Chapuzas a domicilio (1-0)
Extremadura-Málaga CF | Crónica Jornada 15
El Málaga cae en Almendralejo después de una primera parte desastrosa
Los de Muñiz siguen dejándose fuera lo que consigue en La Rosaleda
Blanco Leschuk perdonó el empate en una cita de suspenso general
El Málaga lleva dos puntos de 18 posibles lejos de La Rosaleda. Eso no se puede edulcorar. El tiempo convierte en norma la anécdota. Fueron aceptables situaciones como las vividas en Las Palmas o Riazor. En casa de uno de los peores equipos de la categoría, que siempre había recibido goles en los 14 partidos precedentes, no caben excusas. Los blanquiazules acumulan chapuzas a domicilio. Cuando no es una cosa, es otra. Ora el árbitro, ora la puntería. Pero sí hay caminos comunes en cada tropiezo. Hay desconexiones que no se entienden en un conjunto que ha demostrado un sinfín de veces que tiene mayor nivel. Y la falta de osadía también se castiga.
Aunque el Málaga gozó de ocasiones para empatar el encuentro en la segunda mitad, perdió batallas que diferencian el resultado de una guerra. Se puede entender que el Extremadura encuentre alguna forma de herirte ante su gente, aupado en los lomos de la euforia tras golear en Reus y medirse a un gallito de Segunda. Sin embargo es frecuente que los rivales sean más intensos, que tengan el pie más fuerte en balones divididos, que tengan más deseo en la mirada. Eso no puede suceder de manera sistemática y el entrenador tiene la obligación de cortarlo de raíz.
Se empieza a dudar del fondo de armario. En cantidad, queda demostrado que futbolistas hay. El estudio cualitativo y minucioso de lo que suman algunos de los titulares y muchos de los menos habituales, comienza a dejar dudas. La baja de Luis Hernández está siendo dramática. Además de perder numerosos balones al área por su potencia como sacador de banda, se añora al madrileño en una defensa con dientes de leche. Tampoco el doble pivote sabe gobernar los partidos más allá de las veces que impone su físico. Hasta ahora salvaba que el Málaga, por erosión, terminaba por hallar agua en el desierto. Pero con Blanco Leschuk de espaldas a las musas la película es otra. Álvaro le sacó una espectacular y luego cabeceó vía césped una asistencia de Ontiveros que era gol.
Tampoco Muñiz ha sabido economizar su teoría del ascenso. El Málaga parece acomplejado lejos de Martiricos y ese pecado es de origen colectivo. Focalizó una primera mitad horrenda en Renato Santos y deja señalado a un Dani Pacheco que lleva sentado dos partidos seguidos. Nunca fue laxo el asturiano, pero su método merece una revisión visto que los resultados no llegan.
En el bote salvavidas que vuelve del Francisco de la Hera apenas entra un Javi Ontiveros que, a pesar de que toma decisiones equivocadas muchas veces, demuestra arrojo y calidad para cambiar el signo de un partido.
El sabio refranero español dice que mejor un colorao que cien amarillos. Sí, mejor ser autoexigentes y vacunarse ahora que añorar los puntos en junio.
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