"A Blanco Leschuk le hace falta un Darío Silva a su lado"
Darío Silva, ex jugador del Málaga CF
El legendario delantero charrúa habla sobre su carrera y sobre su situación actual con ‘Málaga Hoy’
Sigue la actualidad del Málaga: “Ahora sí tenemos vértigo y llegada”
Darío Debray Silva Pereira (Treinta y Tres, 1972) tiene algún kilo más respecto a su época de jugador, pero luce aspecto impecable y conserva el ingenio. “Menos mal, pensaba que eran policías cuando les vi salir del coche”, suelta a los periodistas de Málaga Hoy cuando se presentan en la Pizzería Frascati, centro neurálgico del malaguismo en Guadalmar. Allí pasa los días el que fuera temible delantero uruguayo, integrante de la Doble D y del primer gran Málaga CF de la historia. “No existe un futbolista con tanta humildad como Darío Silva y he conocido a muchos”, dice Antonello, propietario del restaurante e íntimo amigo del uruguayo: “No entiendo cómo es posible que la gente olvide a una persona que ha estado a esta altura y no tiene memoria. Cómo se puede apartar así a una persona del mundo del fútbol”.
–Darío, le vimos en un reportaje en La Sexta. ¿Qué hace cada día en el Frascati?
–Siempre vine aquí, desde que llegué por primera vez a Málaga. Fui uno de los principales accionistas, de los primeros jugadores de fútbol que vino (risas). A mí me gusta venir, la primera vez que yo llegué me dijo Antonello que era mi casa. Y lo sigue siendo. Me siento aquí, en la mesa que tiene mi nombre. Yo no mando nada, me gusta limpiar, que las costas estén limpias, paso un trapo... Vinieron y me sacaron en la tele. Estaban unos amigos del Málaga, tan normal, y les puse unos platos, nada más, no me metí a pizzero (risas). Vengo aquí, mi amigo Fulvio, hijo de Antonello, vive a mi lado y me vengo para acá con él. Hablo de fútbol todo el día, tengo una tele gigante para ver el deporte... Aquí estoy contento.
–¿Y qué le gustaría hacer en el fútbol?
–Trabajar en el Málaga. Ser scouting. Al haber jugado en las tres ligas importantes (España, Inglaterra e Italia) conozco y sé dónde puede caber mejor el jugador. Un conocido mío supuestamente trabaja para el Málaga y no lo vi traer al Málaga nunca a nadie. Cuando fue el Málaga a Uruguay se lo expliqué. Esa persona se hace pasar por scouting por tener una tarjeta del Málaga. Le dije que nos pusieran a Gonzalo de los Santos o a mí, que estábamos los dos allí presentes. Sentimos los colores, hemos hecho cosas importantes. El Málaga me dio una mano y quiero devolvérselo de la misma manera. Como dice Antonello, la gente no tiene memoria, el fútbol no tiene memoria. Y es lo más difícil. El fútbol es un negocio, lo sabemos todos, pero también debe tener memoria. Pero la vida siempre continúa...
–Estaba en Uruguay y se vino para Málaga. ¿Por qué?
–Antonello me pesadeaba mucho: ‘Venite, venite’. Estaba tranquilo y bien en Uruguay. Decidí cambiar de aires y me gustaría hacer cosas por nuestro club. El Málaga fue el único club en el que gané un trofeo internacional, la Intertoto de 2002. La única manera de devolverle a la afición lo que me dio era traer buenos jugadores, que den la talla para jugar a nivel importante, no como está ahora. Aunque aún tengo esperanzas de que suba.
–¿Le ve opciones?
–Aún tiene capacidad, esto es muy largo y queda aún, la Segunda es muy difícil. Si siguen con el buen juego que nos dieron el lunes todo es posible. Todo depende de los jugadores y de que la suerte nos acompañe. No nos vino ayudando pero hemos puesto el viento a favor. Lamentablemente tarde para subir directo, pero aún creo en el grupo. Creo en el técnico nuevo, en el que había también. La ciudad quiere que el equipo esté en Primera, todos los hinchas del Málaga lo deseamos.
–¿Le gusta Blanco Leschuk?
–Se lo digo, viene a veces por aquí. Es un jugador excepcional, pero no tiene los acompañantes justos para su mejor juego. Él llegó y demostró que tiene una gran capacidad de juego por más grande que sea. Es un estilo Dely Valdés, pero necesita a alguien que le haga el trabajo sucio para que el balón le llegue en buena situación, como yo hacía con Dely. A él le falta eso, un Darío Silva al lado, o no tiene jugadores o no están a su mejor altura. Ahora ha subido el nivel Ontiveros, hay que buscarlo más. Estaba bajo pero regresó a lo alto y tienen una buena conexión. Juankar me dio una sensación distinta, tiene una marcha extra. Una lástima que Dani Pacheco se lesionara, iba para arriba...
–¿Pero es optimista?
–Después de ver al equipo el otro día, tengo la sensación de que ahora sí hemos encontrado un equipo que tiene vértigo y llegada. Antes, cuando te convertían un gol, mirabas y el Málaga no tenía la capacidad de voltear. Con el partido del otro día yo estoy muy contento como hincha. El equipo tiene posibilidades de subir, aunque sea en el play off.
–¿Ve mucho fútbol?
–Muchísimo. Mi señora se quiere divorciar porque veo 24 horas fútbol (risas). Estoy muy obsesionado por hacer las cosas bien. Me gusta y tengo la capacidad suficiente. Veo todas las ligas, todas las divisiones. Tener buenos jugadores es importante. No es sólo haber sido jugador sino también saber de este tema, saber dónde un jugador puede encajar... Ahora también tengo a mi niña de 4 años, que va a ser futbolista. A los mayores no les gustó, pero ésta lo tiene en la sangre, tiene mucha pasión. Se llama Luna, es hincha de Cavani, lo ve por la tele y muere. Mira que le pongo vídeos míos y nada (risas). Es muy amante del fútbol, con cuatro años. Físicamente va a ser grande. La madre no quiere saber nada, pero yo le digo que no tiene chance, que va a ser futbolista.
–¿Le reconoce la gente por la calle aún?
–Sí, sí, constantemente. Se siente identificada conmigo aunque yo me fuera al Sevilla. Soy uruguayo, salí de mi país para buscar un nivel económico mucho mejor y lo conseguí. Si hubiera nacido en Málaga igual hubiera sido más complicado irme, pero era mi deber entonces marchar al Sevilla. Había que hacerlo. Lamentablemente me fui con el corazón dolido, la directiva no supo qué hacer. Les planteé lo que se debía hacer y no quisieron. No quería ver al Málaga en la situación que iba a estar después. Yo veía venir lo que iba a suceder, me tenía que ir. Era quien más pagaba el Sevilla, creía en mí e hicimos ese salto de calidad. Y por algo el Sevilla está donde está. El Málaga debería estar ahí, tiene potencial para estar a esa altura, no con los altibajos que hay ahora. Esos altibajos los tenía antes al Sevilla, yo recuerdo verlo en Segunda cuando yo estaba en el Málaga. A partir de eso, de ese salto que dimos, se quedó arriba. El Málaga jugó la Champions, fue buenísimo, fue muy importante para todos, pero lamentablemente pasó. Hay que seguir adelante, ya ocurrió, como me pasó a mí el accidente. No se puede volver atrás.
–¿Cómo fue después del accidente? [En 2006 tuvo un percance de tráfico en el que perdió parte de la pierna derecha]
–El accidente se sobrelleva, es algo corriente. Mientras me deje caminar y hacer lo que te gusta... Te lleva a reflexionar, claro, te tiene que dar un golpe duro la vida para darte cuenta de situaciones. En Uruguay me dijeron que no me podían dar una pensión. Aquí en España a los tres días me la dieron. A raíz del accidente me tocó una varita y tengo un sentido más que los demás. Veo un poco antes las cosas que pasan.
–¿En serio?
–Te lo puede decir Sergio Ramos. A veces me asusto. El día antes de que metiera el gol en Lisboa en la final de Champions contra el Atlético le dije que durmiera y descansara tranquilo, que yo había visto ese partido ya y que iba a marcar el gol decisivo. Y así fue... El otro día le dije a un amigo del Barça que el Liverpool remontaba, que empataba 3-0 y que ahí se decidía. Me escribía igual.
–Le une buena amistad con Ramos.
–Sí, con toda la familia. Vivía al lado mía en Sevilla cuando empezó a entrenar en el primer equipo. Lo llevaba y lo traía conmigo. Le esperaba tomando mate en el coche cuando él tenía que hacer más trabajo de fortalecimiento en el gimnasio. También colaboro con él y su hermano René en la empresa que tienen.
–¿Es muy duro el día después del futbolista? Que ya no suene el teléfono, la adrenalina...
–Es duro, puede serlo. Depende de la gente con que te juntes. Uno está siempre con gente de fútbol, hablando de fútbol. Es diferente. Cuando juegan mis amigos, como Sergio, siento que estuviera jugando, te queda eso para seguir, como si compitieras todavía.
–¿Qué tienen los uruguayos? Son pocos pero hay en muchos equipos importantes.
–Somos muy pocos, 3.400.000, pero nosotros venimos de una sangre indígena, la charrúa, distinta a las demás. La fuerza y la seguridad para seguir adelante la tenemos todos. Fueron unos indígenas que coparon todo. Ves un Mundial sub 20 y sub 17 y siempre estamos ahí. He traído a Gonzalo Pereira [presente en la charla, llegó el día antes desde Uruguay. Es canterano de Danubio, como el malaguista Fede Ricca, y se desenvuelve en el frente de ataque]. Es un campeón, estuvo en la sub 18 y la sub 20 de Uruguay. Y lo traje para que haga buenas experiencias, tiene unas condiciones bárbaras. Hay jugadores importantes y buenos allá. Gente de selección uruguaya que está capacitada para mucho más.
–¿Va a La Rosaleda?
–He ido a La Rosaleda. Tengo que estar llorando para conseguir una entrada y me duele. No me molesta pagarla, pero pedirla y estar esperando hasta el último momento para que me den... No sé, son esas cosas que no entiendo en este fútbol. He ido y he vuelto mal porque no hemos podido ganar y es lo que más me duele. Voy a la grada y la gente me sigue queriendo, pero hay situaciones que no gustan. Voy a otros campos, me regalan la entrada y voy a un palco. Yo no quiero ir a un palco, me gusta estar en la grada, con la gente. Gritar, soy un hincha más. La gente de hoy en día parece que no tiene memoria.
–¿Cómo está económicamente?
–Yo estoy bien. Vivo, como todos los días, tengo a la familia bien y aquí... Que me hayan robado los representantes y otras personas, pues sí. Si tengo que trabajar, trabajo. Pero yo soy feliz. No le pido nada a nadie. Estoy aquí porque quiero y en Málaga fui feliz. Y lo soy ahora.
–¿Qué club le marcó más? Defensor, Peñarol, Espanyol, Málaga, Sevilla, Portsmouth...
–Éste, el Málaga. Por eso vivo aquí. Y quiero devolverme lo mismo que me dio. Haciendo las cosas bien y que nadie me apunte con el dedo de que intenté hacer algo malo.
–¿Habló con alguien del club?
–No me gusta hablar con nadie, quiero que me vengan a buscar. Mi manera de ser es diferente a muchos. A muchos quizá les duele porque siempre digo la verdad. Hay gente a la que le duele hablar conmigo porque no les gusta la verdad. Pero pienso que entonces no eres hombre, persona ni ser humano. La mentira es muy difícil de sobrellevarla.
–¿No le llamó la atención el banquillo?
–No me gusta entrenar, no nací para eso. Fue para otra cosa. Veo mejor el fútbol desde afuera. Ser técnico implica muchas cosas. Hay jugadores de Primera que no te saben dar un balón, tirar una pared (risas)... No es para mí.
–No quedó muy satisfecho de los representantes en su carrera, ¿no?
–El que se merece ganar todo es un jugador, ser representante es una cosa... Me gusta ser consejero o asesor de jóvenes, para avisarles de cosas que me hicieron que no quiero que se repitan. Deberían estudiar para ser ellos mismos sus representantes. ¿Messi lo necesita? Algo de papeles, abogados igual... Pero por algo deben a Hacienda. Si voy a estar en los juzgados, ¿para qué me sirve un abogado? El representante te dice que ‘yo te dije’... Pasan esas situaciones, yo les he visto y vivido.
–¿Y cómo ve a los jóvenes?
–Tengo el récord de tarjetas amarillas y expulsiones de un delantero en Europa (risas), siempre iba al límite aunque no fastidié a nadie. Yo quería, igual el joven se dispersa más. ¿Entrenan las faltas tanto como nosotros? A mí me decía Peiró, qué cariño le tengo, que me fuera al vestuario, que no tirara más faltas que nos íbamos a lesionar. Yo le decía, ‘Mister, si me voy a casa voy a dormir, este es mi trabajo’. Sí veo en el joven más dispersión, más dificultad de centrarse en el fútbol.
–Gracias por el rato, Darío.
–Nada, son 100 euros (risas).
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