, muchos empresarios de la Costa del Sol nos solicitan los currículos de los alumnos porque los prefieren para la temporada alta en sus empresas. Los sistemas educativos tienen que tener esa doble vertiente: la de los estudios universitarios y la de la formación profesional. Eso son los que triunfan como ocurre en países nórdicos como Finlandia. No todo el mundo laboral puede estar constituido por titulados universitarios. Además de ingenieros y arquitectos hacen falta técnicos con titulaciones profesionales medias.

-¿La crisis está acercando más a los jóvenes a los centros educativos?

-Sí. Está claro que en estos últimos años, tanto en bachillerato como en FP, nos estamos encontrando a más jóvenes que quieren estudiar. Hace cuatro o cinco años eran muchos los que pensaban que era mejor trabajar en la construcción o incluso en la hostelería ya que allí no les iba a faltar el trabajo. Ahora, los ciclos formativos tienen una enorme demanda que no podemos atender al completo. Lamentablemente, tenemos que dejar a alumnos fuera ya que no se pueden atender todas las solicitudes.

-La situación económica actual ¿también está obligando a hacer cambios en la enseñanza?

-Por supuesto. Ahora tenemos que acoger a un sector de jóvenes que había abandonado el sistema educativo. La crisis también está ayudando a que las familias participen y colaboren con los centros educativos en inculcar el valor de la formación para la vida laboral, es decir, a que el fracaso escolar sea menor.

-De hecho, en la Escuela de Hostelería existen programas de cualificación para redirigir a los jóvenes otra vez al sistema educativo tratando de combatir el fracaso escolar, ¿son muchos los que se reconducen?

-Tenemos Programas de Cualificación Profesional Inicial para alumnos que no han conseguido completar la formación básica de la Eso y que es una vía que aprovechan animados por su familia o por los profesores. Aquí encuentran ese camino que luego le permite dar el salto hacia la formación profesional y hacia al mundo laboral. Alumnos que con 15 años han tropezado en los estudios y no sólo logran terminar la formación básica sino salir además con una titulación.

-Pero, ¿no nota un cierto desencanto entre los jóvenes?

-Sí, pero también cala la idea de que con una formación académica y profesional se puede salir antes de la crisis. El joven que no terminó su formación básica está abocado a un desempleo continuo, a trabajos muy precarios y a una vida laboral incierta. Pero aquel que se prepara, sabe que lo va a tener difícil, que tendrá que salir al extranjero, pero tendrá más posibilidades de tener un futuro mejor.

-¿A quién le hace falta más motivación a los alumnos o a los profesores?

-A todos, pero tampoco nos podemos olvidar de la familia. La formación se basa en tres pilares y no podemos olvidarnos de ninguno de ellos. La participación de la familia es imprescindible para conseguir el éxito escolar. Los sistemas educativos como los nórdicos -Finlandia- inciden sobre todo en esta idea. La colaboración de la familia es fundamental. Un instituto no funciona sólo con profesores, se obtienen mejores resultados si están vinculados todos sus miembros. Es algo que les recuerdo en cada reunión: lo que tenemos en común son unos jóvenes que son sus hijos, a ambos nos importan y nos interesa lo mejor para ellos. En estos tiempos tenemos que tener una motivación compartida.

-¿Quiere decir que la familia es la que está fallando?

-No, sólo que hay que incluirla. A menudo, los padres participan cuando los niños son pequeños. Lo hacen de forma muy activa, pero cuando se convierten en adolescentes y empiezan a tener autonomía e independencia, los padres se van alejando. Eso es algo que hay que rectificar. Tienen que saber que dependiendo de la edad existen distintas preocupaciones, pero siguen siendo sus hijos.

-Lleva 32 años en la enseñanza, ¿ha cambiado mucho de cuándo empezó?

-Bastante. La educación ha cambiado porque también lo ha hecho la sociedad. Ha habido cambios sociológicos, ideológicos y culturales que ha implicado una forma diferente en las relaciones educativas. Antes, los padres respetaban por encima de todo a la institución, y hoy día, son muchos las que la cuestionan generalizando la actitud de un hecho o de un determinado profesor. Por supuesto, que habrá actuaciones que corregir, como ocurre en el sistema sanitario y en todos los sectores, pero la institución educativa debe valorarse más. Si así fuese, nos iría mejor a toda la sociedad. Los padres quieren lo mejor para sus hijos, pero nosotros también para nuestros alumnos. El éxito es que coincidan ambas voluntades.

-¿Cómo valora el sistema educativo actual?

-Partimos de que la sociedad no es la misma que la de hace veinte años y de que se debe ir adaptando pero no podemos perder de vista que estamos formando a la sociedad del futuro. No se puede escatimar ningún recurso. El sistema educativo es lo que hace que un país progrese. Si sabemos lo que queremos y para qué estamos formando a los jóvenes, tenemos que saber qué queremos hacer. Por supuesto que es mejorable empezando por no cambiar de sistema educativo cada vez que hay un cambio de gobierno.

-¿Cree que es necesario y posible un pacto por la educación?

-En otros países los sistemas educativos lo hacen los profesionales. Aquí, sobre todo, los políticos. Son el marco que encorseta el currículo muchas veces según la tendencia ideológica. Lo que demanda el profesor es que nos dejen trabajar con los jóvenes y que nos dejen prepararlos para la vida. Deberíamos de tener menos dependencia de las cuestiones ideológicas y políticas como ocurre en otros países.

-Es la tercera vez que nombra el sistema educativo de Finlandia.

-Claro, es de envidiar.

-¿Cómo han afectado todos esos cambios a los estudiantes?

-Perjudica sobre todo a aquel que está finalizando sus estudios. Imagina a un joven en segundo de bachillerato que está a punto de comenzar la selectividad. También es verdad que en los centros educativos ponemos mecanismos en marcha que amortiguan los inconvenientes que se producen con los cambios. Yo lo que siempre reconozco es la cualificación del profesorado en España, a pesar de encuestas como las que ha hecho pública la Comunidad de Madrid que no los dejan en muy buen lugar. Los docentes son vocacionales. Se necesita una buena dosis de vocación porque trabajamos con seres humanos, no con herramientas. No producimos máquinas, nuestra materia prima son los jóvenes que hay que ir modelando.

-¿Están los docentes desengañados?

-Lo están de la misma forma que el conjunto de la sociedad. Es cierto que hay cierta inquietud y momentos de desánimo pero no más que otros profesionales. Puede afectar más porque trabajamos con jóvenes y tiene mayor repercusión. También es verdad que recibimos mucha gratitud. Cuando al cabo de los años nos encontramos a un antiguo alumno y nos recuerda con cariño, recompensa tu trabajo. Somos sus guías, orientadores, su apoyo y las personas que tenemos que incentivarlos para dirigir su vocación.

-¿Y cómo se lleva trabajar con más alumnos y menos profesores?

-Ya comenté que no se debían escatimar recursos. Este año en nuestro instituto tenemos muchos más alumnos y menos profesores. Tenemos más carga de trabajo, más personas que atender, más horas que dedicarles, y por tanto, menos tiempo para dedicar a la tarea docente, que no es sólo estar en el aula. Funciones de tutoría con padres, la preparación lectiva, la administrativa. Esa carga extra se nota.

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