Fin de curso feliz (21:00)
El Málaga cierra una temporada con buena nota y con los deberes hechos ante un Castellón ya descendido
Ganar y subir puestos en la tabla, una motivación para cerrar el curso
Hay algo de simbólico en que el Málaga acabe la temporada en La Rosaleda ante el Castellón. Allá por el mes de septiembre, cuando se hubiera firmado con sangre una salvación por lo civil o lo criminal, el Málaga encontró luz con aquel golazo involuntario de Ramón Enríquez en Castalia. La cantera dijo que ahí estaba para tapar agujeros y se empezó a forjar una identidad que llevó a la orilla con antelación a lo previsto. Y se consiguieron los tres primeros puntos de los 50 que hasta ahora lucen en el casillero malaguista para cimentar una salvación holgada, incluso con algún momento de soñar que se podía pensar en algo más.
La realidad recordó que el Málaga ya había hecho bastante y en el último mes y medio el equipo ha bajado la cosecha. Sólo sumó uno de los 18 últimos puntos posibles. No se ha abandonado y ha seguido compitiendo, aunque seguramente la incertidumbre ya resuelta con el entrenador no ha ayudado. La evidente falta de gol, un problema que habrá que corregir la próxima temporada, se ha agudizado. Sólo un tanto en seis partidos, el del empate ante el Mallorca, de penalti. Desde el de Stefan en Las Palmas no se marca en jugada. Cinco encuentros a cero de los seis. Los jugadores de banda (Yanis, Joaquín y Jairo), que han producido bastante, han parecido con la gasolina justa en el tramo final. Han trabajado mucho y buena parte del éxito de esta temporada ha radicado en su faena y sus cualidades, pero el equipo juega más atrás y hay más metros hasta la portería rival.
Las conclusiones de todo las debe analizar la dirección deportiva. Ya se ha elegido sucesor de Pellicer, José Alberto López, pero hoy también es un día de reconicimiento para la labor del técnico de Nules, que dice adiós justamente ante el rival de su tierra. Ha firmado dos salvaciones de mérito excepcional, en circunstancias extremas, con el equipo más barato de la categoría este año, cosiendo un vestuario que estaba roto por la difícil situación institucional la campaña anterior y, salvo en el primer mes y medio, siempre sin público. Ha pasado algún momento de zozobra, lógico, pero ha salido indemne, ha mantenido al equipo casi siempre en unos mínimos altos. Queda una sensación rara con su marcha, parecía tener más recorrido en el banquillo del Málaga, pero se ha decidido cerrar una etapa que, seguramente, ganará valor con el tiempo.
El malaguismo no podrá reconocer en persona a jugadores y técnicos su labor. Se marcharán un buen puñado de jugadores sin saber lo que es jugar con público y con La Rosaleda apretando. Es injusto que no reciban el reconocimiento público por una labor importante e ingrata. Es un lujo jugar con el Málaga en Segunda y estos jugadores han respetado la camiseta y el escudo con la máxima entrega. Con más o menos acierto, pero raro ha sido el partido en el que no se ha acabado con la sensación de que se habían vaciado. Ha sido sólo contra los primeros clasificados, los ya ascendidos y los que pelean, cuando se ha visto una inferioridad manifiesta.
El último día en el colegio, con las buenas notas repartidas ya, hay aún un último esfuerzo que hacer. Ganar al Castellón, ya descendido, supondrá subir puestos en la clasificación y eso implica unos miles de euros más (hasta 250.000), que vendrían estupendamente para las arcas.
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