Visto y Oído
Emperatriz
Pablo Guede tiene una ventaja sobre otros entrenadores a la hora de entender el manejo del vestuario del Málaga CF. El argentino formó parte del equipo en el tramo final de los 90, donde se sentaron las bases de todo lo que vendría después. Más allá de heroicidades como la suya en aquella liguilla del 98, la comunión entre jugadores, técnicos y resto del staff fue el pilar de los dos ascensos consecutivos. El nuevo entrenador quiere que ese espíritu esté presente.
Aquel equipo, más allá de los círculos más pequeños que se van formando, era una piña real. Salían juntos, comían juntos, reían juntos y resolvían sus problemas juntos. Dentro y fuera. Todo eso llevó a activar un chip competitivo diferente. Luego fueron sumándose otros y el legado se transmitió hasta que el Málaga se transformó en otro tipo de club más pomposo y menos familiar.
Guede quiere que los jugadores mueran en el campo por el escudo y que compitan hasta la extenuación, pero que lo hagan además por el compañero. Este Jueves Santo, después de una larga charla y después del entrenamiento, el técnico argentino invitó a almorzar a su equipo -tal y como publicó BeSoccer- un día antes de partir hacia Leganés. Imprime una mentalidad ganadora y, sobre todo, la idea de no rendirse por mal que pinten las cosas.
De esas cosas sabe mucho Guede pero también un mítico capitán como Francis Bravo o exfutbolistas como Manolo Gaspar, Duda, Iznata... Hasta Basti y Martín Aguilar pueden dar buena cuenta de ello, así como el doctor Pérez Frías o los utilleros. Ahora depende también de cómo asimilen lo que se está intentando instaurar los futbolistas.
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