Encarnita, 88 años y una de las socias más veteranas del Málaga: "Sufro como si fuera un hijo que se me muere"

Dice que si cada malagueño pusiera 5.000 euros, podría hacerse un club que compitiera con los grandes

La sombra de un nuevo ERE sobre el Málaga CF

La Rosaleda, otra incógnita

Encarna Perrault con los carnés de socios de ella y de su marido.
Encarna Perrault con los carnés de socios de ella y de su marido. / Javier Albiñana

Málaga/Encarnita tiene melena, 88 años y una lucidez apabullante. Y a su edad tiene que sufrir por el Málaga… “Sufro como si fuera un hijo que se me está muriendo”, confiesa Encarnación Perrault, la mujer de más edad con carné del club. “Y creo que la socia más antigua”, apunta. Dado que en el club sólo hay registros desde 1996, no se puede afirmar con certeza. Pero fuentes del Málaga CF deducen que seguramente es la socia que más años lleva acudiendo a la Rosaleda. A la Rosaleda... y donde haga falta. Porque Encarnita ha viajado a ver a su equipo por toda España y pese a todas las inclemencias del tiempo que hubiera. “En el partido de Granada estábamos bajo cero”, recuerda. Es probablemente la socia más veterana ya que tiene el carné ininterrumpidamente desde 1958. Es decir, desde hace 65 años.

Tiene mérito por su edad; porque a sus 88 años lo sigue donde haga falta y a pesar de los sinsabores que le da. Pero tuvo mucho más mérito en su juventud porque entonces ya era futbolera, cuando el fútbol era cosa de hombres.

Encarnita, con su camiseta del Málaga.
Encarnita, con su camiseta del Málaga. / Javier Albiñana

La afición le viene de su padre, Juan Perrault, que la llevaba a ver partidos desde que tenía tres años. Eran tres hermanas y para aliviar de trabajo a su madre, él solía llevarla allí donde fuera. “Así aprendí de fútbol como si fuera un niño” relata embutida en la equipación del club. Por cuestiones de amor tiene un abuelo parisino. Y también por un flechazo, su padre, bilbaíno, acabó en Málaga. Fue él quien le enseñó la delantera del Athletic de Bilbao que recita de carrerilla con una memoria prodigiosa: "Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza, el gamo".

Dice que con el jeque se hizo muchas fotos, "sonriendo y dándole la mano" y que hoy se arrepiente. Que no le gustó cuando "empezó a vender para hacer caja" porque comprendió la deriva "cuesta abajo y sin freno" del club. "El jeque se ha aprovechado del Málaga. Me duele muchísimo como está el club. Sufro por su situación. Lo que pasa es que soy fuerte; si no, lloraría", afirma. Pese a la fortaleza emocional que muestra, cuando pronuncia estas palabras respira hondo para que no afloren las lágrimas. Al instante se repone y también manifiesta su descontento con el administrador judicial del club.

Como salida plantea que si cada malagueño pusiera 5.000 euros y todos se convirtieran en accionistas, "no necesitaríamos un jeque". Y acota: "Podríamos hacer un club para competir con los grandes. Yo haría un club de accionistas, no de socios". Frente a la situación actual y ante la idea que algunos proponen de crear otro club, ella zanja rotunda: "Yo prefiero la continuidad".

Encarnita recuerda los tiempos en los que era presidente Moreno de Luna, cuando al Málaga le llamaban el equipo ascensor porque subía y bajaba entre primera y segunda. Y también los años en que estaba en tercera y competía en campos en los que no había ni gradas. Y allí que iba, a animar a su equipo. Sabe que hubo un tiempo en que la indumentaria era blanca y negra y que el primer campo del club fue en los Baños del Carmen. "Pero de eso apenas me acuerdo", relata. En cambio, sí recuerda los tiempos de Viverti. Y sostiene que "ni Ronaldo ni Messi" pueden compararse con la talla de aquel jugador.

Al principio, Encarnita iba al fútbol con su padre. Y muchos años después, con su marido, Jesús Burgos Hurtado de Mendoza. Este médico ginecólogo fue el fundador de la Clínica la Encarnación. Pero parte de la culpa de aquella empresa familiar -que es hoy una pieza clave del grupo empresarial HM Hospitales- es de ella. Porque su marido tenía que ir de hospital en hospital atendiendo partos y consultas y ella le impulsó a tener su propia clínica, para que pudieran conciliar mejor la vida laboral y familiar. Y él decidió que llevara su nombre, Encarnación.

Futbolera cuando ese deporte era solo de hombres y emprendedora a su manera, Encarnita rompió muchos moldes. Y los sigue rompiendo con su fortaleza. Por su relación con el mundo sociosanitario conoce muy bien el alzheimer. Por eso dice que, a sus 88 años, se siente plena: "Sigo siendo yo, recordando, disfrutando y sufriendo". Ve con buenos ojos el avance de la mujer, también en el fútbol. Cuando se le pregunta qué le parece que sin embargo haya un abismo entre las remuneraciones de unos y otras, reprocha con rotundidad que "en nada" las mujeres ganan lo mismo que los hombres.

Sobre un aparador, una foto da fe de lo bella que fue. Y sobre la mesa, los carnés del club de ella y de su marido. Mientras los contempla con orgullo dice que seguirá al Málaga siempre: “Hasta la muerte, hasta el último aliento”.

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