Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
roberto jiménez gago. futbolista del málaga cf.
Málaga/Con Roberto da gusto hablar. Opina de todo, desde una posición reposada, con una filosofía optimista y una buena remesa de experiencia. Parece tener bien situados el elogio y la crítica y saber exprimir lo positivo de cada extremo. Antes de marcharse de asueto el fin de semana, comparte con Málaga Hoy sus reflexiones. Sobre el fútbol, sobre Atenas, sobre redes sociales. Habla uno de los pocos jugadores que está manteniendo buen tono en este inicio de temporada.
-¿Se trabaja mejor sabiendo que no hay fútbol o sin esa opción de revancha a uno le comen más las ganas?
-En esta situación uno no sabe qué es mejor. A veces viene bien desconectar y sacarse el fútbol de la cabeza, ayuda a llegar luego con la mente limpia. Otras veces uno necesita competir lo antes posible para no desengancharse de la competición. La semana que viene comprobaremos cómo nos ha sentado.
-¿Saber que las derrotas han sido más producto de desatenciones puntuales viene bien para no desmoronarse?
-Eso por supuesto. Somos conscientes de todo lo que está ocurriendo, de que hacemos cosas bien. Estamos pagando una mala racha demasiado larga, pero también sabemos que cuando estamos en esta situación es que algo hacemos mal. No queremos caer en el pensamiento de que somos un mal equipo y nada hacemos bien. Por eso cada día intentamos rescatar esas cosas para mantener esa base en el trabajo.
-Parece un tipo muy zen. ¿Es su personalidad o las muescas que le ha dejado la vida?
-Al final los años siempre hacen mella. Cuanto más haces una cosa, con más naturalidad la vives y con más serenidad, tanto dentro como fuera del fútbol. Ahora mismo no afronto las situaciones igual que hace ocho años. Y creo que eso me ayuda a centrarme en lo verdaderamente importante y a quitarme lo intrascendente.
-Las dinámicas, como la del Málaga, engullen y son cada vez más importantes. ¿Cómo es que la figura del sicólogo no existe de manera más natural en el mundo del fútbol?
-Creo que se está normalizando bastante, cada equipo lo usa de manera distinta y cada grupo lo acepta de manera distinta. Pero cada día es más importante. Es fundamental encontrar a la persona adecuada para hacerlo, porque lo que puede ser una ayuda se puede convertir en algo que aburra al grupo y no sea productivo. Lo creo necesario en todos los órdenes, no solo en el fútbol, que carga con más presión que otro tipo de trabajo. Cada uno vive su vida con tensión y es necesario desconectar.
-¿Qué pauta siguen aquí a ese respecto?
-No hacemos algo aquí, el que lo hace recurre de manera individual. Tampoco queremos recurrir de esa manera a ello, tiene que ser algo que surja como planteamiento inicial de un club, que no sea un método de urgencia que nos lleve a pensar que pasa algo complicado de salvar.
-Igual que hay que alimentarse bien o cuidarse, ¿también se ha hecho necesario aceptar el trato con periodistas, intermediarios y otros miembros del entorno?
-Hay que asumirlo como tal. Es una parte importante de nuestro trabajo. Y también hay que preocuparse por ella. No sirve de nada solo ser buen futbolista o parar muchos balones, hay que manejar todo lo que hay alrededor. Ser un buen profesional lo incluye todo. Va en nuestro sueldo y nos pagan muy bien por atender esas cosas. Hay que saber manejarse con ellos.
-¿Usted qué lleva peor de la relación con el entorno?
-Quizá algunas veces la sobreexposición pública me pesa un poco, pero entiendo que como a cualquiera. Todos tenemos momentos en que nos gusta que nos conozcan y nos reconozcan, y otras veces nos gustaría ser invisibles. Tenemos que asumirlo en nuestra profesión. A veces no te gusta que te digan algo y tienes que entenderlo, igual que cuando te va bien te gusta que hablen bien de ti.
-¿Y cree que el circo ha sobrepasado al fútbol?
-La figura del jugador de fútbol en nuestro país ha cobrado una importancia muy grande con el paso de los años, se busca un referente más allá de si juegas bien o mal. Todo lo que se genera a nivel económico incide mucho también. Eso se usa de manera sana y otras veces se pierde el sentido de las cosas y lleva a lo que tú llamas circo. Pero al fin y al cabo cada uno elige lo que ofrece al exterior y en qué sector de todo esto quiere estar.
-Y las redes sociales, ¿le dan o le quitan más al mundo del fútbol?
-Le dan bastante. Yo soy bastante activo, me gusta serlo y entiendo que a veces igual que te llega el elogio te llega la crítica. Las redes sociales han abierto un mundo nuevo a la liberad de expresión. Es muy beneficioso para los aficionados por la información que genera y porque la ves en tiempo real. La gente se siente mucho más cercana a sus ídolos. Los niños ven cada día qué comen sus estrellas, la ropa que llevan, qué coches conducen, el tipo de bromas que gastan... Todo eso les lleva a algo que a veces parece superlejano, pero al final pueden tener más contacto con la gente a la que idolatran.
-¿Cómo conviven en su cabeza saber que el equipo no va bien y el ego de ver que en lo personal les están saliendo las cosas?
-Obviamente, preferiría otro escenario. Preferiría mil veces más que el equipo estuviera mucho más cómodo, sufriendo menos, aunque personalmente no me estuvieran saliendo las cosas bien. Es mucho más fácil que un jugador se adapte a una buena dinámica que no al revés. Pero he vivido todo tipo de circunstancias y esta es una más que seguro que superaremos.
-Si el portero es el mejor, mal asunto para el equipo. Parece que están malditos.
-Totalmente. La máxima valoración que se puede decir de un portero es que intervenga poco pero bien. Creo que es lo que más se destaca. Recuerdo la etapa del Barcelona de Guardiola, cuando Valdés solo tocaba una vez la bola en todo el partido pero se valoraba mucho. Yo también viví esa situación en Olympiacos. Al final, cuantas más ocasiones recibe un equipo, más puede intervenir el portero y eso no es bueno para el equipo. En uno de mis años en Zaragoza fui uno de los más goleados y al mismo tiempo uno de los que más paradas hizo. Es una incongruencia que lo define bien.
-Tras un año difícil en el Espanyol, sin continuidad, ¿pensaba que tardaría más tiempo en empezar a rendir en el Málaga?
-Quizá si esa situación me llega hace unos años me hubiera afectado más en mi confianza. Este año en mi llegada se han juntado muchas cosas. Que un año no es tan largo, no pierdes tanto como para echar abajo todo lo que llevas a las espaldas. La figura de Míchel es algo que me ha dado la confianza. Me ha recordado lo bueno del Olympiacos, me ha ayudado a reactivar esos sentimientos que tenía ahí de esa etapa y me han ayudado bastante.
-¿Cuando supo que iba a coincidir de nuevo con él sintió un gran alivio?
-Había un interés por mi parte desde que el año pasado a mediados de temporada mi situación era más que evidente en el Espanyol. Uno se empezaba a plantear su futuro. El Málaga siempre ha sido un equipo atractivo para mí y era un lugar donde conocía a bastante gente incluso antes de que firmara Míchel. Se unió que firmaban un entrenador con el que he vivido cosas muy bonitas y la etapa más importante de mi carrera, a final de temporada se plantearon la posibilidad de incluir un portero en su plantilla y yo tenía que hacer lo que fuera para buscar un buen destino.
-Su tope en un club fueron los tres años seguidos en Atenas. ¿Vino aquí con la idea superar ese listón?
-Si te soy sincero, tengo muchas ganas de hacer carrera, por decirlo de algún modo, en mi país. Tengo ganas de ser un jugador importante dentro de mi país, como ya lo he sido fuera. Uno donde más quiere triunfar es en su casa y rodeado de su gente, que ellos lo vean. Pero no me obsesiona, la verdad. Estoy muy orgulloso de mi carrera y los años que me quedan los pelearé para tener una carrera digna y de la que esté orgulloso. Ojalá que en Málaga encuentre ese lugar para ello.
-¿Qué aprende un futbolista español fuera de la Liga española?
-Uno aprende de todo, y más en un país como Grecia. Porque el fútbol allí se vive de manera muy distinta. Pero sobre todo me quedo con la sensación de haberme sentido rodeado de los mejores jugadores de Europa ganando partidos en Champions, con objetivos muy amplios. Y uno se mimetiza mucho con el entorno en el que vive. Allí he descubierto una pasión que se vive muy distinta. Por ejemplo, he tenido la sensación de que si metíamos un gol había que irse del estadio, literalmente. Pero he disfrutado mucho de ello y ahora uno se las puede contar a un periodista y tomándolo como una nota de humor. Pero en su momento era grave.
-¿Es tan caótica Atenas como se cuenta?
-Ni mucho menos. He pasado tres años maravillosos, con una calidad de vida muy alta. Sinceramente, me vine porque tenía circunstancias personales, quería estar con mi familia. No me arrepiento, al contrario, ha sido un orgullo jugar fuera y siempre lo voy a recordar con gran cariño.
-Allí se hizo amigo de Vassilis Spanoulis.
-Allí los jugadores comparten escudo, Olympiacos es una gran familia. Spanoulis era muy aficionado al fútbol, y yo ya era muy aficionado al baloncesto, pero allí me hice más aún. Hemos compartido muchas cosas. Es uno de los mejores jugadores de baloncesto que hay. Los jugadores de fútbol y baloncesto vivíamos en la misma zona o barrio, y nos encontrábamos en el parque, en el colegio... Hemos ido a verle y él a nosotros, a actos del club... Al final creas un vínculo, una amistad, y tener a tanta gente de esa magnitud es un lujo.
-¿Lo ha invitado ya a pisar La Rosaleda?
-Él sabe que está invitado cuando quiera.
-Intente definirme Málaga en una o dos palabras.
-Clima y gente.
-Con tan poco, dice mucho.
-Con tan poco se dice mucho porque es un privilegio poder vivir aquí. Al final, beneficia el trabajo y a la persona. Te despreocupas de cosas como pasar frío. La gente es uno de los mejores patrimonios que tiene Málaga. Lo hemos visto en lo futbolístico, con ese recibimiento el día ante el Athletic, en un partido tan complicado, cómo nos empujaba. Eso será muy importante para nuestra situación deportiva.
-Pregunta obligada para un portero: ¿quién o qué le lleva a decantarse por los guantes?
-En mi caso fue más una decisión mía. Me pregunté a qué podía jugar que me gustara y pudiera ser el diferente. Siempre me llamó la atención y decidí que quería los guantes. Siempre he sido el más alto o de los más altos del colegio y los equipos en que jugaba y al final creo que es el objetivo de cualquiera poder hacer lo que eliges desde pequeño . Es una suerte conseguir las mismas cosas que uno quiere desde que es un crío.
-Hoy que se cuidan mejor, ¿se ve jugando con 40?
-No lo creo, aunque la verdad es que uno nunca sabe. Por mucho que pueda decir ahora, dependerá mucho de las condiciones físicas en que esté, también de la importancia que tenga en mi equipo. No voy a forzar por el fútbol, tengo muchos proyectos en mi cabeza. De vez en cuando, sin querer dejar esta profesión, me gustaría ver qué puedo explorar en mi vida.
-¿Puede compartir alguno?
-Bueno, uno va cogiendo ahorros y pensando en qué le gustaría hacer. Proyectos, negocios, sin más. Verme en otro sector. No llegué a ser universitario, lo inicié más tarde pero no llegué a hacerlo. Al final, aunque no es excusa, estaba muy cerca de ser profesional y seguí por ahí.
-Normalmente los jugadores quieren ser entrenadores o directores deportivos en el futuro. ¿En su caso es al revés?
-No sé, sí creo es que si sigo vinculado al fútbol no sería desde el campo. No sé si tendría la posibilidad de seguir ligado de otro modo o si estaría capacitado, pero creo que voy a acabar bastante harto de césped de tanto que me he tirado como para querer seguir en él.
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