Espinas en el camino (0-1)

Málaga CF-Granada CF | Crónica Jornada 16 Segunda División

El Málaga cede sus tres primeros puntos en La Rosaleda ante un Granada al que apenas fue capaz de inquietar

Los jugadores del Granada celebran el gol al Málaga CF.
Los jugadores del Granada celebran el gol al Málaga CF. / LaLiga

Málaga/Espinas en el camino. La metáfora suena a poesía, a libro de algún corazón herido que impregna en páginas versos de desamor. Pero la pronuncia Muñiz en la sala de prensaMuñiz después de que el Málaga perdiese contra el Granada en La Rosaleda. Y posiblemente sea acertada, pero no puede conformar. Las previsibles dificultades de la categoría no dejan de estar ahí, la cuestión es dónde está el Málaga a nivel deportivo y emocional. A los blanquiazules se les baja la persiana en fases de los partidos y no sabe de qué manera encender la luz. Es cierto que la clasificación no ahoga ni mucho menos, pero es complicado conjugar un discurso pragmático y la ilusión.

“No es peor partido que otros que se han ganado”. Cierto. Pero cuando las musas se instalaron en La Rosaleda el equipo destilaba otro aroma. Lo básico se suele calcar, no cabe duda. El Málaga es un conjunto que acepta el trato de ser primero bloque y luego se prueba otros trajes. Pero el de equipo devorador de rivales queda un poco corto. Asoma el mercado y se pueden remendar carencias.

No engañan entrenador y jugadores cuando destacan el esfuerzo común y la complejidad de cualquier cita en Segunda División. Pero en la gama de los matices se están desabonando los resultados. Falta riego en todos los sentidos. Y a más balón, menos luz. Está perdiendo sello en cada cita. El Málaga no pretende ser algo distinto a lo que es, pero ha desmejorado.

Efectivamente, la acción a los 50 segundos en la que Blanco Leschuk no atina a rematar en condiciones el gran pase de N’Diaye marca diferencias y la diferencia está en que no se marca. Otra vez los detalles, los matices. Lo delicado es distinguir si es causa o consecuencia. O si es como el gato de Schrödinger.

El Málaga tuvo severos problemas para zafarse de la intensa presión del rival, que le hizo a los blanquiazules un brevaje de sus propias yerbas. Si se hubiesen cambiado las camisetas los jugadores de una y otra escuadra, el Granada podría haber pasado por equipo de Muñiz. El rival supo administrarse muy bien sin balón, anduvo pendiente del fallo y minimizó las virtudes del Málaga, haciéndole noche el tramo que va de la salida de balón al gol.

Sí hubo distancias en la gestión de energías y espíritu. Salvo en el tramo inicial, el Málaga no supo someter al contrario. Mucho menos cuando cazó el gol, que llegó de manera rancia, que es como más duele a los equipos estajanovistas.

Los blanquiazules se habían acostumbrado a que La Rosaleda curase las heridas de las espinas a domicilio y eso ya no es ciencia. La herida más insignificante se puede infectar, ese es el mensaje que ha calado.

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