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Chimy Ávila se va a tatuar El Cautivo

El bético sigue sorprendiendo tras ver las espinilleras con la imagen del cristo trinitario

Así es la historia de devoción malagueña del jugador del Betis

Búscate en las fotos de la sesión abierta en La Rosaleda

Chimy Ávila, con la espinillera del Cautivo. / DAZN

La historia de devoción de Chimy Ávila con El Cautivo de Málaga sigue dando de qué hablar. El jugador del Real Betis, que nunca jugó en el club de La Rosaleda, coincide con ese amor de muchos jugadores por el cristo trinitario. Ahora ha confesado que tiene previsto tatuarse la imagen así como también desveló su devoción por la Virgen de la Esperanza Macarena.

El delantero de Rosario se ha encontrado en Sevilla con devociones religiosas que ya traía, como la de Jesús Cautivo de Málaga, que lleva en sus espinilleras y que le llegó por medio de su representante Jorge Bilich, desde los años en los que el punta jugaba en el Huesca.

Además de Jesús Cautivo, devoción también de la Semana Santa de Sevilla en el barrio del Tiro de Línea, el Chimy se confesó asimismo devoto de la Virgen de la Esperanza Macarena, como el segundo de Manuel Pellegrini y compatriota del rosarino, Rubén Cousillas.

Conocido por los muchos tatuajes que tiene, el Chimy Ávila señaló que lo próximo que se va a tatuar "es la Macarena y el Cautivo", que ya tiene "el lugar elegido" y que el momento lo elegirá él.

El origen de todo

Corría el primer cuarto del partido entre el Betis y el Athletic de Bilbao. Ezequiel Ávila, el Chimy, abrió el marcador (1-0) en un gran gol colectivo del equipo de Pellegrini. Un incidente con la asistente de línea, que se estrelló contra una de las cámaras de televisión en ese gol, hacía que el juego estuviera parado porque sangraba abundantemente. Y las cámaras de DAZN ofrecían numerosas repeticiones del tanto y la celebración. En una de ellas se veía al Chimy colocarse bien la espinillera de su pierna derecha. En ella, además de otros motivos, una inconfundible imagen de El Cautivo.

No ha jugado nunca en el Málaga el delantero argentino, de 30 años y que también detenta la nacionalidad española (sonó para vestir la camiseta de la Roja con insistencia), pero la devoción por el Señor de Málaga no conoce fronteras ni límites. El origen de ella está en su agente, Jorge Bilicich. En 2014 aterrizó en Málaga para cerrar el fichaje en el mercado de invierno de Pablo Pérez, aquel centrocampista argentino que estuvo a las órdenes de Bernd Schuster y que llegó procedente de Newell's y después se marchó rumbo a Boca Juniors tras jugar 11 partidos de blanquiazul. Desde entonces, la relación de Bilicich ha sido intensa con la Costa del Sol. En sus visitas a la ciudad quedó hechizado por la historia y transmitió esa devoción a todo el que trabaja con él. También al Chimy, que ha estado varias veces en Málaga y ha visitado la Trinidad para contemplar la talla de Nuestro Padre Jesús Cautivo. Es por eso que lleva la imagen impresa en sus espinilleras y lo tiene presente en sus oraciones. Ávila salió desde una familia muy humilde en Rosario, confesó que había coqueteado con la delincuencia y relató que trabajaba de albañil hasta que con 20 años le llegó una oportunidad en el fútbol profesional que no desaprovechó.

Tras destacar en San Lorenzo, en Huesca propulsó su carrera, con un ascenso a Primera y una decena de goles en su primera temporada en la élite. Y después llegó a Osasuna, donde estuvo cuatro temporadas y media y superó dos lesiones de cruzado hasta convertirse en ídolo. En este mercado invernal fue uno de los fichajes estrella tras semanas de negociación hasta acabar en el equipo en el que ahora están Isco y Pellegrini. El periodista Dani Marín desvelaba años atrás que en ese proceso de crecimiento del jugador Chimy Ávila estuvo a punto de ser jugador del Málaga. “El Málaga estaba en Primera y lo tenía apalabrado. Si el Huesca no subía no podría asumir su coste y el Málaga se lo quedaba", recordaba Bilicich en ElDesmarque. Aún pertenecía a San Lorenzo en ese momento en el que el club de Martiricos ya se preparaba para un inminente descenso a Segunda que desde Navidad estaba asumida. El Huesca mejoró sus prestaciones y cambió el decorado. "Eso fue hasta abril, cuando visité Huesca y tuve una reunión con Emilio Vega para conocer sus intenciones. Contaban con él. Aparte yo tenía miedo de que el jugador se pudiera 'perder' en Málaga, donde además tendría mucha más competencia. Y el Huesca quería seguir contando con él. Así que nos dimos la mano y aceptamos seguir allí”, admitía Bilicich un par de años después: “Al poco tiempo visité el club, y tomé un café con Mario (Husillos) y Joaquín (Jofre). Querían al Chimy a toda costa, me dijeron que el Málaga en Segunda era más escaparate que el Huesca en Primera. Mario me ofreció en ese momento el contrato que teníamos hablado a primeros de año, que era el doble de lo que el jugador ganaba en Huesca y también la contratación de su hermano Gastón, que jugaba en Rosario Central. Fueron semanas de 'tiroteos' con el Málaga, y hablé con el Chimy, pero ya le habíamos dado un compromiso al Huesca".

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