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El yugo que aún perdura

Aún perviven en la ciudad un centenar de símbolos franquistas pese a que se creó una comisión para erradicarlos · La Junta no dará ayudas a los municipios que los exhiban

Cartel franquista sobre los portales de las viviendas sociales de barriada Girón.
Cristina Fernández / Málaga

07 de octubre 2012 - 01:00

Un paseo por las viviendas sociales de Ciudad Jardín o de la barriada José Antonio Girón descubre al caminante placas y azulejos con yugos y flechas. Si se consulta el callejero, aún aparecen calles con nombres como Generalísimo Franco, Queipo de Llano o Ruiz de Alda. Un colegio público con el nombre, paradójicamente, de un poeta muerto en la Guerra Civil mantiene en su fachada el escudo preconstitucional y el hospital principal de la cuidad lleva marcado en su puerta el nombre del aviador Carlos Haya. Cerca de un centenar de vestigios franquistas aún perviven en la ciudad a pesar de que en 2009 se creó una comisión de la memoria histórica para erradicarlos. Poco o nada se ha hecho desde entonces.

Se podría hablar de un año más de dejadez cuando al preguntar al departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Málaga comentan que nunca se llegó a firmar el convenio con el Ayuntamiento para realizar un exhaustivo inventario de estos símbolos de la Dictadura. Sin embargo, la cuestión puede tener más calado al hilo de las declaraciones del vicepresidente de la Junta Diego Valderas. El también consejero de Administración Local anunció el miércoles que los ayuntamientos andaluces que no retiren los símbolos franquistas de sus municipios serán sancionados y perderán el derecho a las subvenciones.

Valderas informó de que un grupo de trabajo integrado por la nueva Dirección General de Memoria Democrática y por representantes de la Consejería que preside está preparando una "ordenanza tipo" para que los ayuntamientos se acojan a la retirada de estos emblemas. Recalcó, además, que le parecía "injustificable" que todavía hoy "haya quien se aferre a los símbolos de la Dictadura". Valderas insistió en que su Consejería no va a cejar en el impulso del cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica. Desde el grupo municipal Izquierda Unida aseguraban que la necesidad de quitar estos símbolos no es por mero capricho, sino que se trata de "justicia, independientemente de las ideologías, porque nadie debería de tener que vivir o pasar por la calle de un torturador".

Desde el Foro por la Memoria Histórica de Málaga llevan ocho años pidiendo retirada de los emblemas franquistas. "Hubo un acuerdo entre la UMA y el Ayuntamiento para hacer un censo y valorar los que se podían retirar y los que estaban en edificios protegidos que dificultaban el proceso", explicó ayer Miguel Cerón, secretario de esta organización. Pero de eso, como resaltó Cerón, han pasada más de tres años y "no se ha hecho nada que sepamos".

"Quedó muy bonita la intención de cara a la prensa pero luego no se ha movido nada y sigue habiendo una buena cantidad de símbolos franquistas en la ciudad", añadió el secretario del Foro por la Memoria Histórica de Málaga. El inventario, considera Miguel Cerón, es un trabajo de campo complejo y cree que apelar a la colaboración ciudadana podría dar buenos frutos. En una moción que Izquierda Unida presentó a la comisión de Cultura hace ya casi tres años hacía hincapié en que el callejero malagueño conservaba los apellidos de los principales artífices de la sublevación militar del 18 de julio, como los del General Mola o el General Sanjurjo en la zona de Gamarra.

También señalaban que hay barriadas dedicadas en exclusiva a ensalzar estos nombres, como la Barriada de José Antonio Girón, Sánchez Arjona o XXV años de Paz. Seis años después de que Salud respaldara el cambio del nombre del Hospital Carlos Haya, aún continúa éste en el edificio matriz del complejo sanitario. Pero también hay ejemplos en el sentido contrario. El antiguo mercado de mayoristas, hoy sede del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, exhibía el escudo con el águila, el yugo y las flechas sobre la puerta principal. Este edificio, que se le encargó en plena guerra civil al arquitecto Gutiérrez Soto, se convirtió en museo en 2003. Aunque no se retiró el escudo por ser un edificio protegido, un panel ha borrado a la vista los restos de aquel pasado.

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