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“Las trombas de agua no las puedes mitigar, solo puedes adaptarte a ellas”

José Damián Ruiz Sinoga, catedrático de Geografía Física de la UMA

Este experto señala que estos fenómenos son “típicos” del Mediterráneo

“Si caen 400 litros, como en Valencia, no hay sistema hidrológico capaz de evacuar eso”, dice

La provincia de Málaga concentra cerca de noventa zonas con riesgo de inundación

José Damián Ruiz Sinoga, junto al río Guadalmedina en Málaga capital. / Javier Albiñana

La pesadilla desatada a raíz de las lluvias torrenciales de esta semana muestran la vulnerabilidad de las ciudades. La que ya se considera como la peor catástrofe natural del siglo, se cebó especialmente con la provincia de Valencia, donde los fallecidos superan ya los doscientos. La devastación se extiende a otras zonas del este del país y de Andalucía, porque la furia del agua arrasó con todo allí donde descargó. En Málaga, lo peor se lo llevó el Valle del Guadalhorce. Aquí, los más de 160 litros por metro cuadrado caídos en poco tiempo, unidos a otros factores propios de la zona, provocaron lo que el catedrático de Geografía Física de la UMA, José Damián Ruiz Sinoga, llama “la tormenta perfecta”.

Pregunta.–¿Qué pensó cuando vio la intensidad de las lluvias en el Guadalhorce y sus consecuencias?

Respuesta.–Es una situación muy típica en esta época del año, y a pesar de esa relativa frecuencia, cada vez que sucede parece que nos pilla a todos absolutamente desprevenidos. Forma parte del propio sistema mediterráneo, que justo después del verano, con un mar que se ha estado recalentando a lo largo de cuatro o cinco meses, aparezca una irrupción de aire más frío y genere una gota fría o DANA. A partir de ahí, la intensidad de la precipitación es solo un elemento. El hecho de que lluevan 80 litros en una hora no significa que se tenga que inundar, pero en el caso del Guadalhorce se da lo que podríamos denominar la tormenta perfecta que hace que la tromba de agua tenga una incidencia muy alta. Una zona con una litología muy fuerte, suelos muy desnudos, con mucha arcilla, poca vegetación, una configuración hidrográfica con un sistema muy encajonado y muchas zonas selladas.

P.–No le veo muy sorprendido.

R.–Creo que a ninguna persona que tenga ya una cierta edad y viva, no ya en Málaga, sino en el entorno del Mediterráneo, le puede sorprender esto.

P.–Pero da la sensación de que en los últimos años son más frecuentes. 

R.–No. La sensación que hay es que las consecuencias son mucho más agresivas. Pero ahí entra un segundo factor, una cosa es lo que llueve y otra son las consecuencias, que son mayores porque se están produciendo precipitaciones en zonas cuyos suelos están más sellados de la cuenta, por tanto no infiltran; con una deforestación absoluta, por tanto más escorrentías y erosión del suelo, y con un urbanismo caótico, donde se están ocupando zonas de ríos. Los ríos tienen un espacio a ambos lados que se llama lecho de inundación; si esa zona está ocupada por cultivos no pasa nada, pero si hay polígonos industriales o zonas residenciales tenemos un problema. El agua tiene que buscarse la salida.

"El Mediterráneo está demostrando que es un territorio muy vulnerable a estos fenómenos torrenciales"

P.–¿Qué cree que ha fallado en el caso de Valencia?

R.–Hemos de aprender a convivir con DANAS, no se puede evitar que en situaciones excepcionales de torrencialidad, los ríos ocupen su lecho de inundación, los torrentes se salgan, pero lo que sin suda se puede evitar son los más de 200 muertos. Había una alerta muy clara. Ha fallado la gestión de la misma. La población debería haber sido avisada desde las diez de la mañana y no se hizo. Son víctimas fruto de la negligencia.

P.–¿Lo que podemos esperar en el futuro es esto?

R.–Creo que lo que hay es que tomar medidas para intentar paliar los efectos de estas trombas de agua, para adaptarnos. Las trombas de agua no las puedes mitigar, no le puedes poner un congelador al Mediterráneo, va a estar recalentándose todos los años porque estamos en una dinámica de cambio climático. Eso no lo puedes evitar, solo puedes adaptarte.

P.–¿Y cómo nos adaptamos?

R.–Por ejemplo, determinando cuáles son los riesgos en cada zona y procurando que las zonas de riesgo sean menos vulnerables de lo que son, porque el Mediterráneo lo que está demostrando es que es un territorio muy vulnerable a estos fenómenos torrenciales. Me sorprende, por ejemplo, cuando escucho el comentario de que es que el agua bajaba por la calle como un río. Oiga, es que probablemente eso era un río, y en un momento determinado un urbanista decidió poner una calle encima y un tubo por debajo.

P.–¿Tenemos muchas calles de esas en Málaga?

R.–En el arroyo de Totalán, por ejemplo, hay un polígono y una zona residencial, y la rambla convierte el cauce en menos de la mitad. El día que caiga una tromba de agua ahí, eso se lo lleva por delante. En la capital, tenemos la calle Alcazabilla o calle Victoria. Eso es un arroyo. ¿Que es una calle porque el urbanismo lo requería? De acuerdo, pero que tengamos claro que ahí no podemos poner ningún tipo de infraestructura porque en algún momento determinado se va a convertir en lo que es, un arroyo. Y en la zona del Palo o el Limonar hay un montón de calles perpendiculares a la costa, que algunas de ellas eran arroyos, y si al final lo que le ponemos es un paseo marítimo con un pretil [un murete], lo que generamos es una represa. 

"No se puede evitar que los ríos ocupen su lecho, lo que sin duda se puede evitar son los más de 200 muertos"

P.–Se ha dicho que las lluvias caídas solo en octubre en la zona del Guadalhorce superan las de todo 2023. ¿Estamos condenados a elegir entre sequía o inundaciones?

R.–No diría que condenados. Pero, dado nuestro carácter mediterráneo hemos de asumir que se van a producir esta sucesión de eventos extremos, sequía y trombas de agua, y por tanto debemos adaptarnos tanto a una como a otra. La estrategia de adaptación debe ser clara, y hay que insistir en la necesidad de llevar a cabo una adecuada ordenación del territorio.

P.–¿Las DANAS son tan impredecibles como para que estas tragedias no se puedan evitar?

R.–Impredecibles no son. De hecho, la Aemet avisó hace una semana de que iba a haber un acontecimiento muy anómalo en el Mediterráneo. Aemet en Valencia avisó por la mañana, con antelación, de la alerta de nivel rojo, lo máximo que hay, pero claro, una vez que te han avisado, tú tienes que saber eso qué significa y actuar en consecuencia.

P.–¿En la ciudad de Málaga se podrían dar unas lluvias tan torrenciales como las de Valencia?

R.–Claro, perfectamente, y de hecho se han dado. El otro día a las 4 de la mañana estuvo durante unos 20 minutos cayendo una tromba de agua muy importante, con una intensidad de precipitación muy alta. Eso llevó a anegar algunas zonas urbanas.

P.–¿Esta es una ciudad preparada para una tromba de agua de este tipo?

R.–Hay que marcar niveles, depende de cuánto llueva. Desde luego si caen 400 litros en un día como en algunos municipios de Valencia, no creo que exista ninguna ciudad mediterránea preparada para eso. No hay sistema hidrológico con capacidad para evacuar eso. Ahora, en Málaga sigue habiendo zonas vulnerables. ¿Estamos preparados para gestionar una gran tromba de agua? Pues, creo que en algunas zonas de la capital sigue habiendo zonas vulnerables, la ciudad ha sellado una gran parte de su territorio, hemos puesto demasiados obstáculos para que el agua evacúe al mar. Hay zonas de retención, como Carretera de Cádiz, que en cuanto llueve un poco más de la cuenta se inunda sí o sí. Tenemos también zonas así en El Palo, en el entorno del Morlaco, en la avenida de Andalucía... 

P.–¿Cuáles son las zonas más vulnerables en la provincia?

R.–Los fondos de valles de los ríos hasta la desembocadura. Por citar los más grandes, el río Vélez, el Guadalhorce o el río Fuengirola, y los arroyos que vierten agua directamente al mar. Sobre todo porque al efecto hidrológico se une la configuración del territorio vinculado a una ordenación del territorio caótica. Claro, si en una zona de desembocadura hemos puesto urbanizaciones y casas, que no quepa la menor duda de que cuando el río lleve un caudal de avenida esa zona se va a inundar. Nos está demostrando la experiencia que ante un riesgo muy alto esas zonas son muy vulnerables.

"La ciudad se ha sellado, hemos puesto demasiados obstáculos para que el agua evacúe al mar"

P.–Han pasado 35 años desde las inundaciones del 89 y parece que seguimos sin capacidad para gestionar tanta agua.

R.–Bueno. El Guadalmedina ha demostrado desde el 89 que cada vez que ha caído una tromba de agua, y han sido varias, ha tenido capacidad de evacuación. El Guadalmedina no se ha vuelto a salir. Hubo una serie de actuaciones hidráulicas posteriores en el cauce. 

P.–Es decir, que sí que hay ciertas obras hidráulicas que sirven para proteger a la ciudad.

R.–Sí. A raíz de las inundaciones del 89 se hicieron varias obras claves, una que fue la del Guadalhorce, la llamada Y invertida de la desembocadura, y el río por ahí no se ha salido, se ha desbordado antes de llegar a la zona periurbana de Málaga, pero cuando ha llegado ahí se ha encajado por ese cauce por el que caben hasta 4.000 metros cúbicos por segundo. También se actuó en una serie de arroyos, como el del Cuarto, que es un arroyo bastante peligroso que afecta a toda la zona de la Estación y el Perchel. Pero claro, la ciudad ha crecido, han pasado 35 años y habría que hacer mucho más. Evidentemente, si la tromba de agua cae en el entorno del aeropuerto donde hay varias autovías, urbanizaciones, polígonos industriales… se inunda. 

P.–Con estas imágenes tan recientes, es inevitable escapar al debate sobre el embovedado del Guadalmedina. ¿Qué hacemos con su cauce?

R.–Creo que las precipitaciones de estos días lo que nos ha demostrado es que los cálculos teóricos hidráulicos han saltado por los aires. Creo que a muy pocos ingenieros se le pudo ocurrir plantear las consecuencias de una tromba de agua de casi 500 litros en 24 horas. El Guadalmedina está muy aforado, sabemos perfectamente que en su último tramo, el que va de Tetuán hasta la desembocadura, tiene una capacidad de aguación de en torno a los 600 o 620 metros cúbicos por segundo, cualquier cálculo que hagas de inundación tiene que garantizarte que por ahí pase eso, porque si no lo hace estás cometiendo una negligencia muy grande, porque si el río se sale ahí está inundando una ciudad con un montón de habitantes. Esto nos debe hacer reflexionar sobre las medidas a adoptar, con prudencia y sentido común.

P.–¿No existe forma segura de embovedarlo?

R.–Deberíamos de dejar de pensar en libros de caballería y sentarnos a actuar con la cabeza fría, prudencia y sentido común. El papel lo aguanta todo, pero los hechos son que se ha constatado que es posible que se produzca en 24 horas una precipitación de cerca de 500 litros. Mi pregunta es, si en vez de producirse en Chiva, se produce en Casabermeja o los Montes de Málaga, ¿qué le pasaría al Guadalmedina? Porque si ante eso, el Guadalmedina actúa con un caudal de 700 metros cúbicos por segundo, eso significa que estamos poniendo en peligro a toda la población que hay en el entorno. Ya hemos visto con qué facilidad es capaz el agua de llevarse un puente por delante. 

P.–Por buscar algo positivo, al menos los pantanos están recuperando agua.

R.–Esa es la parte positiva. Ha caído agua en la lámina de los embalses de escorrentía directa, y al menos ya tienen un cambio de tendencia, y ahora vendrá la mayor parte de las escorrentías, que es la subsuperficial que va a ir llegando en los próximos días. Esto es una buena noticia, lo cual no nos va a permitir lanzar campanas al vuelo puesto que aquí lo que tenemos es una situación de sequía sobre una situación de déficit hídrico, es decir, que consumimos más agua de la que tenemos. La sequía puede haberse visto paliada de alguna forma, pero eso no nos va a resolver el déficit hídrico que tenemos.

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