BlueBay, verano de 2013
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Bajo su 'know how', la hotelera construyó el Málaga post Champions de la mano de Shatat y Casado
Schuster, Angeleri, Bobley, El Hamdaoui, Tissone y Chen, algunos de sus fichajes
Málaga/Que BlueBay terminará ganando a Abdullah Al Thani el pleito que tienen pendiente es un secreto a voces que se viene escuchando desde hace mucho tiempo en los mentideros malacitanos. Lo que sucede es que, como en el cuento de Pedro y el lobo, nunca termina de llegar. La justicia es lenta y además tiene mecanismos que te permiten poner piedras por el camino. Sin embargo, ahora parece más cerca que nunca que la hotelera se haga con el timón del club al tiempo que será titular del 49% de las acciones del sheikh (no confundir con el 49% de las acciones totales del club).
Sería un escenario nuevo pero no novedoso. Porque hay que recordar los orígenes de este conflicto y el breve pero intenso paso de BlueBay por el Málaga. El grupo que preside Jamal Satli Iglesias apareció por Martiricos en plena crisis institucional y económica, coincidiendo por otro lado con el inolvidable caminar por la Champions. 2013 fue un año inolvidable para lo bueno y para lo malo, además, un lustro más tarde, ha marcado en gran parte el devenir del Málaga como entidad.
Con Moayad Shatat al frente y Vicente Casado como mano derecha, el Málaga alcanzó un acuerdo con BlueBay el 17 de febrero de 2013, que cristalizó en la constitución -a 1 de marzo de 2013- de NAS SPAIN 2000. Iglesias se hacía por un euro con casi la mitad del paquete accionarial de Al Thani, además de la gestión del club. También hubo un préstamo de unos dos millones de euros de una urgencia vital para el Málaga que posteriormente fue devuelto a BlueBay.
En aquel momento no había ningún tipo de enfrentamiento, al contrario, parecía un matrimonio bien avenido y la hotelera andaba en un discreto segundo plano (públicamente apareció el 23 de julio de 2013, presentándose como patrocinador del club, con espacio, incluso, en la camiseta). Por aquel entonces el presidente del Málaga ni ejercía ni aparecía, delegando principalmente en Shatat, sustituto de Ghubn y también con poderes. Con el final de la Champions, de la era Pellegrini y el desmantelamiento del equipo, en un club ahogado por las deudas y presionado por Hacienda, LaLiga y CSD, se entró en una etapa más austera y también más oscura.
Husillos, entonces director deportivo del Málaga (y posiblemente en su momento de mayor aceptación popular y satisfacción con su trabajo), se bajó del barco. Ante las injerencias en su trabajo y la imposición, sobre todo, de poner a Bernardo Schuster como técnico en contra de su voluntad, se marchó casi 20 días antes de que terminase su contrato. Había dejado algo de trabajo hecho, pero el Málaga empezaba a ser dirigido de otro modo.
Se puso en la secretaría técnica al joven Adrián Espárraga (no confundir con director deportivo). Pero a la hora de la verdad no tenía mando en plaza. Su única apuesta personal de aquel verano de 2013, reconocido por él, fue Pawlowski. Casualmente, el jugador fue ninguneado por Schuster todo el año. Porque el alemán y su entorno sí que tuvieron mucho que decir en el mercado de fichajes y en la confección de aquella plantilla. También comenzaron a meterse en asuntos deportivos Shatat, Casado y Novo. Y, por supuesto, en la sombra, David Belenguer. Un cóctel explosivo y que estuvo a punto de mandar al Málaga a Segunda ese mismo año a pesar de que la inercia positiva de la recta final de temporada sirvió al equipo para maquillar sus números y su posición final.
El malaguismo todavía recuerda con espanto los fichajes que llegaron en el verano de 2013. Más allá de qué padre y de qué madre tuvo cada aterrizaje, la lista es terrorífica: Fernando Tissone, Marcos Angeleri, Mounir El Hamdaoui, Roberto Chen, Flavio Ferreira, Bobley Anderson, el mencionado Pawlowski y, ya libre con el mercado cerrado al estilo Lacen, José Manuel Casado. Eso, además del propio Schuster, en cuyo cuerpo técnico estaba como segundo Fabio Celestini, que no tenía la documentación necesaria para ejercer su cargo.
Huelga decir que todos ellos tuvieron un rendimiento decepcionante, siendo Angeleri, a la larga, el que más aportó, lo cual hace una idea del nivel de los demás. Algunos ya están retirados y la mayoría continuaron hasta perderse en equipos y competiciones menores. Especialmente sangrante fue la llegada de Bobley Anderson, que venía de brillar en la liga marroquí y que le costó al Málaga un millón de euros en una etapa en la que apenas podía cumplir con los pagos del día a día y las deudas acuciaban.
Después de aquel verano, como por arte de magia, Casado y Husillos firmaron la pipa de la paz, regresando el argentino al cargo que ostentaba con anterioridad. También hay que recordar que sus cuatros fichajes invernales fueron Rescaldani, Iakovenko, Pablo Pérez y Amrabat, que resultó clave para aquella permanencia.
El conflicto con BlueBay llegó en 2014, con el regreso del jeque Al Thani en loor de multitud y su toma del control del club de manera ejecutiva. Y ahí comenzó una guerra por la custodia del Málaga, que como pasa con algunos hijos, es el gran perjudicado.
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