Un río al revés (1-2)
Crónica Málaga CF - Osasuna
El Málaga se deja remontar por Osasuna en un partido que comenzó dominando y ganando
Lentitud en los cambios de Muñiz, que no encontró antídoto
Málaga/El Málaga es un río al revés. Como si en lugar de buscar el mar andase empeñado en cambiar lo que la naturaleza manda. Y al nacimiento no se puede volver. El camino a Primera es uno y ahora mismo está lejos. La brújula ya no es fiable. No perdía desde el esperpento del Reus, pero a base de empates y algún triunfo suelto mantuvo el pulso a la zona alta. Pero a la hora de la verdad está pinchando con quien no puede pinchar.
Se le escapan los triunfos de calidad y se le escapan los rivales directos. Los resultados no sujetan más el discurso. Y lo peor es el gesto de pardillo. Era noche de golpe en la mesa y resultó golpe contra la realidad. Peca el Málaga, qué contrariedad, de no saber sujetar resultados. Y ese debía ser su sello.
Casi las mismas caras en el campo, pero otro Málaga. Muñiz volvió a poner de inicio a Ontiveros y el marbellí se dejó notar. Aunque más allá de los cromos nuevos, la variante esencial fue ver a Keidi Bare de guardaespaldas y el dúo Adrián-N’Diaye por delante. Todo resultó más natural.
Les gusta decir a algunos entrenadores que los sistemas no son importantes. En esencia tiene su parte de verdad la frase. El Málaga saltó al césped con los deberes hechos y el colmillo necesario para medirse a un conjunto tan sólido y aprendido como Osasuna. No tardó mucho el equipo blanquiazul en enchufar a La Rosaleda.
Ontiveros monopolizó el balón en los primeros diez minutos, dejando intangibles necesarios. Es cierto que quizás no tomó siempre las mejores decisiones, pero burló a Nacho Vidal con una facilidad pasmosa y obligó a Osasuna a mandar refuerzos a esa zona del campo para evitar males mayores.
Pero el gol llegó por el otro costado. Una jugada trabada en la banda, un balón escurridizo, los jugadores del Málaga llegando en el instante justo para desnivelar la balanza a su favor. Y Blanco Leschuk, que a falta de goles da asistencias monumentales como la que Adrián convirtió en su octavo gol. El madrileño es área. Sin más.
Lo más cerca que anduvo del gol Osasuna fue un despeje de Ricca algo pasado de revoluciones que casi pilla a Munir con el paso cambiado. A partir de ahí el encuentro comenzó a encenderse. Cuatro amarillas en ocho minutos, dos para cada uno, contando una de color anaranjado para Oier tras una entrada fea al omnipresente Keidi Bare. Se manejó bien en el otro fútbol el cuadro malacitano.
Tuvo arrinconado al conjunto rojilo el Málaga, que tuvo dos ocasiones muy claras. Una tras una barbaridad de Ontiveros que vio cómo su rosca se fugaba lamiendo el poste. La otra tras una gran acción entre Blanco y N’Diaye que Renato envió directamente fuera a la media vuelta cuando tenía todo a favor y dos compañeros solos a su izquierda.
La tensión se dejó notar en la última acción de la primera mitad, que terminó con una discusión multitudinaria provocada por los navarros y rematada con amarillas a Fran Mérida y Ricca.
Tras el descanso el estadio continuaba con ganas de jaleo y el Málaga con ganas de mandar. Pero en pleno intento el atisbo de gol se convirtió en tragedia. Un córner mal botado por Renato Santos acabó en gol de Rubén García. Ontiveros pudo pararle pero le habría costado la expulsión.
Al Málaga el empate le aturdió y Osasuna, que empezó a oler lasangre, jugó al fallo. No tenía prisa, el botín mediado le servía y podía esperar al grande. Como el pescador veterano, hubo nuevo trofeo. Un recién entrado Íñigo Pérez filtró un balón para Juan Villar, que tuvo todas las facilidades para batir a Munir. Ricca rompía el fuera de juego.
Muñiz hizo cambios a la desesperada con el 1-2 con la única esperanza de reinar en el caos. Seleznov sacó un disparo que dio en la mano de David García en una posición poco natural. Pareció penalti, pero Díaz de Mera ignoró la vehemente reclamación del tanque ucraniano.
Los segundos volaban y el estadio comenzó a desocuparse. Silencio y sonido de viento en las gradas. "Muñiz, échale huevos", reclamó Fondo Sur 1904 mientras Osasuna seguía robando tiempo al tiempo. Un saque de banda desesperado de Luis Hernández sobre la bocina. El ascenso se pone caro.
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