Para gustos, los yates
Acostumbrados a ver en el puerto de Málaga a grandes yates, hoy quiero llamar su atención sobre dos que desde hace unos días se pueden ver juntos en el muelle número uno. Y como no quiero ser demasiado pesado cansándoles con datos coincidentes, destacaré un detalle que diferencia significativamente a los dos barcos de recreo privados que serán los protagonistas de esta columna.
Atendiendo a su historial en aguas malagueñas, el primero de estos yates, el Tatoosh, conoció por primera vez el puerto malacitano en enero de 2012. Atracado en aquella primera visita en el muelle número dos, este buque llegaba con la significación de ser propiedad del cofundador de Microsoft Paul G. Allen. Comprado en 2001 a un rico empresario norteamericano por 100 millones de dólares, el Tatoosh de 92,4 metros de eslora, mostró en el puerto de Málaga sus formas clásicas; una estructura exterior en la que destaca la motora de 12 metros que lleva en su banda de estribor y el velero de 13 metros que va situado a babor.
Con una biografía malagueña muchísimo más corta, el Yas se estrenaba en agosto de 2022 con una brevísima escala en el muelle número uno. Propiedad del emiratí Hamdan bin Zayed Al Nahyan miembro de la casa real de Abu Dabi, este barco llegaba con la significación de haber sido una fragata de la Marina de Guerra de Países Bajos reconvertida en un barco privado de recreo con un coste de 180 millones de dólares. Mostrando una superestructura fabricaba en una aleación de plástico y fibra de vidrio donde destaca una gran cúpula, el puerto de Málaga fue testigo de la presencia de un yate con un diseño verdaderamente revolucionario.
Existiendo infinidad de diferencias entre el Tatoosh y el Yas, aunque la más académica sería que el primero está calificado como un mega yate, mientras que el segundo atendería a la definición de un giga yate por superar los 100 metros de eslora, el detalle que quiero reflejar hace referencia a sus formas exteriores; una línea clásica en toda regla en el caso del Tatoosh que contrasta con la imagen futurista del Yas. Dos barcos que derrochan lujo a raudales. Una pareja que me sirve de ejemplo para terminar diciendo que, para gustos, los yates.
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