Una mañana en la torre de control del aeropuerto de Málaga
Así trabajan en el fanal y en la sala de aproximación para garantizar las entradas, salidas y rutas de los aviones
Málaga/Era de esperar: Steve McCroskey, el personaje de Aterriza como puedas (1980), se parece muy poco a las personas que tienen en sus manos la responsabilidad de gestionar el tráfico aéreo. Ayer fue un día tranquilo en la torre de control del Aeropuerto de Málaga, pero podría no haberlo sido. En el que, de entrada, parece un mundo de previsiones, los imprevistos son las más frecuentes herramientas de trabajo.
El edificio aguarda decenas de ojos que supervisan que todo vaya bien, tanto en el suelo como en el cielo. Dicen que en el fanal se trabaja a la vista para evitar la confusión con la otra “estancia” de controladores, la sala de aproximación.
El primer espacio está en la zona más alta de la torre. En el habitáculo circular se reparten tres posiciones en cadena. La primera persona se encarga de gestionar las autorizaciones de despegues y aterrizajes. Una vez alzada la bandera verde, otro compañero organiza la rodadura, es decir, los movimientos en pista y los puntos de espera. En el último eslabón de la cadena, otra persona coordina los despegues y aterrizajes. El número de controladores por posición se abre en función del número de movimientos.
Este viernes eran una decena pero ni en momentos con poco tráfico pueden bajar la guardia. “La cosa se puede complicar en cualquier momento”, explican. El tráfico comercial, aunque bajo previsiones por temporadas, puede sufrir modificaciones que provoquen llegadas coincidentes. A esto se unen los vuelos visuales y privados, que según la normativa europea, pueden anunciar su llegada con un margen de hasta dos horas.
“Pueden llegar dos o 20 y complicar una jornada, en un primer momento, tranquila. O puede haber problemas en algún otro aeródromo europeo y vernos en la coyuntura de absorber parte del tráfico. Esto es un engranaje complicado que hay que organizar con poco margen y con multitud de agentes y procedimientos”, ejemplifican en la torre de control.
Desde fuera, ciertamente, parece un puzzle difícil de armar, pero los profesionales se mueven como peces en el agua en este laberinto de tensión. “Tienes que estar constantemente preparado para tomar una decisión en segundos y tienes que ser consciente de que puedes estar condicionando los movimientos en las próximas horas”, comenta una controladora segundos antes de recibir una petición para adelantar un despegue. “Parece sencillo, ¿verdad? Pero no es simplemente un sí o un no. Este avión aterriza en Alemania y puede que aceptar la petición suponga complicaciones, porque se traduce en un aterrizaje adelantado. Hay que pedir permisos, ver si no modifica el tráfico ya previsto...”. Sí, parecía sencillo.
Capacidad de análisis, concentración y calma para tomar decisión rápidas y correctas son ingredientes imprescindibles para cualquier controlador. ¿Las mayores dificultades? “Las dificultades van dentro de nuestra profesión, nos pagan para solventar problemas”, afirma tajante una de las profesionales.
Enaire, la empresa que gestiona la navegación por aire a nivel nacional, ha implantado recientemente un nuevo sistema que automatiza las salidas de las aeronaves, sustituyendo la comunicación verbal vía radio entre controladores y pilotos por mensajes electrónicos. La profesión tiene que surfear con las últimas novedades, pero no teme que la tecnología acabe con ella. “La automatización hará menos necesario nuestro trabajo, pero seguirá siendo imprescindible vigilar esos sistemas automáticos. Una máquina no tiene capacidad de improvisación”, defienden.
La sala de aproximación: a 14.500 pies del suelo
En la planta baja de la torre hay otra estancia repleta de pantallas con líneas y puntos en movimiento: la sala de aproximación. Aquí se toman las decisiones cuando el trabajo en el fanal ha concluido. Los radares son los principales aliados de los controladores de esta habitación. Su función se centra en la gestión de las entradas y salidas en la zona de control, cuando los aviones se encuentran por debajo de 14.500 pies, la longitud del espacio malagueño.
Actualmente, en la torre de control de Málaga trabajan 71 controladores (y prevén nuevas incorporaciones próximamente). Ayer, estaba en funcionamiento una de las dos pistas que existen, que puede gestionar hasta 37 movimientos por hora. Conjuntamente, tienen capacidad para 46 aviones (no es el máximo sino la cifra que responde a la demandad actual). Entre los meses de marzo y octubre, el 75% del tiempo operan a la par. Los picos diarios han alcanzado los 600 movimientos en este periodo.
El de Málaga es el único aeropuerto de la zona sur operativo durante las 24 horas del día, el cuarto por volumen de España y de los pocos que tienen la sala de aproximación en la propia torre, un lugar donde no se duerme.
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