La tribuna
Los muertos de diciembre
Málaga/Cuando se bebían los últimos sorbos del aciago 2020, el Metro de Málaga enseñaba sus cuentas. Pero no las del ejercicio de cierre, sino del año anterior, 2019. Las extrañas circunstancias generadas por la crisis sanitaria del coronavirus obligaron al consejo de administración de Metro de Málaga S.A. a retrasar al pasado septiembre la aprobación por unanimidad de un resultado económico que vuelve a dar muestras de la fortaleza económica de esta infraestructura, para bien de sus tres accionistas.
El detalle de los números deja poco lugar a la duda y casi copian los de 2018. En esta ocasión, a 31 de diciembre de 2019 el resultado favorable fue casi 23,5 millones de euros. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido el año anterior, en el que los socios se repartieron algo más de 21,1 millones en dividendos, la decisión de las empresas propietarias de la concesión del suburbano ha sido la de no repartir beneficios.
Al contrario, optaron por destinar el grueso del montante económico final a reservas voluntarias. En concreto, atendiendo a los detalles de las cuentas anuales consultadas por este periódico, a este apartado se destinan 21.132.896 euros, mientras los restantes 2.348.099 euros se consignan a la reserva legal obligada.
Desde el inicio de la explotación comercial del suburbano, a mediados de 2014, la cifra de beneficios lograda alcanza los 127 millones. Aunque no todo este dinero ha sido repartido entre los socios. En este mismo periodo el reparto de dividendos ha alcanzado los 80 millones de euros.
Al Metro de Málaga aún le queda por pagar 258,7 millones de los 325 que en su día inyectó al proyecto el Banco Europeo de Inversiones (BEI). Así consta en la documentación oficial de las cuentas anuales, en la que se desglosa la cuantía a abonar en los ejercicios que restan para responder al préstamo concedido. Atendiendo a esta información, en 2019 la empresa abonó 15,6 millones. Y la previsión es que en 2020 salde otros 17.225.000 euros;16,2 en 2021; 17,9 en 2022, 19,8 en 2023, y 22,1 en 2024. Los restantes 165,4 millones se repartirán entre 2025 y los ejercicios futuros.
Los tres nombres propios del Metro siguen siendo los mismos, sin que se haya producido variación en el accionario. Dos de ellos de origen francés. Por un lado, el fondo Infravía Inversión, que tiene en sus manos el 33,39% de las acciones; Mirova, la división especializada en inversiones del banco francés Natixis, que posee de manera directa un 32,36%, y de manera compartida otro 10,56%. Este último porcentaje corresponde a Mircom, participada en un 80% por Mirova (el otro 20% lo es por Comsa Concesiones). La tercera implicada es la Junta que, a través de la Agencia de Obra Pública de Andalucía (Aopa), mantiene con un 23,69% de las acciones.
La determinación adoptada por la sociedad explotadora de no repartir dividendos contrasta con la adoptada en ejercicios anteriores. Desde la puesta en servicio de la infraestructura, a finales de julio de 2014, los beneficios a repartir han ido incrementándose entre sus accionistas. De los 10 millones repartidos en 2014 se pasó a 14 millones en 2015, el primer ejercicio completo de explotación. Esta suma fue de 15 millones en 2016. Desde ese momento los dividendos asignados a los socios crecieron a casi 20 millones en 2017 y a más de 21,1 millones de 2018.
Bien es cierto que se trata de una suma repartida entre los muchos socios privados que desde el inicio de las operaciones han estado vinculados al proyecto. De las firmas que estaban presentes en el arranque de la explotación sólo permanece la Agencia de Obra Pública, dado que los originarios del proyecto fueron desprendiéndose de manera paulatina de su participación.
Sirva de ejemplo los movimientos registrados en los últimos años. A finales de 2015, Azvi, Cajamar y Sando vendieron por unos 108 millones su participación, cercana al 39%, a un fondo australiano, Macquaire, e InfraVía. En abril de 2016, Macquaire, también junto a InfraVía, compró el 10,01% en manos de FCC (pagado por 27,4 millones). Tras esta acción, el fondo australiano vendió su participación al fondo Mirova, gestionado por el banco francés Natixis. El 27 de septiembre de 2017, en solitario, InfraVía compró a Vera su 1,03%. A mediados de 2018, de nuevo Infravía y Mirova se hicieron con el 15,31% que estaba en posesión de Globalvía.
Las condiciones que rigen el contrato de explotación del Metro, vigente al menos hasta 2042, lo convierte en un bien de interés máximo para fondos de inversión. Buena muestra de ello es que el acuerdo existente con la Administración regional fija una Tasa Interna de Retorno (TIR) del 10,3%. Es decir, los accionistas tienen garantizado un retorno de beneficios aplicable al capital social, que se sitúa en algo más de 140 millones de euros.
En el que fue el quinto año completo de explotación del ferrocarril urbano, los trenes movieron poco más de 6.877.296 millones de pasajeros (frente a los algo más de 6,3 millones de 2018), un 9% más. Esto es algo más de 600.000 usuarios por encima de los marcados en el plan económico-financiero. De todas las mensualidades, el mes de julio fue el que presentó una mayor subida respecto al mismo periodo de 2017, con un 15,6% de subida. La media en jornada laboral fue de 22.500 viajeros.
Los gastos de personal de la concesionaria en 2019 crecieron cerca de un millón de euros. En concreto, la suma pasó de 5.418.797 euros de 2018 (4,1 millones en sueldos y salarios) a 6.462.015 euros, de los cuales 4.865.981 euros se correspondieron con los sueldos de la plantilla, 1.475.904 euros con los pagos a la Seguridad Social y 120.129 euros a otras cargas sociales. En 2019, el número medio de personas empleadas fue de 140,7, frente a las 134,6 de 2018. De esta media, 115 fueron hombres y 26 mujeres (24 en 2018). La mayoría de la plantilla correspondía a operadores de línea, con 68 (61 hombres y 7 mujeres).
Una realidad que nada tiene que ver con la de 2020, anualidad claramente marcada por el coronavirus, con afectación clara sobre la demanda de usuarios. La pandemia, incluyendo los estados de alarma decretados por el Gobierno para frenar su expansión, han tirado por tierra los propósitos del Metro, que arrancó el año con mejorías en enero y febrero, pero que vio posteriormente desplomadas sus cifras.
A pesar de la evidente mejora en los registros del año pasado, los ingresos procedentes de los viajes son mínimos dentro del negocio del ferrocarril urbano. Los ya citados 6,8 millones de pasajeros apenas reportaron algo más de 5,6 millones de euros, unos 500.000 euros más que el año anterior.
Pero la cifra de negocios se completa con casi 36,8 millones de euros más aportados por la Junta para compensar a Metro de Málaga por los retrasos acumulados en la terminación de la infraestructura, lo que incide de manera clara en la imposibilidad de mover la demanda prevista, de unos 20,7 millones de viajeros (el denominado periodo transitorio) y otros 15,2 millones aportados para abaratar el coste real del servicio a los usuarios.
Las cuentas anuales también reflejan otros 72 millones de euros aportados por el Gobierno andaluz, 54 de ellos, de nuevo, relacionados con la compensación precisa para garantizar el equilibrio económico-financiero del proyecto. La existencia de este parámetro se sucede desde 2014, con la puesta en servicio del ferrocarril urbano y, previsiblemente, se alargará al menos hasta finales de 2027, cuando, según las últimas previsiones de la Consejería de Fomento, el Metro llegará hasta el entorno del Hospital Civil.
Si 2020 cierra desvelando los datos económicos de la explotación del Metro de Málaga en 2019, es de prever que antes de mediados de 2021 se conozcan los detalles económicos de un ejercicio ciertamente adverso para los intereses del suburbano. La crisis sanitaria del coronavirus se ha dejado sentir de manera dramática sobre la demanda de viajeros del ferrocarril urbano, situación extensible al resto de transportes públicos del país. Y muestra de ello es que de una constante y mantenida evolución en la cifra de pasajeros, con subidas de alrededor del 10% anual, concluye 2020 con un desplome considerable.
Atendiendo a los datos disponibles hasta el pasado noviembre, la sangría es superior al 50% respecto a los primeros once meses del año anterior. Y, por lo que parece, esta fotografía se mantendrá intacta en diciembre. Todo hace indicar que el Metro cerrará 2020 con unos 3,7 millones de usuarios, frente a los 6,9 de 2019. Queda por ver en qué modo esta realidad se ve reflejada en las cuentas de la sociedad concesionaria.
Es probable que la incidencia sea menor, por cuanto los diferentes estados de alarma decretados, con las consiguientes restricciones en los servicios de transporte público, habrán rebajado los costes vinculados a la exploración. A esto se suma que las condiciones contractuales vigentes hacen que el peso económico actual recaiga sobre la Junta de Andalucía, que está obligada a garantizar en caso de necesidad los pagos ante el Banco Europeo de Inversiones (principal prestamista del proyecto) y a compensar a sus socios por haber incumplido los plazos de entrega de los tramos de la red que a día de hoy siguen sin estar completados.
Esta circunstancia impide a la concesionaria tener la posibilidad de alcanzar la demanda potencial prevista para cuando el trazado del ferrocarril urbano esté finalizado, que se sitúa en unos 20,7 millones de pasajeros. Un desfase que se deja sentir en las cifras económicas y que ha de ser cubierto por la Administración regional.
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