Los vecinos en lucha contra los pisos turísticos casi una década antes de Martiricos: "Es indignante que ahora sí parezca un problema"
La asociación del Centro Histórico señala que las instituciones no les han recibido pese a su insistencia para señalar el problema
"Tenemos sensación de agravio comparativo", señalan
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Las torres de Martiricos y el efecto imán –de miradas y focos– que generan los 110 metros que se levantan junto al Guadalmedina han acaparado gran parte de un debate que, si ya estaba asentado en ciertos estamentos de Málaga, ha tomado otra altura, el de los pisos turísticos. Sólo llevan unos meses habitadas, pero en su interior se registraron casi centena y media de viviendas en alquiler de corta estancia, lo que levantó a parte de la opinión pública. Antes, casi una década antes, empezaron a señalar el problema que conllevaba la convivencia entre el residencial y el turismo los vecinos del Centro Histórico, "es indignante que ahora sí parezca un problema", asegura su presidente, Carlos Carrera.
Coincidiendo con el final de agosto, y en cuestión de días, se conoció que uno de cada tres pisos de los edificios de lujos constaban en el Registro de la Junta de Andalucía para ejercer como turísticos, el problema que esto suponía en la convivencia con los vecinos que sí residen en larga temporada –vandalismo, fiestas clandestinas, incumplimiento de las normas o inseguridad– y las denuncias, a cara tapada, de la mayoría de vecinos.
El alcalde, entonces, afirmó haber pedido a la Junta que diera de baja los 121 pisos que se habían registrado después del 22 de febrero –como el resto de los que están en la ciudad, más de un millar, que se habían inscrito con posterioridad a la publicación del Decreto que rige las VUT– y pidió responsabilidad a los propietarios. Los veinte restantes hasta 141, podrán seguir ejerciendo de manera legal. Actores que hasta ahora no se habían pronunciado, empezaron a mostrar su empatía con la situación. Urbanismo se reunió con los vecinos de Marticos.
Carrera asegura que no han tenido ninguna reunión con el Ayuntamiento ni con Urbanismo, a pesar de que desde su asociación llevan años denunciando el problema de convivencia que supone y yendo al Pleno para expresarlo de primera mano. La última vez que acudió fue el pasado mes de julio. "Dejé una pregunta en el aire, por qué no se ha aplicado el PGOU desde 2011, que se puede, para exigir lo que ahora se exige, la entrada independiente. No me respondieron. Por consultas jurídicas creemos que se podía haber aplicado desde entonces y ahora, obviamente, es mucho más difícil hacerlo porque los propietarios de los pisos turísticos reclamarán", afirma, a la vez que señala la sensación de "agravio comparativo" con respecto a los vecinos de Martiricos.
"Con ellos empatizo, sé que el problema que tienen es el mismo que tenemos, que hemos tenido nosotros desde hace años, pero entonces parecía que era una cosa sólo del Centro y ahora Martiricos es la constatación de que se está extendiendo por los barrios", admite, a la vez que cita una información publicada por este periódico que señala que en Huelin y El Palo las viviendas destinadas a alquiler vacacional se han cuadruplicado y triplicado respectivamente.
También destaca que no tiene nada en contra de los vecinos de las torres que ahora señalan el problema, "también lo tienen que hacer sin mostrar su rostro o su nombre por miedo a las represalias", afirma, "me consta que ellos lo están haciendo bien, que han pedido una solución para todos, no sólo para ellos".
Tampoco señala directamente a los residentes en los rascacielos Alejandro Villén, vecino del Centro y que viene señalando el problema "desde 2017 más o menos". Entonces se encontró con que en su escalera de los 12 pisos, seis eran turísticos. Uno de cada dos. Tanto el que colindaba con el suyo como el superior lo eran: "Ahora, tras mucho trabajo, los hemos prohibido en la comunidad y son de larga temporada, pero han sido años de vivir una lotería cada tres días, no saber lo que te va a tocar", asegura.
En el mejor de los casos, narra, podía tener pequeños incidentes, como que confundiesen la luz del rellano con su timbre en medio de la noche o que dejasen de la basura en la acera "porque en su país de origen, posiblemente, no utilizan contenedores y no conocen el concepto". Pero también que "no sepan cómo usar las llaves, se queden atrapados dentro y empiecen a gritar socorro mientras la aporrean, yo he visto de todo".
Villén también formó parte del organigrama de la asociación y señala alguna reunión puntual con la exconcejal del distrito Centro, "que negó la mayor" y una reunión en Madrid con el Ministerio de Fomento y Vivienda, "pero aquello fue una vergüenza", suspira. Por eso lamenta que, ahora, casi diez años más tarde, sí entiendan el problema, que se agrava porque "sólo hay siete inspectores para las viviendas turísticas de toda la provincia [que es la que cuenta con un mayor número de estas en toda España, 41.000 este mes de febrero según el INE], lo que hace muy difícil luchar contra las ilegales o comprobar que realmente cumplen con los requisitos o que no ejercen si se han dado de baja en el registro".
"Los pisos turísticos junto a los residenciales es como meter a un tigre en una casa", asegura Carlos Carrera, que anuncia que seguirán reivindicando, una década después, una solución real.
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