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Los muertos de diciembre
25N | Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres
A sus 24 años, Fran aprende de nuevo a vivir sin su compañera de trabajo, de casa y de vida. "Mi madre ha sido mi único apoyo siempre". Las estadísticas de violencia machista revelan que este año cinco mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en la provincia de Málaga. En el conjunto nacional, esta cifra negra asciende hasta las 40 víctimas (1.284 desde 2003, cuando se empezaron a contabilizar los casos de manera oficial). Se suman también los ocho menores a los que la violencia de género les arrebató la vida. Estos datos, sin embargo, son solo la punta del iceberg. Alrededor de cada crimen, familiares y amigos se convierten en víctimas de la pérdida, el sufrimiento, la tristeza, la rabia. También la culpa.
A Fran se le detuvo el tiempo cuando su padre decidió apretar el gatillo. Era marzo, 17. Domingo. De madrugada. Gracia había salido a un cumpleaños y, poco antes de las 1:00, decidió volver a su casa, en el municipio malagueño de Pizarra, acompañada de su hija, de 16 años. Su agresor, con el que no mantenía una relación sentimental desde hacía siete años, la esperó en una esquina con dos armas de fuego. Nada más topársela, disparó. Después, se suicidó.
Gracia recibió al menos un impacto de bala en el pecho, que le causó la muerte en el acto. Su hija huyó a la carrera para intentar ponerse a salvo. Fran, aquella noche, las esperaba en su casa, a escasos 50 metros de la escena del crimen. No pudo hacer nada.
El impacto de la pérdida no le arrolló tanto como convivir con la ausencia. "Lo pierdes todo de un día para otro. El golpe es inmenso. Pero, el dolor de verdad viene cuando tienes que aprender a vivir sin esa persona, que además para mí era todo lo que tenía".
De la noche a la mañana, Fran dejó de vivir en su casa, en su pueblo y hasta cambió de trabajo. Se mudó al domicilio de una tía en el pueblo de su madre, Álora, donde vive la mayoría de su familia. "La casa de Pizarra se nos quedaba muy grande a los dos y, como yo estoy trabajando, para que alguien pueda hacerle la comida (a su hermana)". Del resto, se ocupa él. De hecho, la conversación con Málaga Hoy se produce mientras espera para recogerla del dentista.
Se muestra entero. "Tengo que hacerlo por mi hermana y salir hacia adelante sea como sea". Aunque ambos comparten el shock del vacío, él también ha sentido la necesidad de sobreponerse al duelo para cuidar de una niña, aún menor de edad.
Desde los 15 años, Fran trabajaba con su madre en uno de los establecimientos del Mercado del Carmen. Tras su pérdida, no ha querido (tampoco podido) volver. Estuvo un tiempo poniendo placas solares, pero necesitaba "algo más estable, con lo que poder estar más tranquilo". Aunque reconoce que es una persona activa, las trabas burocráticas que necesita solventar tras la muerte de su madre le ocupan gran parte de su tiempo y contribuyen al caos.
–¿Quiere lanzar un mensaje para las personas que se encuentren en una simular a la suya?
–Que la vida es muy largo y uno no puede cargar con los errores de otras personas porque, por mucho que lo desees, esa persona no vuelve. No se puede vivir siempre con un sentimiento de rabia. Si alguien en mi misma situación quiere hablar conmigo, yo estoy dispuesto a ir donde sea. Hay que luchar para disfrutar el presente. Y a las mujeres que sufren violencia de género, a cualquier cosilla que noten, que vayan a denunciar.
Su padre llevaba varios años hostigándola. Fran también animó a su madre a que denunciara. Gracia nunca lo hizo, pero sí acudió a centros municipales de información a la mujer, indicaron en su día desde la Consejería de Igualdad. Su hijo, si bien, confiesa que "nadie esperaba que llegara a hacer algo así". "Él pensaba que nosotros íbamos a depender siempre de él y se dio cuenta de que nosotros íbamos para arriba, nos estaba yendo bien y le dio coraje".
Han pasado ocho meses desde que a Gracia le arrebataron la vida y Fran no ha dejado, confiesa, de pensar en ella ni un solo segundo. "No es que me acuerde de ella todos los días, sino que lo hago a cada momento. Daría todo lo que tenga por verla un minuto y decirle todo lo que la quiero". La memoria de su madre se han convertido en el motor de una lucha, que es también la de muchos, las otras víctimas de la violencia de género.
Málaga es la provincia andaluza con más víctimas mortales de violencia de género en 2024, cinco a poco más de un mes de que termine el año -una más que el ejercicio anterior-. Ana Fue la primera víctima mortal de la violencia de género de 2024. Su pareja la asesinó en su domicilio de Torre del Mar el 12 de enero y luego se suicidó. En marzo, el 17, Gracia fue sorprendida por su expareja cuando regresaba, en compañía de su hija menor, a su casa de un cumpleaños, en el municipio de Pizarra. La esperaba con dos armas de fuego en una esquina. El 6 de abril, Bianca, de origen estadounidense, fue asesinada por su pareja, con el que estaba de vacaciones, en un piso turístico en el centro de la capital. A Petra su marido, con el que llevaba toda la vida, la estranguló hasta quitarle la vida el 28 de junio en su domicilio de Fuengirola. El cuerpo sin vida de Laila fue hallado en una cuneta de Antequera el 5 de julio. Su pareja fue detenido por presunta autoría en la muerte por asfixia de la mujer.
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