“A muchas víctimas se les nota el terror sin hablar, no pueden ni mirarme a la cara”
TITULAR DEL JUZGADO DE VIOLENCIA SOBRE LA MUJER NÚMERO 1 DE MÁLAGA
La magistrada María del Carmen Gutiérrez, que atiende casos de violencia de género, pide a las mujeres “fuerza”, “valentía” y “confianza” para denunciar y no deshincharse durante el proceso
De bailarina a jueza con vaqueros y, si acaso, americana
Quería ser bailarina, pero descubrió su vocación como jueza en segundo de Derecho. Con tan solo 24 años, María del Carmen Gutiérrez aprobó la oposición y apenas dos años más tarde se colocó la toga. Hasta hoy. Aunque durante La mayor parte de su carrera ha asistido casos de violencia de género. Reconoce el pavor de las víctimas, que muchas veces no se atreven ni tan siquiera a levantar la mirada del suelo. No hay un perfil de mujeres maltratadas;tampoco de agresores. A ellas, solo les pide “fuerza”, “valentía” y “confianza” para atravesar el umbral de Comisaría. Después, “las vamos a coger de la mano”. Solo pide que no se suelten.
–¿Cómo es el día a día en un juzgado especializado en violencia de género?
–Esta semana que está mi juzgado de guardia, comienzan a recepcionarse sobre las 9:00 horas los atestados de las denuncias. A partir de ahí, yo empiezo a tomar declaraciones a la víctima, al detenido o al citado si está siendo investigado pero no ha sido arrestado. Celebramos lo que la gente llama juicios rápidos. Por ejemplo, esta mañana (lunes) ha podido haber unos 18 asuntos.
–Son muchos. ¿Es lo habitual?
–Desde la primavera de 2022 está subiendo mucho el número de asuntos. Los juzgados de Violencia Sobre la Mujer de Málaga estamos teniendo al día unos cuatro juicios señalados de la guardia anterior, es decir, aquellos casos que han sucedido por la tarde. Cuando hay un detenido, va al juzgado normal que haya de guardia y, al día siguiente, viene al nuestro. Además de esos, estamos teniendo una media de entre cuatro y ocho detenidos, por lo que siempre estamos rondando entre los 10 y los 14.
–¿En todos los partidos judiciales debería haber un juzgado especializado en esta materia
–En todos los partidos judiciales hay un juzgado de violencia de género. En Málaga hay tres especializados, en Marbella hay uno y, en Fuengirola, otro. Pero, en Torremolinos, de los cinco juzgados de Instrucción, hay uno que además lleva violencia, digamos que lleva las dos materias;en el resto de partidos judiciales hay órganos mixtos, es decir, llevan tanto civil como penal, como instancia e instrucción. La especialización es lo ideal.
–También sería lo ideal una Unidad de Valoración Forense Integral para cada juzgado especializado.
–Exacto. Hay una Unidad de Valoración Forense, pero la tenemos en el Instituto de Medicina Legal y es la misma para todos los juzgados de la provincia. Hay veces que tienen pequeñas unidades que se pueden desplazar a municipios como Marbella, pero depende del mismo Instituto y están súper saturados.
–¿Por qué son tan importantes estas unidades en vuestro trabajo?
–Nosotros recibimos a las víctimas y tenemos esa impresión del tú a tú rápido durante la toma de declaración, pero nosotros necesitamos entrar en la psicología de esa persona y eso no lo podemos hacer. Necesitamos una unidad especializada. Ellos hacen sus entrevistas y así tenemos un conocimiento global de la situación. Hay veces que necesitamos a estas unidades de inmediato para que hagan una valoración de riesgo porque yo puedo tener una apreciación, pero no es lo mismo si viene apoyada por la valoración de peritos, psicólogos, psiquiatras y médicos forenses, entre otros.
–¿Los jueces reciben una formación específica sobre violencia de género? ¿Es suficiente?
–Sí, los jueces españoles estamos muy bien formados y no solo por la oposición, que aparte de conocimientos nos da mucha capacidad de esfuerzo, responsabilidad y sacrificio. El Consejo General del Poder Judicial tiene unos cursos de formación continua para que tengamos esa formación sine die. También hay unos cursos específicos de perspectiva de género. Además, vivimos en un país en el que todos los días hay una modificación legislativa. Yo me levanto por la mañana y el BOE es como mi actividad de riesgo. Lo que quiero decir con esto es que estamos actualizados constantemente porque no podemos estar al margen de la sociedad.
–¿Desmiente con esto las acusaciones recientes que señalaban a los jueces como machistas?
–Rotundamente. Según las últimas estadísticas de noviembre del año pasado, ya somos mayorías las juezas que los jueces, por lo que es absurdo pensar que la Justicia es machista. Desde dentro, yo jamás me he sentido discriminada. Cuando estaba empezando, tomaba declaración a algún señor mayor y, cuando terminaba, me preguntaba que cuándo iba a pasar el juez, pero creo que estas situaciones se daban porque era muy joven y mi forma de vestir quizás.
–Cierto es que para acceder a juez hay que hacer una oposición, lo que no deja mucho lugar para que se produzca esa desigualdad. Pero, ¿es difícil escalar para las mujeres una vez dentro de la Justicia y llegar a puestos de responsabilidad?
–Esta es una profesión en la que se asciende por escalafón, es decir, vas llegando a las plazas de puestos de responsabilidad por antigüedad. En las escala judicial normal y corriente no hay techo de cristal, pero a la hora de designaciones de determinados puestos, como puede ser una presidencia de una Audiencia Provincial o determinadas presidencias de salas del Tribunal Supremo, puede ser. Al final en las ternas cada vez se van metiendo a más mujeres, pero también es cierto que llevamos muchos años de retraso. Yo quiero pensar que en 10, 15 o 20 años ese techo de cristal se haya dado la vuelta.
–¿Muchas veces son las propias juezas las que no dan ese paso al frente por las responsabilidades históricas que persiguen a las mujeres relacionadas con los cuidados?
–Posiblemente. Cuanto más asciendes, tienes que dedicar mayor tiempo para tu desarrollo profesional y eso tienes que quitártelo de tu vida personal. Lo que hace falta en este país son mecanismos de conciliación reales, no utópicos. A mí me parece genial que los hombres tengan la misma baja de paternidad que las mujeres, pero, ¿cuántos se la cogen? Lo que hay que hacer es educar.
–No le puedo dejar de preguntar por la ley del solo sí es sí, ¿qué opina?
–Como juez no me gusta opinar de una ley. Yo la aplico y ya está. Ahora bien, una vez que nos han echado una bola y nos han puesto vestidos de limpios, creo que hay que destacar que se han movido los límites de las penas, nosotros no es que los queramos bajar o subir. No hemos hecho más que una aplicación. A lo mejor hay que legislar con más calma. No sé si ha habido error, falta de previsión o quizás no se han escuchado mucho los informes. Estamos aplicando esa ley conforme al ordenamiento jurídico y ahí no hay mucho margen de maniobra y a la vista está.
–A partir de este martes, con la reforma de la norma, se introducen la violencia y la intimidación como un subtipo agravado, lo que ajustará algunas penas mínimas. ¿Es acertada la modificación?
–Habrá que ver cada caso concreto cómo ha sido la condena que se puso en su momento y ver si tiene encaje en esta última modificación. Si ahora le metemos esos subtipos agravados estableciendo lo que antes era la agresión sexual, habrá que ver cómo lo redactan para ver si encaja en la situación que teníamos.
–¿Las pulseras telemáticas son efectivas?
–Sí. Nosotros ponemos muchas. De hecho, ahora estamos poniendo bastantes más porque las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad llevan a cabo valoraciones de riesgo, cuyos resultados nos trasladan si hay más o menos peligro, entonces es cuando se valora la posibilidad de ponerlas. Hay una instrucción de Fiscalía en la que establece que cuando salen riesgo extremos, altos y medios con especial relevancia se solicite la imposición de estas pulseras. En una semana he llegado a poner cuatro o cinco, que es un número alto. Considero que son eficaces porque en cuanto el agresor se aproxima, el sistema alerta y el Centro la llama a ella y lo llama a él, que lo tiene geolocalizado. Estoy convencida de que hemos conseguido salvar vidas con esos medios y para eso están.
–Trata cara a cara con las víctimas, ¿puede sentir en ocasiones su miedo?
–Sí. A muchas se les ve el terror y el pavor sin tan siquiera hablar. Hay algunas que no son capaces ni de mirarme a la cara. También la frustración, la vergüenza y la incertidumbre. Muchas denuncian y dan el paso, pero después piensan:¿Y ahora qué, qué va a pensar de mí mi hijo, mis familiares y mis vecinos? También ocurre que en ocasiones dependen económicamente del agresor y no saben cómo van a seguir viviendo.
–Imagino que hay que tener mucha sensibilidad.
–Hay que ser muy empático. En todo en la vida, pero en estas situaciones más si cabe.
–¿Muchas se echan para atrás?
–Muchas. Una frase que utilizo mucho es que las necesito fuertes. Desgraciadamente a las que se los suelo decir es porque veo que se me va desmoronar en cualquier momento. Afortunadamente, hubo una modificación legislativa y jurisprudencial y ya cuando declaran por primera vez no pueden echarse para atrás, es decir, ellas pueden no presentar escrito de acusación, pero si hay juicio tienen que asistir y tienen que ir a declarar. Antes podían asistir al juicio y decir que ya no querían seguir con el procedimiento. Ahora cuando dan el primer paso me quedo más tranquila porque si luego se echan para atrás ya lo tenemos atado dentro de todas las vicisitudes que puede haber dentro de un procedimiento. Siempre les digo que lo más difícil es pasar el umbral de Comisaría. Además, España tiene un sistema administrativo y social muy potente que intenta no soltarlas de la mano pase lo que pase.
–¿Se lleva casos a casa?
–Aprendes a guardarlo en un cajón aunque suene mal. De lo contrario, no podría vivir.
–¿Hay algún asunto en especial que no haya podido guardar en ese cajón?
–Se me vienen muchos a la cabeza, pero yo lo paso realmente mal cuando hay menores de por medio. También hay casos que terminan bien. En mis inicios, había una mujer que siempre que me la encontraba se me acercaba y decía: Señoría, muchas gracias. La última vez que supe de ella, había recibido tratamiento psicológico, había conseguido remontar, sus hijos estaban muy bien e incluso él. Parece que consiguió reinsertarse.
–¿Un consejo para aquellas mujeres que se encuentran sumidas en esa especial de violencia a manos de su pareja o expareja?
–Que sean valientes y eso requiere de mucha fuerza y confianza. Lo difícil es dar el primer paso, luego las vamos a coger de la mano. Solo le pedimos que no nos la suelten. Aunque tengan momentos de bajón, tenemos el Servicio de Atención a las Víctimas, el Instituyo de la Mujer y muchos mecanismos que les dan ese empujón cuando flojean. Pero, por mucho que llamemos a la puerta, sin ellas no somos nadie.
–En cuanto a los agresores, ¿hay suficientes medidas para reinsertarlos?
–Hay unos programas de rehabilitación y reeducación que son de obligado cumplimiento para que puedan extinguir la pena y yo creo que a veces funcionan y son eficaces. No ocurre en el 100% de los casos ni mucho menos, pero sí en ocasiones.
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