Medicina para el corazón (1-2)

Mallorca-Málaga

El Málaga vuelve a ganar fuera de casa ante el Mallorca y recupera el aliento en un partido de infarto

Pacheco, Ontiveros y Cifu se entendieron para meter el gol del triunfo

Cifu celebra su gol de la victoria en Mallorca
Cifu celebra su gol de la victoria en Mallorca / Miquel Borras
Victor Miralles

08 de diciembre 2018 - 20:38

3 de septiembre. Almería-Málaga. Una genialidad de Pacheco, un gol de Harper. Elementos comunes con la vuelta del conjunto blanquiazul a la victoria fuera de casa. Los de Muñiz sudaron sangre, se valieron de los golpes de viento y aseguraron un triunfo que aborta una alarma que empezaba a sonar. Se ganó en Mallorca (1-2), se sigue en play off y se ayuda a reparar un corazón casi infartado.

Cómo costó. El Mallorca no es tonto, está donde está por méritos. Complejos los justos, Segunda es un sálvese quien pueda y ceder medio centímetro marca diferencias. Sorprende en ese sentido que un equipo diseñado para la guerra como el de Muñiz empezara por exponerse así, como hiciera en Elche o en Almendralejo. Sastre, Valcarce, Dani Rodríguez... Una sucesión de disparos con el Málaga panza arriba traía por la calle de la amargura. Diez minutos a merced y dos goles negados a Raíllo, uno por fuera de juego –mal anulado, no era él uno de los bermellones adelantados– y otro por la manopla de Munir; ambos en acciones casi calcadas a balón parado. Pero cuando está para ti...

Si no se aparecen las musas, también vale el Cautivo. En el peor momento, antes del descanso, entró en juego esa extraña combinación entre suerte y saber estar. Los goles son goles y lo mismo valen por la escuadra que con el culo. Un mal despeje del portero en un córner, un rebote al lugar propio y un Harper oliendo sangre ponían por delante al Málaga. Para qué más.

Golpes así son los que cambian dinámicas. En el partido, el equipo de Muñiz creció. Al contrario que muchas otras veces, estuvo mejor con el partido en el alambre que empatado. El Mallorca intentó llevarlo de nuevo a su terreno, a un ida y vuelta donde sacar petróleo con las piernas de Lago Júnior o las apariciones de Álex López. La respuesta, somníferos y cemento. Pacheco se hizo con el control y Ontiveros entró por Juanpi para maniatar.

El Málaga anotó en su peor momento y encajó el empate cuando mejor situado estaba en el partido

Ocurre que, igual que hizo el Málaga en la primera mitad, el Mallorca golpeó en el mejor momento de su rival. Los mínimos centímetros que cedió la defensa en el segundo tiempo sirvieron para que Álex López ejecutase a centro de Fran Gámez. Ahí tuvo que entrar eso que decía Muñiz, la tranquilidad, la cabeza fría y el oficio que el equipo parecía perder fechas atrás.

Con todo en un puño relució el lado cerebral de hombres viscerales. Pacheco y Ontiveros se entendieron entre protestas baleares. Una genialidad de las que ha dado a cuentagotas el de Pizarra encontró al marbellí cuando se ahogaba el contraataque. Y este no fue egoísta por no recibirla antes: sirvió de cabeza a la subida de Cifu, incrédulo, sin saber muy bien qué hacer para celebrar. En adelante, más locura. Munir reapareció pese a sus dudas, Abdón la tiró fuera cuando los fantasmas de El Molinón aparecían y el Málaga volvió a ganar fuera. Qué bien sabe.

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