El vendedor ambulante acusado de matar a otro en Torremolinos niega los hechos: "Solo había hablado con él un par de veces"

Así fue la detención de vendedor ambulante, en 2021.

Apenas había intercambiado palabras con la víctima en dos ocasiones, no sabía dónde residía y tampoco conocía más de dos ubicaciones de Torremolinos. Este ha sido el relato que ha sostenido durante su declaración el vendedor ambulante acusado de matar a otro por disputas comerciales, negando así su responsabilidad en los hechos.

Mucha gente lo conocía como Carlos, aunque su verdadero nombre siempre fue Celio. Una pelea antaño entre clanes escaló generaciones y sus padres decidieron no desvelar su propia identidad. Este fue también el motivo que les llevó a abandonar su tierra natal, Portugal, y mudarse a España, donde se han dedicado al comercio ambulante, ha explicado a un jurado popular, que será el que determinará si es culpable o no.

Fue a partir de los 16 años, al terminar la enseñanza obligatoria, cuando el acusado se inició de lleno en los mercadillos y en la venta de prendas de ropa de marca falsificadas. Durante sus más de diez años de trayectoria en el sector, ha asegurado que mantuvo conversación en dos ocasiones con el fallecido. La primera porque le quería vender ropa; la segunda, para hacer un intercambio de puestos en el mercado, siempre según la versión que ha ofrecido a preguntas del fiscal primero y de su defensa después.

Su defensa, por su parte, ha criticado que la Policía Nacional no haya investigado otras líneas que incriminen a otros responsables pese a que apunta que había tres posibles motivos detrás del asesinato: los celos, ya que, según el letrado, el hombre tenía relaciones con tres mujeres; una supuesta agresión que la víctima mortal recibió una semana antes con una barra de hierro que le fracturó una costilla, y el presunto robo del fallecido de un coche que había vendido.

El fiscal, en su escrito acusatorio inicial -al que ha tenido acceso este periódico-, defiende que el acusado planeó minuciosamente su acción. Con el finde se asegurarse el éxito y la impunidad, afirma que aprovechó su salida del hostal en el que residía para ir a trabajar al mercadillo de Marbella.

Cubriendo su cabeza y su rostro y sabiendo que no encontraría apenas a nadie porque entonces estaba el toque de queda vigente, el Ministerio Público relata que estacionó uno de sus vehículos -tipo furgoneta- a unos 500 metros de la pensión de la víctima "antes del toque de queda para conjurar el riesgo de ser interceptado por la Policía". Allí, supuestamente esperó hasta que encontró el momento oportuno.

Siendo ya de madrugada, sobre las 5:00, el acusado se dirigió a pie hasta las inmediaciones de la pensión. El fiscal asegura que portaba un arma de fuego corta para la que no tenía la correspondiente licencia. No fue hasta pasados unos 40 minutos cuando la víctima mortal salió del alojamiento y se subió en el camión dispuesto a comenzar su jornada laboral.

Según la reconstrucción de los investigadores -que recoge el Ministerio Público- pasaron tres minutos, cuando el fallecido se encontraba en el interior de la cabina y se disponía a iniciar marcha, cuando el acusado supuestamente habría acabado con su vida. De repente y desde el exterior, a través de la ventanilla, "apretó el gatillo seis veces logrando que el arma de fuego disparase en al menos tres ocasiones, a menos de un metro de distancia". La herida más grave, que le ocasionó la muerte, fue una bala que entró por el abdomen y en su recorrido afectó a muchos órganos.

El fiscal detalla que el acusado, a continuación, regresó a pie hasta su furgoneta y la condujo hasta su domicilio, en Benalmádena. La mañana del 24 de mayo de 2021, sobre las 10:00, fue detenido. Para el Ministerio Público, los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, por el que solicita 25 años de prisión y otro de tenencia ilícita de armas, por el que le pide un año y medio más de cárcel. Además, exige que indemnice a la familia del fallecido con 100.000 euros.

stats