El vuelo alemán de los 'telecos' de Málaga
La agencia aeroespacial alemana DLR selecciona cada año alumnos para que hagan el proyecto de fin de carrera en sus instalaciones La entidad y la Escuela crean ahora su primer acuerdo de colaboración científica y académica
"Nunca he trabajado en España", indica Alberto Viseras, ingeniero de Telecomunicaciones de 25 años. Es probable que nunca lo haga. Su primer destino laboral ha sido en la agencia aeroespacial alemana (DLR), donde "posiblemente intente quedarme. No hay problemas de financiación para investigar y el horario es muy flexible ", resume. Estudiaba cuarto cuando oyó por primera vez hablar de las oportunidades que esta institución pública alemana brinda a los estudiantes de la Universidad de Málaga (UMA): una beca de 800 euros mensuales durante medio año, que se puede simultanear con el programa Erasmus prácticas, para realizar el proyecto de fin de carrera en alguna de las áreas estratégicas de la poderosa corporación alemana. Las posibilidades de pasar a formar parte de la plantilla son altas. De hecho, DLR lo que pretende con este programa que funciona desde 2008 con la Escuela de Telecomunicaciones de Málaga es seleccionar talento.
Viseras hizo su proyecto de fin de carrera en el primer semestre de 2013 sobre algoritmos que permitan a los robots coordinarse e intercambiar información para explorar el campo magnético de un edificio. "Sirve para localizar personas en interiores o, por ejemplo, para medir la radiactividad en la central nuclear accidentada de Fukushima", aclara. Terminó el proyecto pero todavía sigue allí. Ahora realiza el doctorado en DLR gracias a una beca de dos años, ampliable a tres, que le reporta 1.400 euros mensuales (el precio de una habitación en un piso compartido ronda los 500 euros), junto a un contrato adicional en la misma entidad. La tesis, para la que trata ahora de localizar a un codirector universitario, también se sitúa en el ámbito de los algoritmos en este caso orientados a los drones que deben moverse en entornos "con mucha incertidumbre", o sea, espacios no previsibles en los que los propios robots deben recoger y compartir la información para coordinarse sin colisionar. Además, se encarga de las gestiones con la Escuela de Telecomunicaciones de Málaga para fichar a nuevos alumnos.
La relación entre la UMA y DLR comenzó en el curso 2008/2009 gracias a Cristina Rico, ingeniera de Málaga que había llegado dos años antes, recién titulada, para realizar unas prácticas. Enseguida comprendió la ocasión que se abría a los estudiantes de su Escuela. Fue ella a iniciativa propia la que se en 2007 se puso en contacto con el profesor de Telecomunicaciones Mariano Fernández para sugerirle esta oportunidad. En 2008 llegaron a DLR los primeros alumnos de la UMA.
Desde entonces 28 estudiantes de Telecomunicaciones han realizado su proyecto de fin de carrera en esta institución. "Cada año se ofrecen una serie de temas de interés para DLR. Los interesados solicitan los que les resultan más atractivos". La agencia también fija los requisitos que exige a los estudiantes y posteriormente los entrevista por teléfono. El inglés es requisito imprescindible. El alemán vendrá después "porque, aunque no se exija, ese es el idioma de trabajo", indica Alberto Viseras. Los jóvenes seleccionados trabajan exclusivamente en su proyecto durante seis meses con la supervisión tanto de la agencia como de la universidad.
Las áreas más atractivas para DLR son las relacionadas con las comunicaciones aeronáuticas, el posicionamiento de personas en interiores, las comunicaciones entre trenes y la exploración con drones.
La experiencia ha sido exitosa para ambas partes. "Los proyectos han dado lugar a publicaciones y premios", resume Viseras. También empleo para los alumnos. "De los 28 que ha realizado el proyecto de fin de carrera en DLR, cinco trabajan en mi departamento".
Omar García Crespillo forma parte de los alumnos que han optado por quedarse. Llegó a finales de 2012 para hacer su proyecto sobre nuevos sistemas de localización de trenes por satélite y sensores inerciales. Después, la agencia le ofreció un contrato en su departamento de Navegación, donde actualmente trabaja en la integración de sensores inerciales en los sistemas de posicionamiento por satélite que engloban tanto el GPS (modelo estadounidense) como el Galileo, el modelo europeo todavía en desarrollo.
Omar alude a un cóctel de motivos personales y profesionales para explicar por qué se ha quedado en Alemania: le gusta la experiencia internacional, viajar y conocer otras culturas. Trabajar en una agencia aeroespacial del calibre de la germana, que maneja un presupuesto anual superior a los 800 millones de euros, es un incentivo de primer nivel y DLR le ofrece la posibilidad de realizar el doctorado al tiempo que participa en otros proyectos. "Este es un aspecto muy interesante por la experiencia que se gana". Además, "las condiciones de trabajo son muy buenas. Tenemos mucha flexibilidad en lo que hacemos en el día a día y en los horarios". Reconoce que echa de menos la cultura, el clima y la comida. También que Múnich es una ciudad "muy seria". O sea, que a pesar de todo, no se ve para siempre en Alemania, aunque no acierta a intuir dónde estará su futuro. Solo tiene claro que "España de momento, lamentablemente, no es una opción".
Para los estudiantes esta experiencia va más allá de la propia agencia aeroespacial. "Lo más importante son los contactos que haces", recuerda Elena Abdo. Ella hizo en 2009 su proyecto de fin de carrera en DLR en el ámbito de la localización de peatones en interiores. Al terminar prefirió volver a la Universidad de Málaga que le ofrecía hacer la tesis doctoral en el área de las radiocomunicaciones, "un tema que me gustaba más". Encadenó un contrato vinculado a un proyecto de investigación con una beca de investigación de cuatro años que acaba a finales de 20015. Hace tres semanas que leyó su tesis doctoral, se llevó a casa su sobresaliente cum laude y empezó a sopesar posibilidades. "No descarto nada. Ni la industria ni la investigación". Sus planes pasan tanto por explorar las posibilidades para conseguir una beca posdoctoral de dos años en una universidad extranjera, como tirar de los contactos para ver las oportunidades de la industria. "Un antiguo compañero de DLR que ahora está en Google me ha sugerido que me vaya a trabajar con ellos".
Dina Bousdar es una de las últimas estudiantes de la Universidad de Málaga que ha aterrizado en DLR para realizar su proyecto de fin de carrera sobre el uso de sensores inerciales que permitan a un simple teléfono inteligente monotorizar la actividad de un usuario ya sea para fomentar un estilo de vida saludable o para proporcionar ayuda a mayores que viven solos. Agradece a la agencia que le haya facilitado la transición desde la vida de estudiante a la profesional y subraya que ha aprovechado la oportunidad que le ha brindado la agencia para quedarse como asistente de investigación porque le gusta el trabajo que realiza en el que conviven la investigación básica y aplicada en un ambiente de gran creatividad, sin olvidar que el liderazgo de DLR es un tren que no se puede dejar escapar.
Desde el punto de vista personal reconoce que también ha sido decisivo para iniciar su vida profesional en Alemania que esta entidad le permita vivir de forma independiente y en un "ambiente diverso" e internacional como el que se respira en Munich. "Pienso que he madurado un poco con esta experiencia", confiesa, al tiempo que reconoce que no es fácil dejar atrás el país, la cultura propia y los amigos.
Esta relación entre la agencia de investigación aeroespacial de Alemania y la Escuela de Telecomunicaciones de Málaga ha dado un paso adelante con la firma en enero de un acuerdo para extender la colaboración al ámbito científico. Esta alianza contempla no solo estancias de estudiantes en DLR para realizar el proyecto de fin de carrera, sino también actividades conjuntas en investigación, "con especial interés en los proyectos europeos", subraya Rafael Godoy, subdirector de la Escuela. También se pretenden promover publicaciones científicas conjuntas, intercambio de investigadores y profesores, y la supervisión de estudiantes de doctorado, además de la realización de cursos.
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