El 'tuning' se estrella
La moda de personalizar los vehículos, que tuvo su auge durante el boom de la construcción, desaparece con el declive del sector, el principal demandante
"El tuning se ha extinguido totalmente. Ya no existe. No tiene salida en el mercado", responde con firmeza una voz masculina al otro lado del teléfono. El tono de Raúl Jiménez, encargado del taller de chapa y pintura Plasticar, revela que la práctica desaparición de este fenómeno, basado en personalizar coches para apartarlos de la imagen que traen de serie, ha provocado una caída de más del 50% en la facturación de los profesionales del sector. Un lujo que ya no está al alcance de cualquiera.
La entrada en vigor del Real Decreto 866/2010, que regula la tramitación de las restauraciones de los vehículos, constituye una de las principales razones del desplome del tuneado. "Las reformas que antes no se consideraban de importancia y, por tanto, no tenían que ser legalizadas en la ITV, ahora deben pasar la inspección. Así, se prohíben todos los accesorios, recambios y modificaciones personalizados que estén fuera del catálogo del fabricante del vehículo", apostilla la secretaria general de la Federación de Empresarios de Automoción de Málaga, Francisca Gutiérrez, que cree que "el endurecimiento de las homologaciones perjudica a las empresas dedicadas a este negocio".
Además del impacto de la nueva normativa, el hecho de que los vehículos salgan de fábrica cada vez más equipados ha exterminado el interés por modificar su estética. "El tuning con clase ha sido asimilado por marcas que aspiran a darle más presencia al coche, aunque sin estridencias", indica la portavoz del sector. Una opinión que también comparte el presidente de la Asociación Malagueña de Automoción, Juan Peña, quien sostiene que muchos de los elementos que hasta hace cuatro años se solicitaban, caso de manos libres, equipos de sonido y alarmas, ya se encuentran incorporados en vehículos de gama media.
Tribales, neones, llantas de aleación, alerones y hasta puertas tipo gaviota que abren en vertical. Aunque el tuneado de coches vivió su época de esplendor durante el boom de la construcción, lo cierto es que su éxito se prolongó hasta 2008, cuando la crisis económica comenzó a hacer estragos. "Los jóvenes de entre 20 y 30 años se gastaban muchísimo dinero. Hablamos de facturas de unos 3.500 euros. Algunos compraban un coche de 15.000 euros e invertían en transformarlo la misma cantidad que les había costado. Se han hecho auténticas barbaridades", recuerda Peña, que asegura que solo las personalizaciones de vehículos que los chapistas y mecánicos llevaban antes a cabo suponía para los negocios "más de la mitad de la facturación". Pero desde los últimos cinco años, la capacidad de gasto en mecánica se ha reducido notoriamente, hasta el punto de que, asegura el presidente sin ambages, el efecto tuning ya se da por "extinguido".
Al desembolso económico que implicaba reformar un coche, se sumaban también los elevados costes de su mantenimiento, que ahora resultarían insostenibles para casi cualquier familia. El precio de la póliza de seguro se duplicaba en muchos casos solo por tratarse de un vehículo tuneado, cuya comodidad tampoco parecía extrema. "Resulta complicado conducir estos coches al ser tan bajos, prácticamente a ras del suelo, lo que impide que se puedan utilizar a diario. El consumo también es muy elevado", manifiesta el portavoz de la asociación malagueña de automoción, que considera que la moda del tuning es un "elemento de identificación de tribus urbanas".
Otro de los profesionales del gremio que ha asistido a la desaparición de este fenómeno es Manuel Donaire, quien permanece desde hace 18 años al frente del taller que lleva su apellido. "Tuvimos una época muy buena, pero los coches ya no se tunean. Las reformas totales iban desde los 500 hasta los 6.000 euros. Algunos clientes incluso decidían ponerle a su vehículo la delantera de otro", detalla el empresario, que no cree que detrás de la crisis de este negocio esté el decreto que ahora prohíbe colocar cualquier accesorio en el automóvil que no se llevara antes. "Todo se puede homologar. Teniendo dinero se consigue", precisa.
En su caso, como en la mayoría, la clientela que demandaba la personalización de su coche también solía responder a un perfil concreto. "Se trataba sobre todo de albañiles y trabajadores del sector de la construcción que movían mucho dinero. Venían jóvenes que ganaban entre 2.000 y 3.000 euros y que cogían un coche de gama media-alta y lo transformaban. Otros optaban por traer sus vehículos con una antigüedad de cinco o seis años para cambiarles el aspecto con una pintura diferente, pero el tuning ya ha caído por completo", atestigua Manuel.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por Aguas de Torremolinos
Contenido ofrecido por Cervezas Alhambra
Contenido ofrecido por Osborne