Adelantados a la austeridad total
El Málaga permanece sin movimientos en el plano laboral y ya trabajaba en un escenario de contención máxima para la temporada que viene
La calma es obligatoria cuando no hay soluciones que dependan de tus acciones. Mientras las organizaciones que rigen el fútbol siguen echando cuentas de las pérdidas que ocasionará el paro por el coronavirus COVID-19, hay clubes bajando salarios de todos sus efectivos, estudiando ERES haciendo cuentas para tratar de pagar lo mínimo posible. Como en otros sectores de la sociedad, las organizaciones que vivían al día o a base de créditos tratan de minimizar sus deudas. El Málaga no ha hecho ningún movimiento, no se vislumbran despidos a corto plazo. Aguantar la espera al máximo para conocer las medidas reales de Liga, Federación o AFE puede ser la mejor jugada de un club para el que el cambio de paso y costumbres era una certeza ante de que se registrase el primer positivo por COVID-19.
Intervenido judicialmente, con sus movimientos pasados estudiados por la Justicia, pasada la obligación de vender para acabar la temporada y sin saber ni dónde jugará ni cuales serán las sanciones que LaLiga le imponga para la temporada que viene, el equipo blanquiazul sabe que sus malos pasos desde el verano pasado tienen una factura pendiente. Reorganizar el funcionamiento del equipo, adaptarse a un presupuesto mucho menor y aun tope salarial muy alejado del que ahora fueron las consecuencias que se deslizaban desde estamentos cercanos a los mandatarios ligueros. Salvar esta temporada era el objetivo malaguista y ahora se ha convertido en un logro común de todo el fútbol.
Sin tener ninguna certeza de cuándo volverán los entrenamientos, de si las competiciones continentales sobrevivirán a este verano o de si se da la competición por concluida, los movimientos desde las instituciones quieren que se acabe esta temporada, que se cumpla dentro de lo posible con el dinero previsto para este año y recomponer todo a partir del que viene. Sin saber si este escenario se podrá llevar a cabo, para el Málaga sería algo así como confirmar lo que ya tenía en mente. Si ha conseguido, con la venta de Antoñín y otras medidas, compensar el dinero que le hacía falta para concluir esta campaña sin obviar pagos, el borrón y cuenta nueva de la próxima temporada estaba contemplado y sólo faltaría tener constancia de las nuevas condicione que le impongan al club para seguir adelante.
A diferencia de otros equipos, la planificación deportiva y estructural que los malacitanos estaban haciendo para la próxima campaña partía desde unos parámetros económicos muy bajos, sin dispendios importantes, reconcentrando efectivos y eludiendo gastos prescindibles. Un plan de choque ineludible en la situación económica del equipo, pero que puede servirle para atravesar estos meses de incertidumbre con la ventaja –si se puede llamar así– de tener una planificación en la que la austeridad no es una opción, sino una obligación para volver a compensar las arcas del conjunto de la capital de la Costa del Sol.
Además, aún falta por saber cómo evolucionarán los procesos judiciales en los que está inmerso el máximo accionista del equipo, Abdullah Al-Thani. Aunque probablemente sufran moratoria los plazos que había fijados, también es probable que no tenga repercusiones económicas positivas para la entidad. Tampoco ha habido inyección pecuniaria después de que se le reconociera a BlueBay la propiedad del 49% de las acciones que pertenecían al catarí Al-Thani. Poco aire para el club más allá de su propia gestión.
Mientras el deporte profesional atraviesa la crisis provocada por el coronavirus COVID-19 fijándose parámetros de absoluto rigor económico. El Málaga, por su increíble circunstancia vital de los últimos años y la mala gestión ya estaba en esa estación.
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