Yáñez

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Se jubila con la firme convicción de haber sido protagonista de unas décadas en la que el puerto malacitano ha experimentado muchos y muy diferentes cambios

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Jesús Miguel Martín Yáñez junto al edificio de la Autoridad Portuaria. / J. C. Cilveti

Málaga/HACE unas semanas, en concreto el pasado 27 de junio, Jesús Miguel Martín Yáñez finalizó su vida laboral como trabajador del Puerto de Málaga. Tras 41 años y ocho meses de actividad, Jesús se jubila con la firme convicción de haber sido protagonista de unas décadas en la que el puerto malacitano ha experimentado muchos y muy diferentes cambios.

Finalizados sus estudios de ingeniero técnico industrial especializado en electrónica y a punto de terminar el Servicio Militar, nuestro protagonista de hoy, aconsejado por su padre que era gruista, se presentaba a unos exámenes para ser trabajador del puerto. Superada la prueba, Jesús, que por entonces tenía 23 años, el 18 de octubre de 1982 comenzaba su vida portuaria ordenado el tráfico en estación marítima del Melillero.

Trabajando varios meses sin uniforme hasta que una sastrería le entregó toda su vestimenta, Jesús, que se estrenó como peón especialista del servicio de vigilancia, en sus primeros años en el puerto fue: guardián de local, celador guarda muelles, basculero, controlador de accesos a talleres y almacenes y celador de medición. Desempeñadas todas estas labores, en 1987 gestionó al administración de los expedientes sancionadores para, un año después y tras superar un examen, ser designado como jefe de seguridad de la Junta del Puerto de Málaga. Con el añadido de que aquella plaza de era de nueva creación, nuestro protagonista de hoy realizó muy diferentes misiones; unas tareas que, entre otras muchas, pasaban por el control de las mercancías peligrosas y la seguridad ante incendios. Establecido en este puesto y tras efectuar infinidad de cursos acreditativos, Jesús se ha jubilado como responsable de seguridad, medio ambiente y protección de riesgos laborales. 

Con el recuerdo de los años en los que tuvo que llevar una pistola o se movió por los muelles conduciendo una vieja lambretta y, sin olvidar los muchos malos ratos vividos, lo más destacado de la trayectoria laboral de Yáñez, que así es como se le ha conocido en el puerto, radica en su profesionalidad y buen hacer; una dedicación que le honra y que lo convierte en un significativo personaje en la historia del puerto de Málaga de los últimos 40 años. 

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