Andorra - Málaga CF: Otra recaída inoportuna (1-0)

El Málaga perdió ante un Andorra que monopolizó el balón

Aguantó bien con cinco atrás, pero en la segunda parte se descosió con el cambio de dibujo

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Una imagen del Andorra - Málaga CF / La Otra Foto

El Málaga acabó frustrado en Andorra, mutando otra vez en su alter ego depresivo y desanimado, que se mueve aleatoriamente por el campo sin saber con seguridad hacia donde. Optó a sumar, que viendo la tabla era un mal menor, agarrado a su versión con espinacas, de encajador paciente. Quiso más y el impulso no le alcanzó. Era tan previsible en la segunda mitad que el gol del Andorra llegaría en algún instante como lo eran los fútiles intentos ofensivos malacitanos. Una recaída inoportuna, como tantas otras veces, siempre justo cuando las vibraciones amagan con ser positivas.

El camino hasta llegar a Andorra fue más suave que en semanas atrás. Rutinario, de normalidad. Tanto que como si no pasase nada, Pellicer devolvió el brazalete a Luis Muñoz, repescó al “apartado para toda la temporada” N’Diaye y a los avisados Gallar y Loren. El mordisco al Leganés cubrió los días y dio alimento hasta presentarse en el Estadi Nacional, con el añadido de que el resto de la jornada estaba resultando bastante propicia para avanzar hacia el milagro.

Sergio Pellicer aprovechó las circunstancias para cambiar un par de puñales por escudos en su once. Mantuvo el sistema de tres centrales y carrileros sobre el que construyó los cinco puntos consecutivos. Juande entró por Escassi con naturalidad y luego Luis Muñoz tomó el hueco del sancionado Fran Villalba. El toque de autor final fue sentar a Rubén Castro y poner a un delantero tan de su gusto como el esforzado Pablo Chavarría, que llega impulsado por su aparición el lunes pasado.

Debía se que se preparaba para otro partido en el que esta vez no mostró ansiedad sino responsabilidad. El monólogo del Andorra en la primera parte fue absoluto. Posesión altísima que por momentos superó el 80%, jugadas largas y conscientes, a veces casi de trileros. Pero aunque lograse desordenar circunstancialmente al Málaga, la generosidad colectiva compensó hasta el punto de que acumuló muchas llegadas pero Rubén Yáñez apenas tuvo que intervenir.

Siempre aparecía alguien para un despeje, para meter la pierna, para no dimitir de la jugada y asumir que apagar el fuego de otro es salvarte del incendio. Le costó algún susto, pero los blanquiazules jugaron mucho tiempo lejos de la cueva. Armados pero atentos al robo.

El Andorra era asombrosamente certero en los pases. Un acordeón preciso que juega con la geometría y obliga al adversario a grandes esfuerzos. Sin embargo, el Málaga no tenía ningún complejo. No benefició en nada a gente como Ramón y Febas, que necesitan el balón. Tampoco a Lago y Chavarría, correctamente vigilados casi siempre. Aun así le permitía estar en el partido, madurarlo.

A punto estuvo de encontrar el premio gordo recuperando en campo rival en los cinco minutos finales de la primera parte. Una buena apertura de Luis para Cristian acabó en un córner que provocó y ejecutó. Lago pescó el balón y engatilló como pudo, pasando cerca del poste. También en un par de acciones en las que Ramón recuperó dos balones en la sala de máquinas andorrana. En una casi conecta con el argentino y en la otra se coló en el área pero su disparo era complicado.

Segunda parte

Ante el Leganés varió todo el dibujo en el descanso y en Andorra probó de nuevo. Tomó riesgos pensando en la imprescindible victoria. Tiró de Rubén Castro y Escassi y retiró a Luis Muñoz y Juande para volver a defensa de cuatro. Fue un tiro en el pie.

El Málaga se destapó y el equipo de Sarabia casi lo castiga duramente. Yáñez tuvo que intervenir ante un disparo de Germán y en el rechace, invalidado por fuera de juego. Los blanquiazules se asomaron con otro córner pero la tónica era la misma. Acertó Sarabia con Bundu, que se quedó con la banda derecha y terminó rompiendo poco más de dos partidos de imbatibilidad.

Pellicer apostó por Álex Calvo y Gallar, esperando que la imaginación de alguno rescatase a los blanquiazules. No era el día, estaban absolutamente superados y con las energías justas. Para colmo, el Andorra no se echaba atrás sino que seguía con su presión alta, entorpeciendo la salida.

Volvió el Málaga de la desesperación, el que no atina. El de los gestos torcidos. Otra vez empezar de cero. A ocho del Racing, que tiene ganado el goalaverage particular. Ocho jornadas.

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