La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Fútbol
Michel Platini, ex presidente de la UEFA ahora caído en desgracia por tejemanejes para la elección de Catar (qué paradoja) como sede del Mundial 2022, se convirtió en un cisne negro del malaguismo tras la expulsión consumada de las competiciones UEFA después del arbitraje de Craig Thomson en Dortmund. Futbolista superlativo, estrella durante años de la Juventus y de una gran Francia campeona de Europa y dos veces semifinalista en un Mundial, en uno de los momentos cúspides de su carrera tuvo un sonado enfrentamiento con Jean François Larios (Sidi Bel-Abbès, 1956), compañero en el Saint-Etienne, equipo de referencia en Francia en los 70 y los 80, y en la selección tricolor.
El apellido Larios delata el origen español y malagueño de aquel talentoso centrocampista, que se presentaba en el Mundial de España'82 como titular de una Francia exquisita con un centro del campo con Alain Giresse, Jean Tigana, Michel Platini y el propio Larios, fútbol champagne se le bautizó. "Mi familia se instaló desde tres generaciones atrás en Sidi Bel-Abbès, en Argelia, donde nací, pero mis orígenes se encuentran en España, en la región de Málaga. En esta ciudad de Andalucía que seguro que les recuerda el nombre de Picasso, su hijo más celebre, el apellido de mi familia está muy repartido: Larios centro, Calle Marqués de Larios, Hotel Larios... La industria más grande de ginebra se llama también Larios. Es un nombre de origen de griego, pero evoca a España, donde los Larios son nobles. Es por eso por lo que la gente me apodaba el Español o el Gitano. Seguramente por mis cabellos largos y mi look de bohemio, inspirado en mis primeras aventuras en Ibiza", relata en su polémica biografía, "Yo jugué con fuego", que sacó hace tres años y que fue muy comentada en el país vecino.
Y es que el 'malagueño' Larios sacó de sus casillas a Platini. La prometedora sociedad que formaban sobre el campo se resquebrajó por un lío de faldas. Saltó al aire un affaire amoroso de Larios con Chantelle, la esposa de Platini, con la que tenía dos hijos. Venía larvándose desde tiempo atrás, pero detonó en el Mundial. Michel Hidalgo, seleccionador francés, decidió mantener a Larios en el once inicial. Y Francia se estrelló ante Inglaterra (3-1) en un partido disputado en San Mamés. Tras aquel partido, Platini le planteó a Hidalgo una disyuntiva, o Larios o él. Según relata Larios en su biografía, el affaire se prolongaba desde mayo de 1980. "Salía siempre antes que los demás, tomaba una ducha solo y me iba antes de que mi ex amigo. Fue un flechazo, una verdadera historia de amor, pensaba que nos escondíamos bien, pero se descubrió desafortunadamente. Con él no me dirigía la palabra. Ni siquiera un hola. Pero seguíamos jugando juntos. Cuando hay un contrato, uno se calla la boca. Yo me convertí en proscrito", relata en su libro el descendiente de malagueños.
Tras aquel Inglaterra-Francia en Bilbao, Michel Hidalgo, escogió a Platini. Larios había planteado en enero salir "por el bien del equipo", pero Hidalgo siguió con su plan de llevarle al Mundial. "Era Platini que decidía quién jugaba o no en el equipo de Francia. Yo lo sabía", afirmaba Larios, que declaró tras el partido que no le pasaban la pelota. No volvió a jugar hasta el duelo por el tercer puesto ante Polonia (sin Platini en el campo), que Francia perdió por 3-2. Fue su último partido ése con la camiseta de Francia. Les Bleus remontaron el vuelo tras esa derrota inicial y jugaron una inolvidable semifinal en Sevilla ante Alemania, que acabó 3-3 (iba 3-1 ganando), con cuatro goles en la prórroga y decisión en los penaltis, suerte en la que Larios era especialista. En medio del Mundial, viajó a Barcelona para resolver su futuro.
Aquel episodio marcó, cuando tenía 25 años, el punto de inflexión en su carrera para Larios. Pocos meses después fichó, enero de 1983, por el Atlético de Madrid, que entrenaba Luis Aragonés. La experiencia resultó un fiasco. Su condición de extranjero, más de una década antes de la apertura de fronteras, divergencias económicas y su díscolo agente, Michel-Georges Basilevich, dieron al traste con ese periplo. Desde ahí, cuesta abajo. Deambuló con una exótica experiencia con los Montreal Manic en Canadá para ir al Neuchatel Xamax suizo y regresar, sin mucho éxito, al Lyon, Estrasburgo, Niza antes de retirarse en el Montpellier.
Textos de la época hablan de Larios como en centrocampista de una planta impresionante, de gran despliegue, y un creador de juego muy técnico. Ganó tres títulos de Liga con el Saint-Étienne, jugó una final de UEFA en una cesión al Bastia en 1978 y completó 17 partidos con la absoluta de Francia, con la que metió cinco goles. Ese Mundial de España fue su epitafio de su carrera internacional. "Mi aspecto (mido 1.87 metros y pesaba 81 kilos) me valió también el apodo de Obelix. Pero me quedo mejor con la idea de que tenía la imagen de los conquistadores españoles, en una época donde los mejores centrocampistas franceses tenían físicos menos impresionantes, como Genghini, Alain Giresse, Michel Platini o Jean Tigana. Hoy, cuando me acuerdo del público del Geoffroy Guichard que gritaba "Larios, Larios" me traslada al Coliseo cuando gritaba "Hispano, hispano" en Gladiator", relata en su biografía.
La carrera del díscolo nieto de malagueños, que tras nacer en Argelia, de donde su familia partió con el recrudecimiento de la Guerra de Independencia del país, se instaló en Lembeye, cerca de Pau, donde coincidió en la escuela con el que sería después ciclista profesional Gilbert Duclos-Lassalle (ganador dos veces de la París-Roubaix), fue en caída libre. En su libro reconoció que se había dopado. "Mis viejos demonios nunca desaparecieron del todo. Estaban conmigo desde el inicio de mi carrera. Hoy os puedo confesar que me dopé. Una vez sobre el terreno de juego, sentí una increíble fuerza, pero, más tarde, fue un desastre. El 'Captagon' me consumió", relató que ocurrió durante una eliminatoria de la Copa de Europa ante el PSV Eindhoven.
"Con los estimulantes era imposible dormir. Hace falta compensar con otra cosa, la comida, el alcohol o la droga. Yo compensé con las tres", admitía Larios, que también tuvo una incursión durante años como agente de futbolistas de tronío: Henry, Vieira, Ginola o Anelka. Tampoco acabó demasiado bien la andadura de este bon vivant de raíces malagueñas, que confiesa que no se privó de nada: "Tuve la suerte de tener una buena vida a pesar de muchos contratiempos. Y hoy soy un vagabundo de lujo. Viví grandes momentos como futbolista y luego como agente de jugadores. Puedo decir que realmente disfruté la vida. Demasiado, ciertamente. Hice dinero, me desgarré con alcohol y drogas. Lo pago físicamente. Tuve que parar y recibir tratamiento. Hay límites para todo. Es imposible no pagar las consecuencias de estos excesos. Ya no tengo derecho a fumar, a beber mucho alcohol. Y solo puedo andar en bicicleta estática. Perdí a mis padres, solo tengo a mi hijo, algunos amigos y familiares. Trataré de disfrutar mi pequeño retiro al sol", reflexionaba con nostalgia el malagueño que desquició a Michel Platini, que ahora vive en Perpignan. Tuvo un infarto, su corazón trabaja al 50%, casi le amputaron un pie y le operaron por un intestino.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios