Político en cien días
Antonio Vargas Yáñez
Susana’s revenge
Balaídos es un estadio que tiene vinculación con el malaguismo. Ha vivido allí tanto el Club Deportivo Málaga como el Málaga Club de Fútbol episodios de todo tipo. Luctuosos, tétricos y también alguno alegre. Allí juega este sábado el equipo en su intento por regresar al fútbol profesional, en la ida del play off de ascenso a Segunda, esta vez ante el filial del Celta. Cinco historias de la vinculación con el coliseo vigués.
El primer episodio es muy doloroso. El 21 de diciembre de 1987, en un partido entre el Celta y el CD Málaga se originó la muerte del guardameta malagueño José Antonio Gallardo tras un choque fortuito con el delantero brasileño Baltazar. Una fuerte hemorragia cerebral después de un rodillazo le hizo entrar en coma y fallecer el 7 de enero de 1988 cuando ya había regresado a Málaga. Durante años fue un episodio casi olvidado, no reconocido suficientemente. En 2017, 30 años después, al fin se le dio nombre a una puerta de La Rosaleda. Málaga Hoy reunió hace unas semanas a Alfonso Herrero con la familia de Gallardo y le entregó la camiseta retro que se empleó en el partido ante el Ceuta del 120 aniversario del fútbol.
Tampoco fue positivo el siguiente hito. El Club Deportivo Málaga jugó su último partido oficial en Balaídos. Fue el 24 de mayo de 1992, la última jornada de la temporada en Segunda División. Se había consumado el descenso matemático la jornada anterior ante el Compostela en La Rosaleda y aquel partido fue el epílogo de una historia de 51 años (desde 1941). 3-0 cayó aquel día el equipo que dirigía Nene Montero en un duelo en el que Ignacio; Jaime Molina, Zapatera, Domínguez, Padilla, Luis Merino, Diego López, Onofre, Castillo, Quino y Molina conformaron el once inicial de aquel día, con los cambios de Makanaky y Basti.
Tercera historia negativa. Fue en la primera jornada de la temporada 2005/2006. El Málaga, en pleno Caso Duda, perdió 2-0 y sufrió la pérdida por lesión de uno de sus jugadores más importantes. El Gato Romero tuvo que retirarse en camilla a los 33 minutos de partido tras un giro en su rodilla derecha. Ahí empezó su calvario. No volvió a jugar más esa temporada y sus problemas en la articulación, con 29 años aún, se hicieron crónicos y le obligaron años después a tener que retirarse del fútbol. Fue una baja que empezó a resquebrajar al equipo, que acabaría descendiendo de manera clamorosa a Segunda División.
Ahora sí, historias más positivas. Fabrice Olinga, con un gol a falta de siete minutos para el final del encuentro, dio la victoria al Málaga en el partido que abría la temporada 2012-13 en Balaídos. En un momento en el que no había fichajes porque el club estaba en convulsión económica pese a que estaba en la Champions, el jeque había hecho dejadez de funciones, Pellegrini tuvo que tirar de cantera. Y el camerunés se convirtió en el jugador más joven de la historia que había metido un gol en Primera División, con sólo 16 años. Ha ostentado el récord hasta que justo esta temporada se lo ha arrebatado el fenómeno Lamine Yamal con el Barcelona. Olinga no se llegó a consolidar mucho tiempo en el primer equipo, aunque echó un cable dos temporadas, y acabó traspasado a Bélgica antes de iniciar una carrera nómada. Con 28 años, su último club es el Botosani rumano.
En 2014, en Balaídos debutó con la selección española Ignacio Camacho. Se convirtió en el décimo malaguista que vestía la Roja. Fue Vicente del Bosque quien dio la alternativa al maño, jugador simbólico de una etapa, capitán varios años, y que recientemente estuvo en La Rosaleda jugando el partido de las Leyendas. Fue su único partido como absoluto (sí jugó muchos en inferiores). España cayó 0-1 ante Alemania, con gol de Toni Kroos, que ya comunicó su retirada. Camacho debió hacerlo prematuramente por sus problemas de tobillo tras ser traspasado al Wolfsburgo alemán.
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